Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Canibalismo político
Otra vez la carnicería humana. La profecía de Juan Maldonado Pereda de que “la política es un tragadero de hombres”, cumpliéndose al pie de la letra.
Cuitláhuac García Jiménez contra todo lo que huela a Miguel Ángel Yunes Linares y contra parte de su equipo.
Yunes Linares con toda la bilirrubina en contra de Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán.
Patricio Chirinos Calero contra Dante Delgado Rannauro y los suyos.
Dante Delgado contra un funcionario de Fernando Gutiérrez Barrios.
Agustín Acosta Lagunes contra una gente de Rafael Hernández Ochoa.
El canibalismo.
La única forma de que una nueva generación política en el poder público se posicione y arraigue en el corazón social es observando el manual de la guillotina en contra de los antecesores.
Primero fue Cuitláhuac contra Yunes Linares.
Luego, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, secretario General de Gobierno, contra el Fiscal Jorge Wínckler.
Después, el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, contra el equipo pesado de la dependencia de Javier Duarte y hasta de Fidel Herrera Beltrán, pero solo, a tono con su identidad, “tirando la piedra” sin pronunciar ni detallar ni documentar nombres concretos y específicos.
Ahora, el secretario de Seguridad Pública, el regio Hugo Gutiérrez Maldonado, abandonó su búnker, viajó a Coatzacoalcos, y con pistola al cincho denunció que de las 6 mil 500 videocámaras instaladas por Yunes Linares solo operan 2 mil 800.
Es decir, el cuarenta por ciento.
Y por tanto, y de acuerdo con el manualito, que interpondrá denuncia penal.
La carnicería humana en su más alto decibel.
Igual, igualito, que Yunes Linares contra Javier Duarte, y que en todo caso sirviera para que Cuitláhuac García se luciera en Veracruz y en el país liberando a tres de ellos, por lo pronto (Mauricio Audirac Murillo, Francisco Valencia y Arturo Bermúdez Zurita), aun cuando, de pronto, ¡zas!, cerraron la puerta del penal de Pacho Viejo, y el ex Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras, quedó con las ganas, pues su abogado lo había cacareado y festinado.
DOS. Diez días que estremecieron a Veracruz
Durante los diez días que con Cuitláhuac estremecieron a Veracruz con 42 asesinatos y 6 secuestros (Ignacio Carvajal García, reportero), el secretario de Seguridad Pública en el limbo, refundido en su búnker, sin pronunciar una sola palabra sobre cada uno de los crímenes que han acontecido día con día, hasta 3, 4, cada 24 horas.
De pronto, la luz se hizo y apareció en Coatzacoalcos solo para despotricar contra el ex gobernador Yunes Linares, a quien Cuitláhuac ya le anunció que hay tres delitos por los cuales sería llevado a juicio.
Ahora, el secretario Hugo Gutiérrez agrega el caso de las videocámaras de vigilancia y que antes, por ahí, fue deslizado en el carril mediático.
Tan solo en Coatzacoalcos, dijo, el infierno de Veracruz, el centro neurálgico de los malandros, de las cuatrocientas cámaras solo funcionan ciento cincuenta.
Con todo y que en su momento la cancha mediática se inundó de incienso al paso del ex gobernador panista.
Ya se verá, claro, si hay denuncia penal de por medio o todo se reduce al cacareo mediático y que constituye la fórmula infalible para justificar, y en el caso, el río de sangre y el valle de la muerte en que Veracruz sigue convertido.
Y más, cuando de pronto, y luego del bombardeo en contra del Fiscal Jorge Wínckler, el lunes diez de diciembre, el góber hablando de respeto institucional a Wínckler y Wínckler asegurando que el trato de Cuitláhuac a su persona y cargo público ha sido cordial, vaya manera de tratarse y regodearse, puñaladas traperas si se considera que el mismo día, unos alcaldes sureños se unieron al coro para procesar al Fiscal y al día siguiente, “el acarreo” del Solecito para sitiar el edificio de la Fiscalía.
TRES. Harta la población de canibalismo político
Si la población electoral quedó harta de las tropelías del PRI, PAN y PRD y por eso mismo el triunfo de AMLO en las urnas con treinta millones de votos, la ciudadanía también está harta de las madrizas que las elites políticas suelen darse en cada cambio de gobierno, como en el caso de Veracruz.
Se ignora si en verdad las denuncias impacten en el corazón social para conservar las simpatías y preferencias y reposicionarse.
Y más, cuando transcurrida la primera quincena del primer gobierno de izquierda aquí, entre nosotros, ninguna obra pública o social, educativa o de salud, ha sido aterrizada, y por el contrario, solo han repetido las promesas (se insiste, las promesas) de AMLO en el resto del país, creando y recreando el paraíso terrenal que (ya veremos) vendrá o habrá de venir.
Por lo pronto, la población sigue padeciendo el infierno con el tsunami creciente de asesinatos.
Y con el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre fuera de control.
Y, bueno, todo mundo sabe que si pasa un semestre, un año, dos años, etcétera, y la calidad de vida de norte a sur y de este a oeste de Veracruz continúa igual o peor, el desencanto social será gravísimo para la izquierda luego de tantas expectativas levantadas.
Entre tanto, el circo romano en su más alta dimensión con la carnicería humana de la generación política que llegó al palacio de gobierno de Xalapa en contra de sus antecesores.
La mesura, la prudencia y la cordura relevadas por la discordia.
Todos, peleadores callejeros de la política, fajadores de la cantina pública, trogloditas del quehacer institucional, los Trucutú del siglo XXI en el Golfo de México.