Luis Velázquez | El Piñero
13 de agosto de 2021
ESCALERAS: Profe Zenyazen Escobar, secretario de Educación:
Por misericordia y piedad, conmiseración, incluso, lástima, ojalá pudiera usted revirar con la obsesiva obsesión del regreso a clases presenciales.
Estamos en la Tercera Ola del COVID. La más desastrosa y avasallante.
Niños contagiados y muriendo. Adolescentes contagiados y muriendo. Jóvenes contagiados y muriendo.
Y el argumento, más bien pretexto, motivo, de usted, es frágil, debilucho. Aquel de que “si los padres llevan a los hijos a plazas comerciales y a las playas”, entonces, ninguna razón existe de contrapeso para volver al salón de clases.
PASAMANOS: Está usted en una coyuntura más que educativa y social, política.
Desde arriba de la pirámide del poder fue ordenado el regreso a clases.
Claro, si los niños vuelven a la escuela y dejan las clases virtuales, entonces, con los padres y los niños corriendo todos los días para llegar a tiempo a la escuela, se dirá que la normalidad ha vuelto.
Y por añadidura, quizá pensarán que vencerán a la recesión y que en el primer año del coronavirus significara la pérdida de 140 mil empleos únicamente en Veracruz.
CORREDORES: Además, queda claro: se trata de una orden presidencial, y usted, listo, afanoso, expedito, pronto y rápido a cumplir.
Pero es la garantía de la vida siguiendo en clases digitales, o exponer la vida a la epidemia y la muerte con las clases presenciales.
Simple y llanamente, así inventen fantasías.
Antes, mucho antes, la cantaleta era que bastaba con vacunar a los maestros para evitar el contagio.
Luego, y de pronto, en el palenque público aparecieron los niños contagiados y fallecidos.
Y, caray, basta y sobra con el dato oficial de que muchos hospitales públicos y privados están al cien por ciento con enfermos, en tanto otros andan entre el 70 y el 90 por ciento de la demanda.
BALCONES: Secretario: es la vida o la muerte. Es la salud de los niños y maestros o la orden superior. Es la tranquilidad epidemiológica de los 212 municipios de Veracruz o llenar el panteón con más sepulturas.
Más, cuando en la cancha oficial, la secretaría de Educación Pública y el presidente de la república dejaron en libertad a cada entidad federativa para decidir.
Ya ve usted, la UNAM inició nuevo curso y con la educación virtual. El Instituto Tecnológico de Monterrey, también. El Politécnico Nacional, de igual manera.
PASILLOS: Está bien que “donde gobierna capitán nunca manda marinero”. Pero la purificación moral y la honestidad valiente también inciden en el ejercicio de la libertad y la dignidad humana.
¡Sea usted digno, secretario!
Si con hechos concretos, específicos y macizos usted demuestra la inconveniencia de las clases presenciales en estas horas cruciales con el COVID hacia arriba, más duro y rudo que antes, ni modo que su jefe máximo y el jefe de jefes sean cerrados, necios y tercos.
VENTANAS: En ningún momento se trata de medir fuerzas ni hacer pulseadas.
Se trata de la vida humana. Se trata de una dosis total y absoluta de prudencia y mesura.
Menos, mucho menos, se trata de una lucha a muerte entre conservadores y obradoristas. Emisarios del pasado y Siervos de la Nación. Neoliberales y chairos.
Bastaría referir que Carlos Urzúa, Víctor Manuel Toledo y Javier Jiménez Espriú renunciaron por desacuerdos oficiales y así fueron dignos, respetados y respetables.
Pero, bueno, el poder político se vuelve una droga y todo drogadicto suele caer en la indignidad para retener el poder.
¡Mucha suerte con su decisión, maestro Zen!