Luis Velázquez
Veracruz.- DESTINATARIO: Los ríos y lagunas de Veracruz tienen otro paisaje. Desde hace ratito son cementerios particulares de los malandros. Ellos siguen tirando cadáveres en las aguas pluviales.
Ningún río se salva. De norte a sur y de este a oeste sirven para lavar culpas, aun cuando, y como es lógico, hay ríos preferidos.
Quizá los más frecuentados los ríos Blanco, Papaloapan y Coatzacoalcos.
Los pescadores y los niños jugando a orilla de los ríos los han descubierto como si fueran pececitos muertos.
REMITENTE: En una demarcación, los malosos los secuestran y se los llevan. En otro municipio, digamos, los matan. Y en otro municipio, los arrojan a los ríos.
Y los ríos arrastran los cadáveres aguas abajo.
En el viaje, quedan atrapados en una curva, en una piedra descomunal, en un árbol, arrojados, incluso, a la orilla.
Siempre, en calidad de desconocidos. Y de inmediato al Forense. Y ahí, la espera que nadie reclama. Luego, a la fosa común.
Una vida más, en las sombras, sin recibir la cristiana sepultura.
Y/o como en el caso que se está dando en el cuadrilátero de la muerte integrado por Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Chiapas.
En una entidad federativa los matan y en otra los tiran.
ENTREGA INMEDIATA: En la historia sórdida y siniestra de los ríos habilitados como panteón privado de los malandros, ningún cadáver ha sido identificado.
Siempre, a la fosa común.
Quizá la pesca, hasta de charalitos, ha disminuido en tales ríos y lagunas. Pero en contraparte, los cadáveres flotando, a tal grado que hasta un museo de horror y del terror pudiera levantarse.
Nada fácil que el día de muertos pudiera celebrarse a orillas de los ríos y lagunas en vez de en los cementerios.
ACUSE DE RECIBO: En la ruta de Omealca a Tezonapa una modalidad fue descubierta. Los pozos artesianos de agua dados de baja, convertidos en fosario de los malandros.
Ahí suelen tirar los cadáveres, digamos, como en el último sexenio priista de Veracruz convirtieron una barranca en el municipio de Emiliano Zapata en una fosa común, conocida como la barranca de la muerte de “La aurora”.
Y si “Colinas de Santa Fe” ha entrado a la historia como la fosa clandestina más grande, no de Veracruz ni del país, sino de América Latina, los ríos y lagunas estarían disputando el primer lugar.
CARTA EXTRAVIADA: Nunca se ha dado el caso de que los cadáveres floten en los ríos y las aguas los desembarquen en el Golfo de México, digamos, en la extensa y larga bahía que va de Coatzacoalcos a Tuxpan, por ejemplo.
Pero al mismo tiempo, la posibilidad pudiera convertirse en un cuento, en una novela, en una película del horror en los tiempos de la cólera social y en donde, y como en el caso de Veracruz, en todas las familias y hogares rezan por un familiar, un vecino, un compadre, un conocido secuestrado, desaparecido y asesinado.
La muerte forma parte de la vida cotidiana. Es la nueva filosofía de vivir.