- Un Estado de Sitio
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.-
ESCALERAS: Los carteles se han adueñado de la agenda pública en Veracruz y el gobierno azul únicamente los sigue.
Mataron a cuatro niños de 3, 4, 5 y 7 años en una colonia popular de Coatzacoalcos, y a sus padres, y luego luego el góber dijo que el padre era un malandro que la noche anterior había ejecutado a otro maloso.
Mataron a una niña en una plaza comercial de Córdoba y de inmediato el góber dijo, con expediente de por medio, que el padre era malandro.
Mataron a tres edecanes de Amatlán y Córdoba y de inmediato que andaban en malos pasos.
Mataron al reportero Cándido Ríos Vázquez en Juan Díaz Covarrubias y luego enseguida dijeron que los tiros eran para otros y que el periodista había estado en el lugar equivocado a la hora equivocada con las personas equivocadas.
Siguieron matando a civiles y en automático y cada vez que la historia fatídica se reproduce aseguran que se trata de un ajuste de cuentas entre los malandros disputando la jugosa y productiva plaza Veracruz.
Secuestraron a la esposa de un ganadero en Las Choapas y la población se organizó en una guardia comunitaria y lograron el rescate de la señora y días después el manotazo de la secretaría de Seguridad Pública diciendo que ellos asumían la vigilancia en el pueblo para enfrentar, ajá, a los malosos.
En Poza Rica, el góber azul dijo que él tiene pantalones suficientes e iría por los malandros al frente de las corporaciones policiacas, pero todo indica que su paso de tortuga le ha impedido llegar, porque el territorio jarocho es, igual que antes, un río de sangre y un valle de la muerte, el paraíso perdido, vaya.
Los carteles van al frente y el gobierno atrás de ellos después del niño ahogado.
PASAMANOS: En el sexenio del panista Felipe Calderón, cuando el Ejército fue enviado a las calles para combatir a la delincuencia organizada, alguna vez se concentraron en Ciudad Juárez, cuyas historias sórdidas de secuestrados, desaparecidos, asesinados y fosas clandestinas llegó a la pantalla fílmica.
Entonces, le dieron duro y tupido a los barones de la droga y se reubicaron y caminaron hacia el centro del país.
Después, llegaron al Golfo de México entrando por Tamaulipas, donde un par de ex gobernadores, los priistas Tomás Yarrington (preso en Italia, en proceso de extradición) y Eugenio Flores Hernández (prófugo de la justicia) concesionaron la entidad federativa a los malandros a cambio de jugosas ganancias en millones de dólares según denunciara la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos.
Y de Tamaulipas brincaron a Veracruz por la parte norte y que desde Pueblo Viejo y Pánuco hasta Tantoyuca se volvió un infierno regional.
Ahora, están aquí entre nosotros la Gendarmería, la Policía Federal, la Policía Militar y los marinos, además de la Fuerza Civil y las policías estatales y municipales, y no obstante, los malandros se aferran a mantenerse de norte a sur y de este a oeste, sin que nada los acalambre.
Y más aún porque ellos continúan marcando la llamada agenda setting en vez de que, y como ha de ser en un Estado de Derecho, la elite gobernante en turno establezca la ruta política y social y de seguridad y penitenciaria de cada día y de cada semana.
En el día con día, entonces, el clamor y el reclamo de la población para restablecer la seguridad, la tranquilidad y la paz en el diario vivir está pendiente, a tal grado que cuando la elite eclesiástica marcha con los feligreses en las calles y avenidas con el Santísimo en las manos expresa la desesperación social.
CASCAJO: Está claro que el bienio azul está dando la pelea con las fuerzas federales y locales atrás de los malosos.
Es manifiesto que han detenido a varias bandas de sicarios.
Nadie duda de que ofreciendo una recompensa millonaria por datos que lleven a la ubicación y captura de unos malandros significa una estrategia eficaz como quedara demostrado desde el viejo oeste, inmortalizado en películas norteamericanas.
Pero de pronto, caray, pareciera que hay más duartistas presos en el penal de Pacho Viejo que malandros, pues con todo los malosos se han adueñado de la agenda pública y el bienio azul, ni modo, bailan a ese ritmo.
En Soledad de Doblado, por ejemplo, la tierra del Yunes azul, la población está harta de terror y miedo y apenas pardea en la tarde, apenas anochece, la mayor parte de los vecinos se concentra en sus casas, porque los malosos han creado y recreado una especie de Estado de Sitio…en que ellos mandan.
Había, por ejemplo, un grupo de señoras que se dedicaban a tareas sociales, y de pronto, la mayor parte desertó del salón de clases por el tsunami de violencia.
Y en igualdad de circunstancias están en todos lados, como en Xalapa, la capital, donde los vecinos se han integrado para en caso necesario e inevitable salir de noche, armados con palos y bates, y con sus perros de pelea.
Lo decía Agustín Acosta Lagunes en el siglo pasado: “¡Ni modo, la violencia es inevitable!”.
Y si en aquel sexenio, 1980/1986, la llamada “Sonora Matancera” imponía la agenda pública, ahora son los barones de la droga.
Así se vive en Veracruz.