Luis Velázquez
22 de septiembre de 2017
ESCALERAS: La rectora de la Universidad Veracruzana, UV, es la política más perspicaz de Veracruz. Veintidós días después de ser reelegida, en el silencio total. Lejos de las pasarelas y las candilejas mediáticas. Sin exponerse. Sin levantar la mano para, por ejemplo, con todo y revolución pacífica, exigir el pago pendiente y millonario del “gobierno del cambio”.
Fría y calculadora, la doctora Sara Ladrón de Guevara se cuida mucho. Con exceso. Y más, en días y noches tan revolcadas y turbulentas.
Incluso, en ningún lado aparece, digamos, fotografiada en una reunión social. Lejos del fuego amigo y enemigo.
Y si en la toma de posesión, el doctor Mario Ojeda (gloria académica en el periodo de Víctor Arredondo Álvarez) se incendió, según las versiones se debió a que exigía el pago de una deudita y que, se afirma, ya le fue cubierta, y todos en paz.
Otro académico, el doctor Jaime Fisher, también la estuvo rafagueando. Y de pronto logró su objetivo y fue reubicado en el Instituto de Ciencias Cerebrales al lado de su amigo, el doctor Jorge Manzo Denes, quien también jugara para la rectoría, de tal modo que en la víspera, uno de sus amigos, Rafael Ortiz Castañeda, lo cilindreó jurándole y perjurándole que de los nueve notables de la Junta de Gobierno cinco se habían expresado a su favor.
Ahora, y luego de amainadas las aguas, Manzo Denes dejó activada uno de sus tres equipos que formara para continuar soñando con la rectoría de la UV dentro de cuatro años y por lo pronto, organizó una colecta para su pueblo originario en Oaxaca luego del temblor.
En tanto, la otra contendiente, la esposa del presidente municipal electo de Xalapa, se alista para la presidencia del DIF, sin dejar su vocación magisterial.
Cauta, la rectora se cuida mucho.
PASAMANOS: Y se cuida tanto que, por ejemplo, sólo en una ocasión, y mediática, rauda y veloz, se ha ocupado de la deuda del gobierno de Veracruz a la máxima casa de estudios.
Aquellos tambores de guerra que sonó en el duartazgo para exigir el pago de más de dos mil millones de pesos fueron archivados.
Ni una palabra, pues, con todo y que la deuda sigue igual, quizá multiplicándose.
Desde luego, acaso estaría cultivando una relación civilizada con el góber azul, y más, porque su esposo es amigo de Miguel Ángel Yunes Linares desde el Chirinato, 1992/1998, cuando con el filósofo Enrique Ampudia Mello fundaran el famoso “Palomar”, el centro de espionaje de la yunicidad, donde rastreaban la pista de todos los incómodos y disidentes, y que ahora fue resucitado con un nuevo nombre que incluye la estrambótica palabrita de prospectiva.
La rectora tendrá sus razones para su nueva filosofía académica ante la yunicidad, y más porque han transcurrido casi diez meses, y aun cuando, digamos, le estarían entregando los subsidios federal y estatal, simple y llanamente se trata de una obligación institucional aprobada por los Congresos.
Pero, bueno, si ante Javier Duarte, el político preso más famoso del Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, la rectora fue hasta rencorosa y cabildeó el pago (sin resultados) hasta en el Congreso de la Unión y la ANUIES, ahora, ni fu ni fa.
Digamos, la contemplación mística, sin llegar, claro, a la resignación, y que se trata, como afirmaba Albert Camus, de una virtud cristiana, pues significa “cruzar los brazos” y esperar un milagro, y para que los milagros ocurran han de pasar mil años dice el chamán.
CASCAJO: Su amiga Clementina Guerrero, a quien le diera el cargo administrativo y financiero más importante de la UV en su primer periodo, fue lanzada, sin explicación alguna, de la secretaría de Finanzas y Planeación del llamado “gobierno del cambio”, y ni modo, quedó callada.
Y aun cuando fue reubicada en la Oficina del gobernador, desde entonces, está en el limbo.
La otra posición que en un principio se dijo de la rectora fue con Hilario Barcelata como director del Instituto de Pensiones, pero, bueno, también se asegura que significó una concesión para el secretario General de Gobierno, Rogelio Franco Castán, y a quien, como se recuerda, la rectora favoreció con su título de licenciado fast track, negociación pura.
Fue otorgada la autonomía financiera a la UV, pero como un apapacho, largo y extendido abrazo yunista, pero se hará efectivo hasta el año 2026, cuando la rectora ande en otra dimensión intelectual de su vida.
Nunca pudo, por cierto, abrir el espacio a unos de sus amigos, a quienes ofreció un cargo académico y quedaran “vestidos y alborotados”, pero, bueno, la política es así, además de que “prometer… a nadie empobrece”.
Es el tiempo de la rectora. Cuatro años más en el ejercicio del poder académico. Siete mil maestros bajo su guía para enaltecer a una de las universidades públicas más antiguas del país y en un Veracruz donde la educación básica está en el sótano de la calidad nacional, sólo con un premio de excelencia en bailable regional como “El tilingo lingo” y “La bamba” y con una secretaría de Educación que sólo opera el proyecto político familiar.
Este año, todo indica, la yunicidad se puso a los pies de la rectora para la reelección, y el año entrante, con la elección de gobernador, sería, digamos, al revés, pues, dice el proverbio, “favor con favor se paga”.
Por eso la cautela, el bajo perfil, el pian pianito, la frialdad y el cálculo político.