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Central de abasto de Oaxaca, una gama de colores y sabores

El Piñero

 

Paulo Sergio Hernández | Yolanda Portugal

Oaxaca, México.- Ollin del náhuatl  el movimiento, la actividad. Nos indica el trabajo activo y laborioso que debe estar presente en nuestras actividades diarias, y es así como se mueve la central de abastos de Oaxaca, en una pintura surrealista con vida, con rostro propio.

 

También es un mapa de Oaxaca dentro de Oaxaca, donde las fronteras son pasillos, pasamos de las legumbres de la sierra, al barro de Valles Centrales, a los plátanos y piña de la Cuenca, a los hongos de la mazateca, al pescado del Istmo y así cientos de productos que no sólo sirven para dar sustento a las familias, sirven para conocer un poco de las regiones de Oaxaca por el paladar.

 

Son una paleta de colores que salta a la vista de los visitantes, lo rojo de los tomates, lo  verde de los elotes, lo café y verde del barro, colores que guardan el tesoro del huitlacoche, tesoro que cada día más van descubriendo.

 

Tenemos artistas en diablos, diablos que arrastran con la habilidad de un super héroe de esos que salen en las películas, pero que acomodan las cosas como un artista en pleno estudio, una escena que se repite en muchos puntos de la central pero nunca igual, nunca con el mismo sentimiento.

 

La central es un mundo, donde convergen voces, tradiciones, sabores, venta de la nuestro y de lo no tan nuestro, un mundo que te absorbe poniendo un pie, no te alcanza la vista para descifrar a que parte de Oaxaca te llevan lo que venden o te llevan la mujeres  y hombres que te lo venden.

 

 

Ir a la central nunca será aburrido, alguien o algo siempre le dará ese toque a tu visita, siempre habrá un nuevo sabor en tus labios, un nuevo color, o algo nuevo que te haga preguntas qué es y de dónde viene, siempre traerás algo en tu morral hecho de una costalilla, en tus manos de oaxaqueño.

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