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Chilchotla recuerda con dolor a sus 11 niños muertos tras una explosión de pólvora

El Piñero

Maritza Mena

CHILCHOTLA, Pue.- Mariana y Socorro esperarán la visita del alma de José Miguel Luna, quien tenía 15 años de edad cuando murió en una explosión de juegos pirotécnicos el pasado 8 de mayo en la comunidad de San Isidro. Le prepararán un banquete y un camino de flores desde la puerta de entrada para guiar su regreso, después de cinco meses de fallecido.

Socorro Rosas es la madre del menor. Cree que el primer día de noviembre su cuerpo espiritual podrá entrar en el mundo físico. Estará preparada su comida favorita; su abuela, Mariana Tentle consideró que será un banquete, pero su emoción se diluye cuando recuerda que su nieto ya no está y no puede contener el llanto.

La comunidad se repone de la explosión de pólvora que provocó la muerte de 14 personas, 11 de ellos niños. En el nuevo cementerio visible desde la calle principal de San Isidro, yacen las tumbas de todos los fallecidos. Están adornadas con flores y las cruces de madera aún mantienen el plástico que protege la integridad del nombre de quien murió.

Tanto Mariana como Socorro han encontrado refugio en el templo de la comunidad, que arreglan constantemente, mientras que Adrián Serrano se ha mantenido en pie con la ayuda de Dios, dijo, porque él perdió a la mitad de sus hijos cuando la vivienda donde se realizaban los preparativos para la fiesta de la imagen a quien rinden culto, explotó. También murieron dos de sus nietos, de tres y cuatro años de edad.

Ni la casa nueva construida con la ayuda del Gobernador del Estado, Antonio Gali, que solo está a la espera de ser inaugurada es consuelo para este hombre que tiene 50 años de edad. La vivienda tiene la misma forma que la que se acabó cuando la pirotecnia que estaba almacenada explotó. Las autoridades aseguraron que fue un accidente, pero Adrián no se explica cómo es que en un momento todo se incendió.

Tampoco concibe que su esposa que estaba adentro de la vivienda, con otras personas, siga viva porque a ella le cayó encima el techo y las paredes hechas añicos. Él salió lastimado de un dedo pero recuerda el  momento en el que vio a uno de sus hijos, desangrado de la cabeza, sabía que había muerto de forma irremediable.

En la explosión fallecieron sus hijos Felipe, Ambrosio y Rosario, y también sus nietos Erick y Julio, todos de apellido Serrano. Sus restos descansan en el panteón de la comunidad que se abrió  para que ahí los enterraran, pero el hombre aún no se repone por completo porque no puede contener el llanto cada vez que los recuerda.

Este será el primer año que la familia de Adrián esperará a que regresen las almas de sus muertos. Esa es su creencia, recalcó, y se hará el banquete para la noche esperada.

TODO PASÓ EN UN MOMENTO

Adrián relató que todo pasó de un momento a otro. Por la tarde la familia encargada de recibir la imagen de San Isidro, a quien la comunidad llama su patrón, y entregarla, hacía una pequeña procesión hacia el templo de su comunidad, de acuerdo con sus tradiciones católicas. Por la noche el hombre estaba en el hospital.

“¿Quién se fue?”, preguntó estando postrado en una cama a uno de sus vecinos. Fue cuando recibió la noticia. A este hombre aún le sobrevive la mitad de su linaje. Adrián y Fusto entre ellos, padres de Erik y Julio, respectivamente.

Los hermanos de ambos menores fallecidos cuando la vivienda explotó, no solo los extrañan sino también a sus tíos. Adrián recuerda a Julio porque le gustaba pastorear ovejas junto a él. “Dios da y Dios quita”, dijo. “Solamente poniéndonos en las manos de Dios”, compartió la manera en la que ha podido sobreponerse.

MÁS MUERTOS EN EL PANTÉON

Recientemente murió Monserrat Rosas, quien tenía 11 años de edad. Su tumba ya se encuentra junto con la de las personas que fallecieron a causa de la explosión accidental de los juegos pirotécnicos.  Falleció a finales del mes de agosto, después de tres meses de luchar por su vida.

Ahí también yacen los cuerpos de Nazario Francisco Tentle, Leobardo Antonio Tentle, Juan Carlos Rodríguez, Rubén Arguello; Rodrigo, Diego y Víctor Serrano, José Rosas, Pablo Luna; Rosario, Julio, Erik, Ambrosio y Felipe Serrano, además de Sintia Luna, quien murió en julio, y de Monserrat.

 

“Antes se iban tres de mis hijos a estudiar música y regresaban, se siente feo ver que ahora solamente regresan dos”, comentó Adrián entre sollozos. Mostró las fotografías que guarda de sus hijos y sus nietos, y relató a que se dedicaba cada uno de ellos. Dos estaban estudiando, uno la secundaria y otro quería ser mariachi, de eso solo quedan recuerdos.

Mientras tanto, se preparan las flores, se limpian las tumbas y también el templo para la primera celebración de muertos en un año especial para la comunidad de San Isidro, donde la tragedia cambió la vida de las personas.

https://www.elsoldepuebla.com.mx/estado/chilchotla-recuerda-con-dolor-a-sus-11-ninos-muertos-tras-una-explosion-de-polvora

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