- Muertes en Zongolica
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- Uno. Cien feminicidios en Zongolica
Una ONG, Colectivo Cihuatlactolli, de Orizaba, ha dado una voz de alerta. En la sierra de Zongolica, en lo que va del año, 2017, año del gobierno azul, han asesinado de setenta a cien mujeres.
“La mayoría están sin resolverse”, de igual manera como los feminicidios en el resto de Veracruz.
La ONG asegura tener documentado caso por caso.
Terrible. Y terrible, porque la montaña negra de Zongolica está considera, cierto, como la más pobre y la más jodida de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Pero al mismo tiempo, una de las regiones más flageladas por la miseria en el país.
Nueve de los doce, trece municipios, en la marginación extrema y que para los funcionarios públicos y académicos significa la miseria.
“Los pobres entre los pobres” les llama SEDESOL.
Allí mismo donde la titular de la SEDESOL jarocha llegó con sus compañeros promotores llevando una estufita para sustituir al brasero rústico tradicional y vestida como indita y con trenzas y pestañas postizas se puso a echar tortillas con las manos ante las compañeras indígenas para darles una clasecita.
Allí mismo donde en el duartazgo, el titular de la Sedesol, Alberto Silva Ramos, aseguró que en su tiempo sacaría de la pobreza a dos millones de indígenas.
Allí mismo donde en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa fue ultrajada y asesinada una indígena de 80 años de edad, doña Rosario Ascencio, por unos soldados.
Luz María Reyes Huerta, asesora jurídica del Colectivo, reveló la numeralia de la muerte. “Nos están matando” dijo al corresponsal de La Jornada Veracruz, Fernando Inés Carmona.
Y, caray, si son de setenta a cien mujeres las asesinadas, el secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, se quedó corto (exhibido, incluso) cuando dijo que el maltrato y crímenes de mujeres se debe a la violencia intrafamiliar, donde los hombres son muy machos.
En la sierra de Zongolica, más que machos, serían feminicidas.
Dos. Genocidio en la montaña negra
Si son de setenta a cien las mujeres ejecutadas en Zongolica, entonces, en vez de feminicidio… habría de llamarse genocidio, pues la estadística es demasiado alta. Peligrosa, incluso.
Y más porque sólo se trataría de este año. Es decir, 8 meses y medio. Es decir, entre ocho y nueve mujeres asesinadas cada mes. Y si son doce municipios, entonces, hablaríamos de una mujer casi casi por demarcación.
Alto el número.
Y riesgoso, porque significa el fracaso total y absoluto de los presidentes municipales y sus comités del DIF, y del DIF estatal, y de las secretarías de Seguridad Pública, Desarrollo Social, Educación y Salud. Todos juntos.
Y de paso, el fracaso de la Fiscalía, pues si cada mes son asesinadas entre ocho y nueve mujeres y ningún detenido, ningún indiciado, ningún condenado, entonces, todos los machitos se crecen al castigo, sean machitos jefes de familia, sean machitos miembros de algún cartel o cartelito.
Todavía peor si se considera otro dato adicional. Según la abogada de la ONG sólo se tratan de los homicidios denunciados.
Peor aún con otro dato espeluznante: de acuerdo con la litigante, en el estado de Veracruz (212 municipios, 212 alcaldes, 212 Ayuntamientos) se han cometido este año alrededor de 150 feminicidios, de los cuales 70 (casi la mitad) en la montaña negra de Zongolica.
Caray, el fin del mundo. El día del Juicio Final. El Apocalipsis.
Además, de la madriza diaria de los hombres a sus mujeres, la llamada violencia intrafamiliar.
Y eso que, por ejemplo, según los presbíteros de Zongolica, la migración de indígenas y campesinos a Estados Unidos y a los campos agrícolas del Valle de San Quintín resulta insólita, a tal grado que hay muchos, muchísimos pueblos, digamos, fantasmas, habitados sólo por niños, mujeres y ancianos, y en donde la mujer es madre y padre de familia.
Y lo peor, con frecuencia, mujeres solas, porque los hombres que partieron a EU volvieron a casarse y las abandonaron por completo.
Con todo e hijos.
Una ONG de Orizaba ha dicho (sabrá Dios) que por eso mismo hay mucha, demasiada prostitución femenina indígena, pues ante el fracaso de la política económica y social, de algo han de sobrevivir.
Tres. Abuso sexual de menores
El infierno anterior se cierra con otra realidad descarnada, como es el abuso sexual a que son sometidos las menores de edad y que por lo regular quedan embarazadas y multiplica el número de adolescentes madres de familia.
Peor tantito si se recuerda que Veracruz ocupa uno de los primeros lugares tanto en chicas embarazadas como en abortos clandestinos, donde la vida se arriesga por todos lados, incluso, hasta con la cárcel en caso de una denuncia penal.
Grave y terrible, entonces, la crisis humanitaria que están viviendo en la sierra de Zongolica y que de seguro ha de ser igual, o peor, que en las regiones indígenas de Huayacocotla, Chicontepec y Otontepec (tan lejanas de Xalapa, como si fueran de otro planeta), Papantla, Soteapan y Oteapan y los Valles de Santa Martha y Huayacocotla.
Hacia ellos habría de mirar la yunicidad.
Pero en el gobierno azul sólo existe un par de prioridades:
La primera, encarcelar en el penal de Pacho Viejo al mayor número de duartistas para posicionarse más, y pasar a la segunda, como es “el orgullo de mi nepotismo”.