Luis Velázquez | El Piñero
09 de agosto de 2021
El lunes 30 de agosto, inminente regreso a clases presenciales en Veracruz. El góber de la 4T, feliz y dichoso, entregando buenas cuentas a López Obrador. El doctor en Educación, “maestro de todos los tiempos” como a sí mismo se declara, Zenyazen Escobar, con argumento poderoso. El siguiente:
“Si los chicos van a la playa y plazas comerciales, entonces, con más razón estar en el salón de clases”.
Quizá se le olvidó incluir en sus pretextos y motivos el bailongo de “Los Ángeles Azules” y el festival de Cristhian Nodal, sin Belinda, en el WTC de Boca del Río.
Y el pachangón religioso en Xico, donde la presidenta municipal tiene una filosofía de vida. “De cualquier manera, morirán”.
Escuelas de kínder, primaria, secundaria, bachillerato y universidad, a clases presenciales, cuando, caray, en Sinaloa y Oaxaca, unos pueblos ya decretaron Toque de Queda, virtual Estado de Sitio por el COVID.
Y en Israel y la India, van por la tercera vacuna, porque las dos primeras no sirvieron.
Y la Tercera Ola de la pandemia está más dura, ruda y canija, originando peores estragos en la vida humana.
Con todo, la grave irresponsabilidad de Zenyazen. Todo, para congraciarse con el góber de cara a la elección del candidato a gobernador en el año 2024. Y para que Kuitláhuac quede mejor con el Señor Presidente.
El COVID, entonces, cien por ciento politizado.
Desde el poder público, exponiendo la vida, pues si la gente anda en las playas y plazas comerciales y restaurantes y antros y de vacaciones en otras latitudes geográficas a pesar del COVID se debe única y exclusivamente a la mano contemplativa de la autoridad a la que ha faltado firmeza para establecer el Toque de Queda.
Más, mucho más, cuando cada día deja como resultado, mínimo, unos veinticinco muertos únicamente en el estado de Veracruz.
“AQUÍ MANDO YO”
Unos diez niños han muerto por el COVID en el transcurso del año en Veracruz. Un montón, contagiados.
¡Vaya ironía! Hasta las mascotas de los niños están cayendo con el desastre sanitario.
Entonces, sin tener un doctorado en Epidemiología de la Universidad Quetzalcóatl, la mezcla y convivencia de niños de todos los orígenes sociales en el salón de clases significa un riesgo muy canijo.
Más, cuando el góber, igual que el secretario de Educación de Veracruz, lanza su argumento poderoso de que sea como sea habrá clases presenciales y allá cada padre de familia si los desea llevar.
El autoritarismo de uno y otro en su dimensión más elevada. “Aquí mando yo” dirían, como aquella, Kuitláhuac y Zenyazen. Aquí, solo “mis chicharrones truenan” y punto.
Un día, la secretaría de Salud cacareó que con vacunar a los profes bastaba y sobraba para el regreso a clases, pues los menores, decretaron, son inmunes.
Y entonces, y como maldición superior, los niños empezaron a caer fulminados por el COVID y hasta muertos se registraron.
Ahora, como los niños van a las playas, entonces, todo listo para regresar a clases.
En otras naciones del mundo se han arrepentido de su autoritarismo y vuelto a las encerronas en casa.
En Estados Unidos, aquella peste convertida en recesión duró diez años y fue la peor del siglo anterior en la vida sanitaria, económica y social.
Aquí, en México, apenas, apenitas, llevamos un año y un semestre con la pandemia y tan pronto ya nos pusimos broncos y rejegos, bragados y peleoneros, trepados en el Veracruz de un solo hombre, mejor dicho, de dos, Kuitláhuac y Zenyazen, arguyendo el triunfal regreso a la normalidad en la vida los días y las noches.
Ojalá y el supremo dios indígena, Quetzalcóatl y/o Huitzilopochtli se apiaden de los niños de Veracruz para evitar peores consecuencias.
EL PÍPILA DE KUITLÁHUAC
Van más diez mil muertos solo en Veracruz por el coronavirus y con tantos vientos huracanados, más de diez mil familias enlutadas, número incalculable de hijos huérfanos, parejas viudas, y ni así, el profe Zen se arrodilla ante el altar, digamos, de la patria, rezando a los curitas Miguel Hidalgo y José María Morelos.
Quizá porque cuando fue strippero en los antros de la región de Córdoba y Orizaba se hincó demasiado mostrando atributos físicos, biológicos, corpóreos, a sus devotas y fieles seguidoras y fans, solteras, casadas, divorciadas y viudas en shows y en despedidas de solteras en departamentos.
Nadie desearía que un solo menor de kínder, primaria o secundaria sufriera un fatídico ataque de caspa. Menos, de COVID.
Pero, bueno, como dicen que el mundo es de los arriesgados, temerarios y aventados, entonces, Zen, como Narciso Mendoza, el Pípila, “tirará su espada en prenda” para cumplir con la orden superior del regreso a clases.
Y es que con la vuelta a clases presenciales en automático volvería la normalidad y las calles y avenidas de las ciudades y los pueblos se llenarían de madres de familia corriendo con sus hijos a la hora de entrada y salida de las escuelas y todos de nuevo, ajajá, seremos felices y dichosos.
El maestro Zen nos llevará al paraíso terrenal, la tierra prometida, gracias a la Morenita del Tepeyac…
