Luis Velázquez | Barandal
23 de abril de 2021
ESCALERAS: Hay una competencia entre algunos gobernadores del país para volver a clases presenciales. Siete, por ahora, levantaron la mano. Ligeritos y cooperando con la secretaria de Educación… que convocó a todos. Es prioritario, dijo. Y luego luego, rapiditos, patrióticos y efectivos.
Por ejemplo, la profe Delfina Gómez, SEP, presidirá en Veracruz la vacunación a los profesores. Así, inmunes al COVID.
Al momento, la autoridad se refocila hablando de que vacunados los maestros, la pandemia será derrotada para volverse la normalidad.
Pero… ¿los niños, los adolescentes, los jóvenes son inmunes?
PASAMANOS: En el discurso oficial, que inyectando a los profesores, el contagio está librado.
Pero, naturaleza humana al fin, por aquí los maestros retornen a la normalidad harán su vida cotidiana como en cualquier día o noche antes del coronavirus.
Y “veinte y las malas” correrán riesgos.
Y es que por ahora, ningún epidemiólogo, no de Veracruz, tampoco del país, sino del mundo, tiene bolita de cristal, varita mágica, para declararse triunfador y decir que la vida se ha recuperado.
CORREDORES: Nada garantiza la inmunidad de los chicos. Son seres humanos y a pesar de la edad están expuestos.
Más, cuando en el medio ambiente, en la convivencia, hay demasiado riesgo.
Más, cuando y como en Veracruz, por ejemplo, ya trascendimos los nueve mil muertos, de manera oficial, por el COVID.
Con todo, el próximo trece de mayo, el regreso al salón de clases en la escuela primaria.
La Universidad Veracruzana, tan mesurada que se había expresado, también se unió al coro. En el próximo ciclo, la vuelta a las facultades. Por lo pronto, ajá, que será híbrida. Mitad en el salón, mitad en casa con clases virtuales.
BALCONES: A estas alturas, ninguna duda de que el COVID está más politizado que nunca. La decisión política por encima de la salud pública. Mejor dicho, por encima de la vida. La muerte, en el otro lado del charco.
Ojalá que las cosas salgan bien, con vientos favorables. Toda vida humana es invaluable. Y si pega y duro la muerte de un profesor, más, mucho más, de un menor de edad.
¡Que grave sería que en alguna escuela primaria de Veracruz los niños empezaran a contagiarse y morir por el COVID, nomás porque por decreto fue ordenada la vuelta al salón de clases!
PASILLOS: Que las escuelas privadas están quebrando y cerrando, incluso, de manera definitiva, la mitad de Veracruz (y del país) estamos igual. O peor.
Que cada vez, los empresarios, industriales, comerciantes y changarreros se quejan de negocios en bancarrota, también pega duro y más feo el desempleo galopante.
Que en todas partes del mundo están endureciendo las medidas sanitarias porque el COVID parece inderrotable, nada más aconsejable y sabio.
Pero, bueno, las clases en el salón son inminentes.
VENTANAS: En el dato oficial, más de nueve mil muertos en Veracruz en un año únicamente por el COVID son palabras mayores.
El hecho convoca a la mesura y la prudencia.
Cierto, cierto, cierto, la desesperación social hasta de los padres de familia para desahogar su estrés resulta canijo y sueñan con desafanarse de los hijos en casa.
Y como en el caso de las tribus partidistas, de cara a la elección de quince gobernadores y quinientos diputados federales, más los diputados locales y alcaldes en algunas entidades federativas.
Pero así, igualito, ha sido en todos los tiempos con las pandemias.
Ojalá que los astros se acomoden para bien de la secretaría de Educación Pública.