Luis Velázquez Barandal
29 de marzo de 2019
ESCALERAS: Luego de 533 asesinatos, entre ellos, 60 feminicidios, hacia el día 117 del gobierno de Veracruz, el tsunami de violencia ha llegado a Morena.
El domingo 25 de marzo, un par de militantes fueron asesinados en Azueta.
Uno, promotor de las 9 universidades de Morena.
Y el otro, “Servidor de la Nación” que así denominan, entre otros, a los promotores de los programas sociales de AMLO, el presidente.
Fue en la colonia Tejeda, en una estética, la tarde del domingo.
Uno de los muertos, el dueño, Justino Castro Serrano.
El otro ejecutado a tiros, Ignacio García Islas, enlace de los Programas Federales en la región. En la elección del año 2017 fue candidato suplente a la presidencia municipal de Azueta.
Y sin que nadie invente ni adultere la estadística de la muerte en Veracruz, los hechos son los hechos.
En el trascendido, sin embargo, denotan una relación amorosa entre ambos.
PASAMANOS: Además del par de homicidios de los militantes de Morena, los clientes fueron despojados.
Igual, igualito, que con el asalto a feligreses en una parroquia de Córdoba y el asalto a los comensales en una taquería de Córdoba y el asalto a los clientes, amorosos furtivos, en un motel de Córdoba.
La vida, una vez más, prendida con alfileres.
El colmo: asaltar una modesta y sencilla estética en Azueta, un pueblo suburbano. Un domingo en la tarde. A balazos.
Nadie, entonces, está a salvo.
Por un lado, el fracaso de la secretaría de Seguridad Pública.
Y por el otro, el fracaso de la Fiscalía.
Incertidumbre, zozobra e impunidad como un cóctel explosivo que abre la puerta para que la delincuencia organizada y común se multiplique.
CORREDORES: Hipótesis una: ninguna estrategia de seguridad oficial ha funcionado para combatir a los malandros y los carteles siguen ganando la batalla.
Hacia el final del día y de la noche, la regla universal de los carteles y cartelitos es vivir con el motor a mil por hora y el tanque lleno de gasolina, conscientes de que la muerte los sigue y persigue.
Hipótesis dos: ninguna mella causaron los doscientos mil muertos dejados por Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto en la guerra contra los carteles.
Ellos saben que solo pueden ganar batallas dejando un montón de muertos en el camino.
Y siguen para adelante.
El país chorrea sangre.
Hipótesis tres: nada hace retroceder a los carteles. El negocio es múltiple: droga, huachicoleo, secuestros, desapariciones, cobro de piso, migrantes, prostitución y negocios ilícitos.
Tan es así que muchos políticos, y ni se diga jefes policiacos y policías, fueron y son sobornados.
BALCONES: Hipótesis cuatro: antes, en el felipismo y el peñismo, los soldados y marinos fueron enviados a la calle a combatir a los capos y sicarios. Fallaron. Ahora, la nueva esperanza se llama Guardia Nacional.
Más efectiva fue la Policía Rural con Benito Juárez y Porfirio Díaz Mori.
Por eso, incluso, en muchos pueblos florecen las guardias comunitarias.
Y como en el caso de Veracruz (Soledad Atzompa y el Valle de Uxpanapa), la población organizada para detener, linchar y quemar vivos a los malandros.
Justicia, ni modo, por mano propia.
Hipótesis cinco: los carteles siguen creciendo. La versión extraoficial de que, por ejemplo, un nuevo cartel opera en Veracruz, aun cuando el gobierno estatal lo desmintiera. En todo caso, la palabra oficial contra la realidad real.
Hipótesis seis: hay gobernadores y presidentes municipales que se la pasen “lavándose las manos”, inculpando al gobierno federal. Pero, a todas luces, está claro: los llamados “tres niveles de gobierno” son corresponsables.
Un alcalde iluso, de Coatzacoalcos, dijo que sopesaba buscar a los carteles para dialogar con ellos y convencerlos de que andan en el camino del mal y que respeten, ajá, la vida humana.
PASILLOS: Hipótesis siete: el gobierno de Veracruz sigue inculpando de la inseguridad a sus antecesores. El discurso ya parece, mejor dicho, es un disco rayado. Cuatro meses después, ya nadie cree en Poncio Pilatos “lavándose las manos” con jabón Octagón. Mientras, Veracruz chorrea sangre y asesinan, entre otros, a un par de militantes de Morena en el municipio de José Azueta.
Hipótesis ocho: el secretario General de Gobierno ha creado y recreado un mundo color de rosa.
Por ejemplo, gritonea que el índice delictivo va a la baja en el caso de robos y asaltos.
Cierto. Pero omite hablar sobre los asesinatos y desapariciones.
Y de paso, sataniza a los medios, igual que Javier Duarte, por ejemplo, y los culpa de adulterar, manipular, tergiversar, la verdad de la realidad o la realidad de la verdad.
Ok.
Pero de acuerdo con Pitágoras, antes que los reporteros manipulen, digamos, la verdad, los políticos la tergiversan, creyendo que en un mundo hecho a imagen y semejanza todavía existen hombres de dos cabezas, serpientes voladoras y platillos extraterrestres.
VENTANAS: Hipótesis nueve: grave sería calificar el asesinato del par de morenistas en Azueta como un atentado a Morena.
Simple y llanamente, fueron dos crímenes como parte de la descarrilada ola de violencia, a reserva, claro, de que la policía sigue investigando para, ajá, dictaminar.
Hipótesis diez: por fortuna, y al momento, Veracruz no ha sido bombardeada de manera salvaje, pero los pueblos y la población han recibido demasiadas, excesivas balas, tiroteos, rafagueo, fuegos cruzados.
Y luego de doce años de luchas, batallas y guerra (de Felipe Calderón a Enrique Peña Nieto y de Javier Duarte a Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García), pareciera que Veracruz nunca se repondrá.
La noche es demasiada larga y la aurora sigue atrapada en las sombras y entre la espada y la espada.
Todos los días, el ciudadano común y sencillo vive con una sensación de soledad, a la intemperie y a la deriva, indefenso ante la realidad avasallante.
Y está bien que “El dos del palacio” crea que los reporteros están debajo de los acróbatas y encima de los arácnidos y al nivel de los payasos en su credibilidad, pero nada incomoda más a los políticos, piel frágil y polvorienta, más que los hechos.
Y los hechos documentan que en 117 días van 533 asesinatos, entre los cuales 60 feminicidios, más 85 secuestros, más 9 políticos ejecutados, entre ellos, los dos últimos, militantes de Morena en Azueta, más un niño secuestrado, desaparecido, violado, asesinado y tirado en un callejón en Las Choapas.