Mussio Cárdenas Arellano/ Informe Rojo
Al H, al Berna, al contador y a los sicarios, la crema y nata de los Zetas en el sur, Ricardo Morales, el fiscal, evadía tocarlos, inquietarlos, hurgar en sus pecados y en sus delitos. Hasta la dispensa de un cadáver les concedió.
Echado de la Fiscalía Regional, el efímero reino en el que apenas destelló, enfrenta hoy una investigación por obstrucción de la justicia, por no cumplir la ley, encara el escarnio y la sentencia social.
Un testimonio, la voz de un insider en la Fiscalía de Veracruz, traza en palabras breves los instantes clave, minutos de tensión, un diálogo áspero, de poder, que provocó su caída, la debacle de un fiscal que operaba a modo, omiso con la causa zeta y la renuncia de otros más.
Sobre la plancha del forense se hallaba Bernardo Cruz Mota, sus restos inertes, en un costado la perforación causada por la bala que le cortó la vida.
Era el “Berna” lugarteniente de Hernán Martínez Zavaleta, alias el Comandante H, o El H, o Jorge Martínez, jefe regional de Los Zetas en Veracruz y Tabasco, y hasta metido en Campeche, en Ciudad del Carmen, donde los petroleros mandan y los líderes sindicales más.
Murió Bernardo Cruz Mota, abatido por las balas de un comando armado, la tarde del viernes 23 de junio, en la colonia Benito Juárez Norte, en Coatzacoalcos.
Sería sepultado un día después, el sábado 24, con honores de zeta, el duelo de los políticos que se cuadran al H, de los empresarios que se echan el drink con el H, del jet-set que profesa admiración y respeto y que ya se siente zeta.
Al Servicio Médico Forense se presentó el contador del H, un personaje ligado al medio hotelero de Coatzacoalcos, y con él sus sicarios, sujetos de aspecto torvo que no hablan ni gesticulan, sólo accionan el gatillo cuando lo deben jalar.
“Si tocas ese cuerpo, te mueres”, bufó con voz de mando, tronantes sus palabras, invocando el nombre del H, que exigía respeto a los restos de su hombre de confianza, Bernardo Cruz Mota.
“Si lo tocas, te mueres”, le soltó.
Alegaba el personal que debían seguir el procedimiento, tramitar la dispensa de la autopsia.
Tronó de nuevo el enviado del H. Obligó así a una llamada telefónica al todavía fiscal regional, Ricardo Morales Carrasco.
“Entreguen el cuerpo”, resumió.
Salvaba así su responsabilidad el personal del Semefo que, sin embargo, días después fue reconvenido y algunos de sus integrantes, cesados.
Horas después, el cadáver del Berna llegó al cementerio Colinas de la Paz. Ahí, El H. Y ahí el jet-set, políticos y empresarios, aquellos que habían escuchado las arengas del zeta, expresando que aquel que se considerara su amigo estaría en el sepelio de su amigo. “Y el que no se presente, es mi enemigo”.
Apenas se supo en la Fiscalía General y en el gobierno yunista que la autopsia había sido dispensada, llegó la contraorden: “Realicen la autopsia o van a tener que exhumar el cadáver después”.
Y al sepelio se presentó el Semefo, apoyado por elementos de la Marina que escoltaron el cuerpo hasta la morgue donde se cumplió con la necropsia de ley. Luego les fueron entregado los restos a sus familiares.
Simultáneamente, en la colonia Nueva Calzadas, una masacre escandalizaba a Veracruz, ordenada por el Comandante H, vengando la muerte, según él, de su amigo El Berna.
Seis personas —cuatro niños, su madre y su padre— fueron ultimados con saña, por la mano de Alaín López Sánchez, “La Liebre”, el sicario más sanguinario del H.
Ahí detonó el escándalo y la caída del H.
Cinco días después, en un hotel de Cárdenas, Tabasco, fue detenido Hernán Martínez junto con dos sicarios y operadores, remitidos a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, en la ciudad de México.
Y cuatro días más tarde, cayó el ex fiscal Ricardo Morales.
Del ex fiscal regional habla el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, en Coatzacoalcos, el domingo 16:
“Fue removido y se le investiga. Hay un carpeta de investigación por haber mentido en torno a la necropsia que se le debió haber practicado a un sicario que formaba parte de la banda del H”.
Yunes no cita al Berna por su nombre. Luego apunta:
“No resistió la presión, la amenaza y permitió que el cuerpo fuera llevado al cementerio. Antes de llegar al cementerio fue interceptado y se hizo la necropsia como la ley lo señala y fue removido el fiscal por no haber cumplido con la ley”, detalló.
No tiene toda la historia Yunes azul. Ricardo Morales intimaba con el contador del H y recibía atenciones y favor, un lugar donde vivir, alimentos para él y su esposa.
Camarada de los esbirros del jefe zeta, fue pródigo en su generosidad, dispensando una autopsia al sicario mayor, el “Berna”.
Todo una contradicción, Ricardo Morales debía procurar justicia y evadía la ley. En sus cuatro meses en la Fiscalía, no resolvió crímenes, ni profundizó en el hallazgo de una fosa clandestina en Minatitlán.
Ofrecía que “las oficinas de la Fiscalía están para el servicio de los ciudadanos, las puertas de nuestras oficinas están abiertas para atender y escuchar a los ciudadanos que requieran de nuestra atención”, pero sólo era show.
Una frase célebre, el 9 de febrero, mientras dictaba una conferencia magistral:
“No tengo miedo a equivocarme, mientras viva tengo el derecho de corregirlo”.
Ahí mismo pronunció otra:
“Le agradezco a mis críticos implacables, a los que no me conceden ningún margen de error, a mis conocidos, amigos, y familiares, a la Federación de licenciados en derecho, al sindicato democrático, y a todos los que les interesan estos temas del Derecho, sus comentarios. Soy, como siempre lo he dicho, un abogado más, lleno de defectos, común y corriente, que solo intenta que nuestra sociedad sea más justa”.
Desde el lado oscuro, tiraba rollo el fiscal del yunismo, pillado en su doblez con el H, que lo mismo elevaba la voz en la Suprema Corte de Justicia de la Nación impidiendo la basificación mañosa de burócratas con que Javier Duarte pretendió sembrar de incondicionales el gobierno de Veracruz, que le sirve al líder zeta.
El periodista Luis Ramírez Baqueiro, en su columna Astrolabio Político, expresó, el 14 de mayo:
“Se le ponen dé a peso las cosas al fiscal Regional de Coatzacoalcos, Ricardo Morales Carrasco, cuando un alto funcionario de la Fiscalía, le llamó para darle tremenda regañiza porque corren las versiones de que ‘aco$a’ a un candidato del sur de Veracruz.
“El señor fiscal Morales Carrasco mandó pedir 70 mil pesos para hacerse guaje con un asunto en donde se involucra al candidato, quien habría aportado el recurso, pero lejos de resolverse, el señor fiscal mandó pedir más, y fue cuando el aspirante le llamó a un miembro de la familia que gobierna Veracruz, y éste a su vez se quejó con los mandos en la fiscalía. Para rematar, la gente en Coatzacoalcos ya no sabe qué hacer con la esposa del fiscal Morales Carrasco, quien se la pasa metida en su oficina, checando quién entra y quién sale, celándolo constantemente. Dicen que lo primero que hizo, fue correr a las secretarias ‘de buen ver’ que estaban ahí en el piso de su esposo, y nadie pasa antes con él si no se entera antes ella”.
O sea que al fiscal lo fiscalizaba su mujer.
Aprehendido Hernán Martínez, el 29 de junio, el fiscal rehuía confirmar el golpe. Tendría que aguardar a que se pronunciara la vocería del fiscal general, Jorge Winckler.
“Ésas son las instrucciones que marca la norma, por boletín oficial, sino con mucho gusto. En este caso no puedo decir ninguna información por el momento, nos dicen así que esta conducta en cuanto a asuntos importantes hasta que llegue información con mucho gusto. Lo están publicado en Twitter y Facebook”.
Y evadió el tema. Luego lo pillarían en la dispensa de la autopsia al Berna.
Así fue su paso por la Fiscalía Regional. No cedió al narco por amenazas o por intimidación. Fue dócil. Mantenía cercanía con el contador del Comandante H, el de las ligas con el consorcio hotelero, acatando y torciendo la ley.
Se comportó con el H como si el H fuera su patrón.
de: http://www.plumaslibres.com.mx/2017/07/17/comandante-h-ex-fiscal-no-fue-amenazado/