• La casa de Don Hilario y Doña Bertha, es de láminas y cimientos de madera podridas.
Carlos Abad| El Piñero
Tuxtepec, Oaxaca.- Hace cuatro años, una pareja de la tercera fue visitada por Fernando Bautista Dávila, entonces candidato del Partido del Trabajo (PT) a la presidencia municipal de Tuxtepec, quien le regaló una gorra con las siglas del partido y un calendario con su rostro sonriente.Y aquella ocasión, le prometió que de ser presidente la vida del señor de 85 años cambiaría al instante, pues tendría una vivienda digna en la calle “Agustín Melgar” de la Colonia “El Mirador”.
Hoy en día con ese mismo almanaque, Don Hilario Medina Blanco cuenta los días para que por fin lleguen a su hogar las láminas, el piso y el techo firme, que impidan que la lluvia, el sol, el ruido y hasta el frío entren por su vivienda que él mismo construyó hace 30 años y que apenas se puede sostener, misma que está a punto de caerse con el próximo viento fuerte que azote a su puerta, pues todas sus láminas están podridas.
En pleno 2020 con un Gobierno Municipal #DelLadoDeLaGente, la casa de Don Hilario no tiene ventanas, en su interior apenas se puede caminar dentro de ella, pues hay que agacharse para ir de la cocina a la sala, no hay paredes de concreto y por si fuera poco el piso es de tierra, en pocas palabras es indigna para dos “abuelitos” que están en la recta final de sus vidas.
Don Hilario señala que cuando Fernando Bautista Dávila anunció la puesta en marcha del Instituto Municipal de Vivienda y puso a Marcos Bravo como su director, de inmediato acudió para recordarle al ex candidato a la diputación local, que él también pasó a su casa a pedir su voto de confianza y le prometió construir una vivienda.
“Que nos iba a echar la ayuda con las cosas de la lámina, pero no ha habido nada, a ese Marcos yo lo he ido a ver y no más me dicen ¡voy a mandar a la gente! Y nunca nadie llega, nada más prometen, pero no cumplen” dijo don Hilario.
Agregó “mi casa es de lámina ya jodida, podrida y por eso pido, como la voy a tener sino tengo dinero, no tengo nada, soy pobrecito, nosotros somos 300 gentes en el mirador y todos votamos por él, cuando él agarró el puesto en Tuxtepec, Dávila, quiero que me cumplas con lo que me prometiste, arreglar mi casa, láminas, montenes y no me han dado nada”.
Ella es Bertha Hernández Guzmán, tiene 72 años y desde hace 30 años vive con Don Hilario, la señora contempla que el edil pasará nuevamente a su casa a pedir su anuencia, ahora para ser diputado federal y es probable que les haga las mismas promesas que no ha cumplido en los últimos cuatro años “Presidente Dávila, usted me prometió hacer la casa”.
Doña Bertha y Don Hilario viven en pobreza extrema y con un alto rezago social, y son apoyados únicamente con la pensión para el bienestar de los adultos mayores que el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador les otorga a quienes tienen 65 años o más, “pues Obrador es el que nos ayuda con la pensión, no más él nos ayuda”.