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Copia Xerox de Duarte y Yunes; Cuitláhuac hace lo mismo que criticaba

El Piñero

Luis Velázquez Barandal

08 de junio de 2019

ESCALERAS: Cuitláhuac García desprecia a sus antecesores en la gubernatura, pero la profecía se está cumpliendo porque un semestre después hace lo mismo que critica.

Casi casi, como una copia Xerox, igual, igualita a Miguel Ángel Yunes Linares y Javier Duarte.

“Una gota de agua a otra gota” diría el clásico pueblerino.

Ni hablar, es ley de la vida. “En la casa del jabonero, el que no cae, resbala” describe el adagio popular.

Entre otras cositas por las siguientes actitudes y hechos…

PASAMANOS: Uno. Si Duarte y Yunes cayeron en el nepotismo, el cuatismo y el amiguismo, Cuitláhuac canta bien las rancheras. Su primo, Eleazar Guerrero, como la gran figura simbólica de la república amorosa encaramada en el poder sexenal y efímero de Veracruz.

Dos. Si Yunes encarceló a un montón de duartistas y nunca, jamás, se metió con los caciques, Cuitláhuac tiene presos a un par de “señores de horca y cuchillo” en sus pueblos. El primero, el cacique de Chicontepec, y el segundo, el cacique de Coxquihui. El primero, acusado del secuestro del esposo y de la secretaria de Trabajo. Y el segundo, por dejar en libertad a unos presos.

CORREDORES: Tres. El Duartazgo entró a la historia por la creación de empresas fantasmas. Cuitláhuac lleva montón de denuncias penales contra la yunicidad y que significan por ahora un presunto desvío de 5 mil millones de pesos. Todos los políticos, priistas, panistas y morenistas, bajo la sospecha de pillos y ladrones. Un riesgo “escupir para arriba”.

Cuatro. El par de ex gobernadores apostaron a la opacidad. Guerra abierta a la rendición de cuentas. El diputado presidente de la Comisión de Vigilancia de la LXV Legislatura ha dicho que el caso de la compra de patrullas, ambulancias y medicinas podría, digamos, abrirse hasta fin de año. Mientras, el Congreso lo resguarda como “el tesoro escondido”.

BALCONES: Cinco. En el tiempo priista y panista, “el acarreo” de gente para los actos públicos. Igual, ahora, en cada gira de AMLO, y en donde parte de la población “se ha salido del huacal” con muchas denuncias al presidente de la república.

Seis. Yunes inculpó a Duarte del tsunami de violencia. Cuitláhuac inculpa a Yunes y Duarte de la ola de inseguridad, incertidumbre y zozobra. Los políticos siempre necesitan una piñatita para justificarse.

Siete. Con Yunes, Veracruz fue campeón nacional en homicidios. Con Cuitláhuac, mantiene su crédito en asesinatos, pero su característica fundamental son los feminicidios, los infanticidios, los secuestros y los linchamientos… y que nunca antes.

PASILLOS: Ocho. Javier Duarte alardeaba de las visitas presidenciales en su tiempo, por ejemplo, las de Enrique Peña Nieto, aun cuando, igual que ahora, la mayor parte se debían a hechos históricos. AMLO ha visitado Veracruz en seis ocasiones. Y también, la vocería alardeando de.

Nueve. En el pasado inmediato, el poder público repartido entre los cuates como parcelas de poder. En Cuitlalandia, unas secretarías del gabinete legal para la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Otras, para Ricardo Ahued, ahora, director general de Aduanas. Otra, para el diputado federal, Ricardo Exsome. Digamos, y en todo caso, el equilibrio del poder, ajá. También, el más profundo sentido democrático bajo la regla universal de E´to pa´ti y e´to pa´mí.

VENTANAS: Diez. Con Javier Duarte, carteles. Con Yunes, carteles. Con Cuitláhuac, carteles, dueños del día y de la noche, estableciendo la agenda pública. En el trascendido, un nuevo cartel en Veracruz, Del Siglo, aun cuando el secretario de Seguridad Pública salió, a destiempo, a decir que se trata de una simple pandillita de colonia popular, ajá.

Once. Con Yunes, el Colectivo de Aracely Salcedo, de Orizaba, el consentido. Con Cuitláhuac, el Solecito, preferido. Ahora, la señora Salcedo dice que aun cuando Cuitláhuac y su gente ni la ven ni la oyen, la puerta está abierta.

PUERTAS: Doce. Con Patricio Chirinos Calero gobernador, un linchado en el sur de Veracruz. Un pastor evangélico que abusara de una chica. 4 gobernadores después, con Cuitláhuac, seis malandros detenidos, linchados y quemados vivos en Soledad Atzompa.

Trece. Con Duarte y Yunes, el cabildeo mediático en la Ciudad de México. Igual que ahora, con Cuitláhuac. La prensa defeña por encima de la prensa local. La prensa defeña, con repique de campanas en la Presidencia de la República. La prensa jarocha, en el localismo empobrecedor.

CERRADURAS: Catorce. Yunes excluyó a la mayor parte de los medios. “Los medios, dijo, han de vivir de sus medios”. Ahora, Cuitláhuac los rasura más y más. La nueva ley sobre Medios de Comunicación es un muro peor que el de Donald Trump. Muchos, demasiados requisitos para ser considerados y bajo la advertencia de que ya se verá. Además, oh paradoja, el pago de un billetito para inscribirse en la lista de proveedores de servicios.

Quince. El populismo como eje rector. Populismo ramplón y barato le llamaría el politólogo Carlos Ronzón Verónica. Cuitláhuac, trepando a un ADO en la TAPO para viajar de la Ciudad de México a Xalapa. Y, claro, publicitando su foto. Lo hizo solo unas veces, luego, se olvidó. Entonces, apostó a otro camino, como por ejemplo, comer mondongo en un restaurante de paso, comer ceviche en el mercado popular de Coatzacoalcos, comer “arroz a la tumbada” en Alvarado.

PATIO: Dieciséis. En el mismo eje rector de Duarte y Yunes, la exclusión política de los incómodos e indeseables y contestatarios. Cuitláhuac, por ejemplo, apretando el botón nuclear contra un trío de diputados locales, Amado de Jesús Cruz Malpica, José Magdaleno Rosales Torres y Érik Iván Aguilar López.

Diecisiete. Y encima de todo, el infierno: los asesinatos, los carteles, la droga, los pobres, los miserables, la desigualdad social, económica y educativa, los niños con cáncer, los enfermos de VIH, la gente sin techo.

Dieciocho. Lo peor, Cuitláhuac sigue mintiendo a la población. Creando y recreando un castillo de arena, un mundo color de rosa, el palacio del príncipe vitoreado por el tlatoani.

En todo caso, líneas en la arena reescribiendo el desencanto y el descontento popular, cada vez mayor.

Veracruz, atascado en un lodazal de agravios sociales, sin ningún líder político y moral que redima el destino de los 8 millones de habitantes.

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