José Murat| La Jornada
La construcción de la democracia en América Latina ha sido un proceso largo, accidentado y doloroso, con fuerzas resueltas y proactivas y también con resistencias severas de los grupos oligopólicos y los poderes de facto. Por eso vale la pena recordar y celebrar que hace 40 años nació un instrumento multinacional y diverso para impul-sar la edificación y la consolidación de la democracia representativa y el sistema de partidos, además del desarrollo económico y social del subcontinente, la Copppal.
En efecto, justo en el aniversario del encuentro de los dos mundos, el oc-cidental y el indígena, el 12 de octubre de 1979, se constituyó en la Ciudad de Oaxaca de Juárez la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina, con la iniciativa de Gustavo Carvajal, presidente del PRI, y de varios connotados dirigentes comprometidos con la democracia, la justicia social y la unidad de las fuerzas progresistas del subcontinente.
La Copppal, con una trayectoria de cuatro décadas es, desde entonces, el más importante foro de partidos políticos de América Latina y el Caribe, y uno de los principales a escala mundial. Hoy en día agrupa a más de 60 partidos políticos de 29 países del continente.
La nueva organización se conformó en un momento axial, un punto histórico de definiciones en América Latina, pues varios países hermanos venían emergiendo de un largo proceso de autoritarismo vertical. Muchos más aún sufrían efectos de dictaduras militares.
República Dominicana, Colombia, Ecuador y Nicaragua, entre otros países, habían iniciado su transición democrática, y todavía llevaría algunos años para que paulatinamente se demolieran los edificios políticos autoritarios de países como Bolivia, Argentina, Guatemala, Brasil, Uruguay, Paraguay, Panamá, Chile, Honduras, entre otros, con la participación activa de mujeres y hombres comprometidos con la democracia y la construcción de un sistema plural de partidos políticos, en el espíritu de la Copppal.
En efecto, en esa atmósfera enrarecida, fines de los setenta, en donde la traslación pacífica y cívica del poder público era la excepción y no la regla, o en donde la sucesión legal y legítima de los poderes constitucionales estaba en una etapa embrionaria, los dirigentes de varios partidos políticos decidieron unir fuerzas en favor de la democracia, pero también de un proyecto social que dotara a los nuevos regímenes a construir o a consolidar de un contenido de avanzada un crecimiento económico sostenido y compartido para satisfacer las crecientes necesidades de las mayorías populares: empleo, alimentación, educación y salud. De manera particular, emprender un combate frontal a la pobreza y la pobreza extrema de los pueblos indígenas, los dueños originales del continente.
Por eso, la Copppal agrupó a partidos políticos definidos en sus plataformas ideológicas y programáticas como nacionalistas, revolucionarios y antimperialistas, con la socialdemocracia como el denominador común, la lucha por los derechos económicos, sociales y culturales de sus pueblos por la vía del sufragio efectivo, las libertades fundamentales, el equilibrio de poderes y las instituciones republicanas.
En su Declaración de Principios, la Copppalse define como un foro de partidos democráticos y progresistas que otorga prioridad a la defensa de la soberanía de cada nación, a la vez que se pronuncia por el establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo y por la unidad de los pueblos latinoamericanos. Cada que ha sido preciso ha expresado su repudio a toda suerte de intervencionismos.
La propia declaración, documento que contiene los principios y también los ejes rectores de la agrupación, señala que sus propósitos medulares son defender una democracia que garanti-ce la participación de las mayorías y las minorías en las funciones decisorias del Estado, en un marco de seguridad jurídica que permita las libertades públicas del individuo, el derecho pleno a la participación política y el respeto a la diversidad ideológica.
En ese instrumento señala como sus objetivos específicos: defender la democracia y las instituciones jurídico-políticas, así como propiciar su desarrollo y perfeccionamiento; fortalecer el principio de la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos; promover el proceso de integración regional; apoyar toda iniciativa que propugne por el desarme; promover la defensa, soberanía y mejor aprovechamiento de los recursos naturales de cada país de la región.
De manera especial, este órgano multipartidario se ha pronunciado por la defensa de los migrantes, sus derechos positivos y humanos, repudiando su tratamiento punitivo, su criminalización, una tendencia de la nueva derecha de los países receptores industrializados, justamente los más beneficiados por el trabajo, el consumo y el pago de impuestos de trabajadores altamente productivos. También ha impulsado políticas de equidad de género y ha llamado a medidas para proteger al planeta del cambio climático.
Conmemorar y celebrar un año más de vigencia de la Copppal es defender el legado de uno de los precursores principales de la instauración de la democracia en prácticamente todo el subcontinente latinoamericano y el Caribe. Son instituciones y prácticas que debemos defender y fortalecer todos los mexicanos y todos los latinoamericanos.