Luis Velázquez | El Piñero
30 de agosto de 2021
UNO. 2 muertos cada día
En el pueblo, Soledad de Doblado, una parte de la población, quizá la mayoría, vive aterrorizada. Todos los días están muriendo de una a dos personas, días más, por el COVID.
Incluso, y como “la muerte tiene permiso”, hay un chico que desde el primer muerto lleva la bitácora del dolor y el sufrimiento.
Y tiene registrada en la computadora la lista del primero al último muerto, ayer.
Nombre, apellidos, edades, oficio, pareja e hijos si dejaron.
DOS. Estadística de la muerte
Los muertos son de todas las edades. Desde niños hasta ancianos. Y aun cuando su estadística de la muerte en la cabecera municipal, la versión es que son más si se consideran, por ejemplo, las comunidades y rancherías.
El único antecedente de la muerte tan socorrida en el pueblo fue en el siglo pasado, hacia mediados, cuando la enconada lucha agraria y que dejara cuarenta mil agraristas asesinados en diez años en Veracruz, tiempo de la banda de sicarios, “La mano negra”, del cacique, latifundista y pistolero, Manuel Parra.
TRES. Tiempo incendiario en el pueblo
Fue el tiempo aquel cuando en el pueblo las calles y avenidas se inundaban de agraristas y luchadores sociales enarbolando las banderas de Lenin y Trotsky clamando la llamada “Dictadura del proletariado”.
Por allí, pronunciando discursos incendiarios desde el gran líder campesino, Úrsulo Galván, hasta el dirigente del movimiento inquilinario nacido con el sastre Herón Proal.
Desde entonces, a la fecha, nunca la muerte había causado tantos estragos.
Por fortuna, y hasta donde es posible, los muertos por COVID han de ser cremados, y se ignora si en el pueblo lo estén aplicando.
CUATRO. Repique de campanadas
Cuando en el mes de noviembre, diciembre, 2019, trascendió el COVID en una provincia de China, Whuan, y aun cuando la profecía era que caminaría en los 5 continentes, nadie creyó que llegaría a Soledad de Doblado.
Pero ahí está y sigue, causando los peores estragos en la vida humana.
De hecho y derecho se trata de la primera pandemia que ha pegado en el pueblo como en tantos otros.
Todos los días, las campanas de la iglesia suenan y resuenan anunciando más muertos.
CINCO. Una canción en el pueblo
Hacia mediados del siglo pasado, un compositor escribió una canción al pueblo exaltando el río Jamapa y a “las lindas choleñitas”.
Albino Fernández era la primera voz en un trío inolvidable llamado “Los Fernández” que hermanos eran.
Ahora, el trío más reconocido se llama “Los Soles” y que, bueno, dadas las circunstancias, habrían de actualizar la canción aquella incluyendo la muerte, el COVID, el terror y el horror.
SEIS. Pueblo chico, infierno grande
Por fortuna, hubo tiempo de vacas gordas y ahora, ni modo, tiempo de vacas flacas.
Atrás quedó la nostalgia de los tiempos buenos. Por ejemplo, hasta una fábrica de hielo y que tanto asombro y perplejidad causara en el niño Gabriel García Márquez cuando a los 6, 7 años, su abuelo, Nicolás Márquez, lo llevara a conocer el proceso industrial para hacer el hielo.
Tiempo aquel cuando el pueblo era la gran disputa de los campesinos en la Central de Abastos en la Ciudad de México para distribuir la producción de papaya de calidad nacional.
Tiempo cuando llegaba la hojarasca con montón de brigadas de trabajadores petroleros buscando pozos.
Y tiempo cuando las brigadas de trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad producían corto-circuitos entre las chicas del pueblo.
Ahora, “atrapados y sin salida”, como en todos los rincones del mundo, por el COVID.
