Redacción | Corresponsalía
Cancún, Quintana Roo. La inseguridad y la corrupción han sumido a Quintana Roo en una crisis que afecta a la población y al turismo, uno de los principales motores económicos del estado. La proliferación del crimen organizado, la falta de regulación en el transporte y el control de ciertos sectores por parte de grupos delictivos han generado preocupación a nivel local e internacional.
Uno de los principales problemas es el dominio de los taxistas en aeropuertos y zonas turísticas, donde se han registrado casos de extorsión, robo e incluso agresiones a turistas y conductores de plataformas digitales. A pesar de múltiples denuncias, las autoridades estatales y municipales no han logrado frenar estos abusos, lo que genera una mala imagen del destino.
A esto se suma la presencia del crimen organizado, que ha convertido a Cancún y la Riviera Maya en puntos estratégicos para el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas. La disputa entre grupos criminales ha incrementado los índices de violencia en la región, con ataques armados en zonas turísticas y comerciales.
Históricamente, Quintana Roo ha sido gobernado por figuras políticas señaladas por corrupción y presuntos vínculos con el crimen. Durante la administración de Roberto Borge, actualmente encarcelado, se reportaron despojos de terrenos, venta ilegal de propiedades y desvío de recursos. Posteriormente, con la llegada de Morena y el PVEM al poder, las acusaciones de corrupción y falta de control sobre la seguridad han continuado.
Actualmente, el gobierno de Mara Lezama enfrenta críticas por la falta de acciones contundentes para frenar la violencia y regular el transporte público. Organizaciones ciudadanas y empresariales han exigido mayor seguridad y políticas que garanticen la tranquilidad de turistas y habitantes.
Mientras tanto, Quintana Roo sigue siendo uno de los principales destinos turísticos del país, pero enfrenta el reto de combatir la delincuencia y recuperar la confianza de visitantes nacionales e internacionales.