Redacción|El Piñero
Las recientes redadas y deportaciones masivas de migrantes en Estados Unidos han tenido un impacto severo en las fronteras con México, además ya está afectado a sectores clave de la economía estadounidense, especialmente la industria de la construcción.
Este último está fuertemente dependiente de la mano de obra latina, por lo que se enfrenta a cancelaciones y demoras en proyectos debido a la falta de trabajadores, lo que ha provocado pérdidas económicas significativas, señala el reportaje “Deportaciones masivas impactan severamente a la economía de EU” publicado en La Jornada.
En entrevista Gerardo García, presidente de la Federación de Migrantes Veracruzanos en América del Norte (Fevan), ha declarado que “Estados Unidos ha intensificado sus operativos migratorios, lo que ha resultado en la deportación masiva de indocumentados, impactando gravemente en las fronteras mexicanas, particularmente en Tapachula, Chiapas.” donde muchos migrantes se encuentran abandonados con la intención de evitar su regreso a EE. UU.
Además, existe la preocupación de que bases militares estadounidenses en la frontera pueden ser utilizadas como centros de detención para migrantes deportados, lo que ha suscitado alarma entre organizaciones de derechos humanos sobre las potencialmente inadecuadas condiciones de detención.
En respuesta a la aceleración de las deportaciones, la comunidad migrante en EE. UU. ha limitado su vida cotidiana, saliendo únicamente para trabajar o adquirir alimentos, narra. Sin embargo, grupos de ciudadanos estadounidenses han formado redes de apoyo, creando centros de ayuda y patrullando áreas susceptibles a redadas, utilizando altavoces para alertar a los migrantes sobre los riesgos.
Además, el creciente racismo en el país ha agravado la situación, creando un ambiente hostil para los migrantes ante el aumento de detenciones en lugares previamente considerados seguros, como escuelas e iglesias.
Esta crisis migratoria, en escalada constante, plantea desafíos no solo para los migrantes, sino también para la economía estadounidense, que empieza a resentir la ausencia de la mano de obra latina, y para México, que enfrenta una presión adicional en la gestión de migrantes y la especial atención ante una crisis de derechos humanos.