Andrés Manuel López Obrador se dirigió a la Nación en el marco de su Primer Informe de Gobierno. Al interior de Palacio Nacional, el Presidente fue celebrado por los poderes políticos, económico y militar, en una ceremonia como no se veía desde el año 2006.
Ciudad de México, 1 de septiembre (SinEmbargo).- Los aplausos retumbaron en Palacio Nacional y el Primer Informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue celebrado en un ambiente que revivió el Día del Presidente.
Antes de 2006 —cuando los legisladores impidieron que Vicente Fox Quesada rindiera su último Informe en el Congreso de la Unión— los presidentes dedicaban un mensaje a la Nación. Inclusive durante el periodo (1929-2000) de gobiernos priistas, el día del Informe era un día para celebrar al Presidente.
López Obrador revivió esta tradición a su manera: Subió al podio y aguardó poder hablar. Al exterior de Palacio el cántico a la voz de “Presidente, Presidente” hizo presencia como lo hizo durante su investidura presidencial en diciembre pasado, y como lo hiciera en noviembre de 2006, afuera de Palacio frente a cientos de personas que al igual que él, desconocieron la derrota en los comicios presidenciales de ese año y abolieron “el régimen de corrupción y privilegios” que puso el pie al primer Gobierno de izquierda.
Al interior del inmueble colgaron estandartes y la trompeta entonó el Himno Nacional y abrió el ambiente para la fiesta: La gente brincó de sus asientos y los castrenses honraron a la Bandera de México.
Previo a la llegada de AMLO a Palacio Nacional, el Patio de Honor —donde dirigió su discurso de Informe— fue una tumba en movimiento. Políticos e invitados hicieron ruido para acomodarse; pero la solemnidad aguardaba.
Poco después de las 11 de la mañana el Presidente de la República ingresó al Patio. La gente lo supo de antemano: En los pasillos y a su paso hacia el templete hubo ruido in crescendo que culminó con estallidos de júbilo y ceremonia cuando hizo presencia.
“No lo voy a leer todo”, dijo López Obrador para romper el hielo y bromear con la gente. Luego agradeció y renovó su compromiso con el país y con la transición a una “verdadera democracia”.
También recordó que ya no hay más de lo mismo y que, a pesar de que las oposiciones y las protestas legítimas ciudadanas son algo “bueno”, sus detractores de derecha no han podido organizarse.
“Los conservadores no se han podido constituirse para que se pueda crear un grupo o una facción como la fuerza de los reaccionarios en nuestros tiempos. Están moralmente derrotados”, afirmó el Presidente.
Aunque la logística fue parecida a las de las conferencias “mañaneras”, no fue así la concurrencia o el talante de AMLO que, después de todo, celebró su día como Presidente con más de 500 invitados entre gobernadores, legisladores, periodistas, representantes de la sociedad civil, militares, empresarios y otros más.
Fue la fiesta de un hombre que llegó a la Presidencia de la República en su tercer intento y después de más de 12 años de búsqueda. Un Presidente legitimado —con más del 60 por ciento de aprobación en las encuestas nacionales más recientes— y en confianza. Con la calma de la edad y el vigor de un luchador que no envejece.
Al final, con un “¡Viva México!”, la gente despidió al “Presidente del cambio”.
DOMINGO EN EL ZÓCALO
Al interior de Palacio Nacional, la élite política, económica y militar se saludó de beso y abrazo. Faltaba media hora para el discurso del Presidente López Obrador y las viejas relaciones ya se actualizaban en el Patio de Honor.
Carlos Slim Helú fue uno de los empresarios invitados. Eran las 10:30 horas y el hombre más rico de México ya estrechaba manos y platicaba con las secretarias de Economía y de la Función Pública, Graciela Márquez Colín e Irma Eréndira Sandoval, respectivamente.
Además del Gabinete federal, de legisladores, castrenses y gobernadores como Kiko Vega (BC) y Claudia Pavlovich (SON), asistieron personalidades como el padre Alejandro Solalinde, el escritor Paco Ignacio Taibo II, los empresarios Emilio Azcárraga (Televisa), Germán Larrea (Grupo México), Daniel Chávez (Grupo Vidanta), Carlos Salazar y Antonio Del Valle (CCE), además del “Súper Delegado” de Veracruz Martín Huerta Ladrón de Guevara, la Procuradora de Justicia capitalina Ernestina Godoy, el presidente del INE Lorenzo Córdova, entre otros.
Mientras los “distinguidos invitados” del Presidente López Obrador estrechaban manos, afuera de Palacio Nacional se vivió otra historia.
Entre las 7:00 y las 10:00 horas de este domingo 1 de septiembre, el Zócalo capitalino estuvo más tranquilo que de costumbre: Las carpas tomaron la explanada frente a Palacio Nacional y en las calles contiguas al recinto colonial —Moneda, Correo Mayor y Corregidora— hubo curiosos y turistas que llegaron desde temprano al centro de la capital del país.
Al principio no hubo —como sucede previo a las mañaneras— tantos grupos con pancartas y exigencias para el Presidente López Obrador. Uno que otro inconforme acudió con letreros, aunque luego no se supo a dónde fueron a parar. Las vallas y los elementos policiales desfilaron desde la madrugada, e inclusive, la banda musical de la policía ingresó a Palacio antes que nadie más.
Sin embargo, desde las 11:20 y escondida como un rumor opacado por la voz del Presidente, se escuchó el eco de una mujer que acusó las injusticias cometidas por el Gobierno en turno. Ello al momento en que hubo marchas y manifestaciones de inconformidad con AMLO —como sucedió en la Avenida Reforma— por la falta de crecimiento económico, la crisis en el sistema de beneficios sociales, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y la instauración de la Guardia Nacional, entre otros.
Más allá, la concurrencia que hubo en el Zócalo se aglomeró frente a las Puertas Mariana. Entre ellos estuvo Julia Klug, activista guatemalteca en contra de la pederastia que se define “orgullosamente nacionalizada mexicana”.
Entre camarógrafos y reporteros Klug trató de animar al público presente: “Es un honor seguir con Obrador. Manuel, Manuel. Todo su pueblo sigue con él”, cantó la mujer con sombrero de mariachi y traje de Tehuana.
“Se ve, se siente, tenemos Presidente”, siguió entonando la mujer que dijo a SinEmbargo estar “muy feliz de celebrar porque esta vez sí llegamos. No nos robaron la Presidencia como en 2006 y 2012”.
Para Klug —como para muchos— AMLO sigue siendo “sinónimo de esperanza”. Y la rendición de su discurso de Informe fue la fiesta por el Presidente que “merece ser celebrado” y que muchos esperaban que llegara “desde hace 12 años”.