Malecón del Paseo
Luis Velázquez
Veracruz.- 20 de julio de 2017 EMBARCADERO: Circula en la ciudad un nuevo libro de crónicas periodísticas… Se llama “La tribu, retratos de Cuba”… Lo escribe el cubano, avecindado en México, Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, nacido en 1989… Apenas, apenitas, 28 años de edad… Sus crónicas, lo que está cobrando auge (una vez más) como el llamado periodismo literario, han sido publicadas en algunos de los medios más importantes del mundo, como The New York Times, The Guardian y la BBC… También en la revistas “Gatopardo” y “El Malpensante”… En 2013 obtuvo el Premio Calendario en su natal Cuba por otro libro de relatos, “La tarde de los sucesos definitivos”… Son relatos sobre la vida cotidiana en La Habana de Fidel Castro a la fecha… Describen, cierto, la historia del poder de los hermanos Castro, pero al mismo tiempo la vida común y sencilla de los cubanos, con sus utopías, sueños y esperanzas… Es lo que escribía José (Julián) Martí (Pérez) (1853/1895) con sus crónicas desde Estados Unidos… Incluso, Martí, el guerrillero y soldado que luchó por la independencia de Cuba ante la dominación española, escribió una crónica sobre un temblor devastador en Nueva York sin haber estado en el lugar de los hechos… Y es que conocía tan bien la ciudad que consultó un sismólogo y contó la historia “al pie de la letra”… De manera coincidente ya van dos suplementos culturales casi seguiditos de “La Jornada Semanal” que dedica al periodismo literario, como si tuviera un nuevo respiro… Y más en el tiempo del Internet, las redes sociales, el facebook, el periscope, etcétera, en que la gran apuesta periodística gira alrededor de la inmediatez, incluídos, como dice Mario Vargas Llosa, garrafales errores y atropellos gramaticales… Por eso, incluso, dicen los expertos, la Biblia nunca ha pasado de moda, vista como la mejor crónica escrita en la historia de la humanidad que así decían Carlos Fuentes Macías, Carlos Monsiváis Aceves y Gabriel García Márquez… Simple y llanamente, porque cuenta relatos y desde antes de la llegada de Cristo a la tierra, lo más recomendable para dormir a los niños es contándoles una historia… Pancho Villa dormía a sus 28 hijos con un relato estrujante de sus batallas en la revolución…
ROMPEOLAS: El periodismo literario se reduce a contar, describir, relatar, los hechos de la vida real como si fueran irreales, es decir, como una novela y un cuento… También le
llaman periodismo no ficción… Incluso, algunos expertos aseguran que desde hace un ratito, los reporteros están escribiendo mucho mejor que los escritores… Bastaría, por ejemplo, leer las crónicas, hacia mediados de 1850, de Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Manuel Payno, Francisco Zarco, Ricardo Flores Magón, Luis G. Urbina, entre tantos otros, en que ya hacían periodismo literario… La novedad ahora es que si antes se daban casos aislados donde el reportero privilegiaba el punto de vista del narrador, ahora más que nunca… Incluso, con el riesgo de pensar y creer y sentir que el cronista es más, mucho más importante que los hechos en sí mismo, y por tanto, ellos mismos se vuelven la noticia… Mal… Pero, bueno, es la tendencia… Por eso es que con frecuencia suelen leerse crónicas donde el reportero las cuenta en primera persona (yo, yo, yo), y así, una noticia es válida porque el diarista confirma que existió… Se trata, entonces, de seguir aplicando las técnicas de la literatura para contar el suceso del día y del momento… Sólo así, dice un experto, el periodismo de calidad sobrevivirá a la fuerza inalterable del Internet y demás chivas, con todo y que de cada diez personas con celular únicamente unas cuatro se informan (y se informan mal) de las noticias, y el resto, seis, utilizan el facebook y el whatsAAp para la chismografía, como si todos estuvieran en el mercado popular, en la peluquería, en la tortillería o en el café cortando tijera al resto del mundo…
ASTILLEROS: Los medios tradicionales han sentido un ramalazo ante el Internet… Los periódicos digitales, pero más aún, las noticias leídas en las redes sociales de una manera telegráfica (el hecho escueto, concreto y lacónico) pareciera estar desplazando a la prensa escrita y hablada… En Estados Unidos, por ejemplo, los dos grandes colosos del periodismo (The Washington Post y The New York Times) han despedido a cuatro de cada diez trabajadores de la información y derivado al periodismo digital… Incluso, en la Ciudad de México, el periódico “El Universal” también ha dado las gracias a un montón de diaristas y ha abierto las puertas a reporteros, digamos, ciudadanos, que les envían textos telegráficos y fotografías del hecho noticioso en el momento que está sucediendo y de la que ellos son testigos… Pero nadie ha de olvidar que los relatos, las crónicas, los reportajes, el periodismo riguroso y literario, el análisis profundo y serio, jamás serán relevados ni por la radio y la televisión y los noticieros de cine cuando empezaron en el siglo pasado (como se dijo) ni tampoco ahora por las redes sociales… Y aun cuando, como se afirma, la mayoría de jóvenes y niños (los grandes lectores del futuro, ajá) se informarían por el Internet, una parte considerable seguirá buscando el periódico impreso para documentarse, pues ni modo que la reflexión, tarea plena de las neuronas, sea eliminada de la vida cotidiana… Por eso, las editoriales siguen publicando libros de crónicas y que en realidad son una recopilación de las mejores crónicas publicadas en un diario por un reportero, como el caso del cubano Carlos Manuel Álvarez Rodríguez…