Es perfectamente normal sentirse ansioso o deprimido después de haber recibido el diagnóstico de una enfermedad grave. Pero, ¿qué sucede si ocurre lo contrario y los síntomas de ansiedad o depresión solo esconden un padecimiento físico todavía no diagnosticado.
¿Y qué hay si los síntomas físicos surgen de un problema psicológico? ¿Cuánto tiempo se necesitaría para descubrir la verdadera causa de los síntomas y dar inicio al tratamiento?
Psychiatric Times, una publicación médica consultada por unos 50.000 psiquiatras cada mes, publicó recientemente una “lista parcial” de 47 enfermedades, desde arritmia cardíaca hasta cáncer pancreático, que pueden presentarse primero como ansiedad. A eso se le sumó otra “lista parcial” de 30 categorías de medicamentos que pueden causar ansiedad, entre ellos algunos antidepresivos de gran consumo, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina.
Esas listas aparecieron en un artículo titulado “Manejo de la ansiedad en los enfermos”, y su objetivo era alertar a los practicantes médicos de la posibilidad de que algunos pacientes que buscan tratamiento de ansiedad o depresión pudieran tener un padecimiento médico que tendría que atenderse para que pudieran resolverse los síntomas emocionales.
Los médicos que tratan padecimientos como trastornos cardíacos, endocrinos e intestinales harían bien en leer ese artículo también, para no perjudicar a los pacientes por no reconocer la causa emocional de un problema físico o no tratar los componentes emocionales de una enfermedad física.
Por ejemplo, el doctor Yu Dong, psiquiatra del Hospital Inova Fairfax en Virginia, y sus colegas señalaron en mayo que los pacientes de trastornos respiratorios, como asma, apnea de sueño y embolismo pulmonar, podrían presentarse con síntomas de ansiedad; y que aquellos con síntomas cardíacos, como dolor de pecho y taquicardia, podrían tener un trastorno de ansiedad.
El problema de fallar el diagnóstico adecuado surge de la inveterada separación de poderes dentro de la profesión médica, que suele impedir que los practicantes vean el bosque por estar examinando los árboles, por así decirlo. Médicos cardiólogos y gastroenterólogos suelen estar mal equipados para reconocer y tratar síntomas emocionales relacionados con un padecimiento físico. Y los psiquiatras pueden no considerar la posibilidad de que un paciente con síntomas como pálpitos, fatiga o mareos en realidad tiene un trastorno físico.
En efecto, médicos del Instituto Cardíaco de Montreal reportaron en 1996 que cerca de la cuarta parte de los 441 pacientes que habían llegada a la sala de urgencias debido a dolor en el pecho en realidad sufrían de un ataque de pánico, no de trastornos cardíacos. Por otro lado, una mujer que conozco que estaba siendo tratada por ataques de pánico resultó que tenía una anormalidad cardíaca. Una vez corregida ésta, los ataques de pánico desaparecieron.
Aún más, con frecuencia se pasa por alto la ansiedad como causa de trastornos como adicción y consumo de drogas, o como un factor que contribuye a que se presenten síntomas en padecimientos como migrañas y síndrome de intestino irritable.
La Clínica Mayo enumera varios factores que apuntan a la posibilidad de que la ansiedad pueda ser causada por un trastorno médico:
- No hay parientes consanguíneos que tengan trastornos de ansiedad.
- No hubo trastornos de ansiedad de niño.
- La ansiedad al parecer surgió de la nada.
- No se evitan ciertas cosas o situaciones debido a la ansiedad.
La ansiedad persistente puede causar síntomas como mareos, náusea, diarrea y micciones frecuentes. La gente que sufre trastornos de ansiedad puede presentar también una amplia gama de síntomas físicos adicionales, como dolor muscular, fatiga, dolores de cabeza y falta de aire. Esto puede llevarla a todo tipo de costosos exámenes en una búsqueda inútil de causas físicas. Empero, casi la tercera parte de las personas con trastornos de ansiedad nunca se tratan de eso.
El problema también afecta a los niños. Los trastornos de ansiedad en los niños pueden expresarse en dolor estomacal recurrente o en trastornos del sueño, como pesadillas frecuentes y bruxismo.
Cuando existe una enfermedad física crónica, no tratar la ansiedad puede agravar los síntomas y hacer que sea más difícil tratar la enfermedad en sí. Por ejemplo, entre pacientes con obstrucción pulmonar crónica, no tratar la ansiedad puede causar hospitalizaciones más frecuentes y dificultades más graves para respirar. Y quienes tienen padecimientos físicos y no se tratan la ansiedad también tienen más posibilidades de morir más rápido.
Cualquiera que tenga un padecimiento crónico y experimente síntomas comunes de la ansiedad debe de pensar en someterse a exámenes para ver si existe ese componente emocional y, si es necesario, obtener tratamiento. Hay varios enfoques terapéuticos efectivos para la ansiedad, como la terapia cognoscitiva-conductual y medicamentos, que permiten tener una calidad de vida mucho mayor.
También la depresión puede ser uno de los primeros indicios de un padecimiento aún no reconocido. Entre los padecimientos en que puede ocurrir esto están la enfermedad de la tiroides, los ataques cardíacos, el cáncer del pulmón y del páncreas, así como el hipercortisolismo, conocido como síndrome de Cushing.
En un reporte publicado en Psychotherapy and Psychodynamics, investigadores de Italia y de Estados Unidos señalaron que un trastorno neurológico, como la esclerosis múltiple o el mal de Parkinson, pueden aparecer como problemas psiquiátricos años antes de que se presenten síntomas neurológicos que permitan un diagnóstico correcto.
Mencionan un estudio con 30 pacientes de esclerosis múltiple realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Tres cuartas partes de los pacientes experimentaron una demora en el diagnóstico porque tenían síntomas de depresión severa.
“Los médicos no toman casos que parezcan ser de naturaleza psiquiátrica”, señaló el equipo de investigadores. “Pero deben estar alertas al hecho de que las perturbaciones del estado de ánimo, la ansiedad y la irritabilidad pueden preceder la aparición de un trastorno médico.”
Así pues, quizá les corresponda a los pacientes mismos o a sus defensores sugerirles a los terapeutas que podría haber algo más, aparte de un problema emocional, que fuera responsable de perturbaciones psiquiátricas que no responden a los remedios psiquiátricos estándar.
Hay que tener en cuenta que el ser humano no está dividido en dos organismos, el físico y el emocional. La mente y el cuerpo son una sola cosa con comunicación bidireccional, y lo que pasa en el cuerpo por debajo de la cabeza puede afectar –y muchas veces afecta– al cerebro y viceversa.
La práctica médica ha sido lenta para ponerse al día con lo que fue demostrado por los sanadores mucho tiempo antes del surgimiento de la ciencia médica. Aunque esos sanadores no tenían nada más potente que un placebo para administrar, en ocasiones podían tratar al cuerpo a través de la mente. Sus pacientes esperaban que el tratamiento diera resultado y así ocurría en muchos casos.
Hoy en día, cuando se estudia la efectividad de un tratamiento nuevo, los investigadores sistemáticamente consideran un grupo de control que toma un placebo y permite determinar los beneficios del remedio en cuestión más allá de los inducidos por la fe del paciente en la efectividad del remedio.