- Impunidad en Veracruz
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Se cumplió el año de una tragedia. El asesinato de 4 niños en una colonia popular de Coatzacoalcos. Fue en el mes de junio. Hacia el día 24. Desde entonces, la impunidad. La mismita impunidad evidenciada, entre tantos otros, por los familiares de los desaparecidos integrados en ONG.
Se llamaban Josefin, Ángel, Daniel y Guadalupe. Y tenían 3, 4, 5 y 6 años. Eran hijos de un hombre que según la yunicidad era malandro. Y como era maloso, las muertes impunes.
Claro, en el camino, en la cancha azul gritonearon la captura de “El H”, el narcojefe de la plaza sureña, acusado, según ellos, además del tráfico de droga y el cobro de derecho de piso, del cuarteto de infanticidios.
Pero aun cuando el caso fue atraído por la Procuraduría General de la República, PGR, nunca “el H”, ni sus huestes, fueron detenidos acusados del crimen de los 4 niños, su señora madre y su padre.
Aquella semana en Veracruz navegó el barco de la muerte. En 7 días, treinta ejecutados.
Entre ellos, el comandante de la Policía Federal, Camilo Castagne Velasco, y dos policías, en un restaurante de Cardel.
Luego enseguida, trascendieron la captura de los criminales.
Incluso, una calle fue rebautizada con su nombre.
Los homenajearon y declararon héroes nacionales.
Pero un año después, el crimen de los niños en la impunidad.
El gobernador Yunes solo expresó tres palabras para los asesinos.
“¡Son unas bestias!”, dijo. Y nada más.
PASAMANOS: Un año después, la vida cotidiana se ha recrudecido en Veracruz.
Por ejemplo:
El lunes 2 de julio, en Coatzacoalcos 4 sicarios quisieron asesinar a un hombre en la calle Ignacio de la Llave.
Los pistoleros iban en un auto tipo Vento y la víctima en el suyo.
Primero, le cerraron el paso. Luego, lo bajaron del auto a base de fregazos.
Pero el hombre tenía buenos reflejos y sacó la pistola y se armó el fuego cruzado.
Y en el forcejeo, los malandros se impusieron y terminaron arrastrando al hombre.
Después, huyeron.
El hombre fue trasladado en una ambulancia al hospital y falleció en la sala de urgencias.
Ese mismo día en Coatzacoalcos, el peor infierno de Veracruz alternando, parece, con Córdoba, una mujer fue asesinada a balazos cuando viajaba en el taxi número 4345 en la colonia Constituyentes.
Desde una motocicleta, unos sicarios le dispararon en 5 ocasiones.
Y huyeron.
Es el terror y el horror. El miedo “y el miedo al miedo”. La locura irracional. El desenfreno absoluto.
Los carteles y cartelitos, anexos, conexos y derivados, dueños del Estado Delincuencial.
CORREDORES: Está claro: de igual modo como en el resto del país, la estrategia de seguridad ha fracasado. “La muerte, como en el título de la novela de Edmundo Valadés, tiene permiso”. El gobierno, rebasado por el Principio de Peter. La realidad es más aplastante. La vida, prendida con alfileres. Los días y noches, en estado cardiaco.
La vida es así: un asesinato hace olvidar el anterior. Y el anterior. Y el anterior.
Los 4 niños de Coatzacoalcos hace un año. El niño y su maestro ejecutados en Tantoyuca. Los dos niños asesinados en Córdoba. Las tres modelos de Amatlán y Córdoba secuestradas y ejecutadas. El estudiante de 18 años ejecutado en Nanchital con todo y que los padres pagaron el rescate de un millón y medio de pesos.
Las dos menores ejecutados en un fuego cruzado en Río Blanco.
Los cadáveres flotando en los ríos y lagunas. Y tirados en el fondo de pozos artesianos de agua dados de baja en la ruta de Omealca a Tezonapa, digamos, como una versión fatídica de la barranca de la muerte, “La aurora”, en Emiliano Zapata, que el duartazgo tuvo como cementerio particular.
El colmo: los feligreses asaltados en una iglesia de Córdoba. Y los comensales en una taquería de Córdoba. Y el hombre asesinado un domingo en un balneario en Córdoba.
Los panteones siguen llenándose de cadáveres en la yunicidad y todos en la impunidad.
Si “dinero mata carita”, cadáver archiva, refunde, cadáveres.
He ahí, con su crudeza, la estrategia de seguridad en Veracruz.
BALAUSTRES: Lo peor: la yunicidad se agotó como generación política en el poder. Fue derrotada, con todo, el domingo primero de julio, cuando la gubernatura, la mayoría en el Congreso local, las senadurías y la mayoría de diputados federales se fueron a MORENA porque así lo decidió la población.
Ahora, en palacio de Xalapa solo importa limpiar los diecinueve meses de gobierno del bienio azul, pues el gobernador electo, Cuitláhuac García Jiménez, se la ha pasado avisando la rendición de cuentas a partir del primero de diciembre.
Incluso, su aviso del martes dos en El Universal fue fatídico:
“Al gobernador Yunes le salió el tiro por la culata en el caso de Karime Macías”.
Además, de su obsesiva obsesión para revisar la procuración de justicia con el Fiscal Jorge Wínckler.
Además de que los diputados locales electos de MORENA anunciaron que auditarán la Junta de Coordinación Política de la LXIV Legislatura a cargo de He Man Sergio Hernández Hernández, el diputado panista de Pepe Mancha, presidente del CDE del PAN.
Y en tales circunstancias, la muerte seguirá teniendo permiso en Veracruz.
Más sangre, más fuego cruzado, más crímenes, más hogares enlutados, más huérfanos, se esperan.
El tiempo se fue y con vientos huracanados en contra.