* Contra toda lógica natural, la extrema pobreza y, sobre todo, la miseria, es una de las principales fuentes de escandalosa riqueza de los súper ricos globales, Rockefeller, Roschilt, Soros y JPMorgan.
* En México y Oaxaca ocurre lo mismo con la soberbia y desmedida ambición, sin llenadera alguna, de Carlos Slim y Alfredo Harp, Ricardo Salinas Pliego, de Germán Larrea y de los ex presidentes y ex gobernadores.
DETRÁS DE LA NOTICIA/Alfredo Martínez de Aguilar
Éramos muchos y parió la abuela, sintetiza como sabia expresión la gravedad del problema, económico, político y social que ha traído consigo la pandemia global del coronavirus COVID-19.
Todavía no se dimensiona, sin embargo, la magnitud y dimensión posterior, sobre todo, del día después. Al creciente desempleo por el cierre y quiebra de empresas, seguirá la hambruna.
Con todo y que haya sido calificado de bueno y sabio ¡Cuidado con el hambre del pueblo!
Perder calidad de vida por hambre consuetudinaria entraña perderlo todo, hasta el miedo a morir.
Éste es el sustrato más profundo que ha provocado revoluciones a lo largo de la historia.
En una primera etapa del genocidio final, sobrevendrán innumerables suicidios, sobre todo de adultos mayores, solos enfermos y abandonados a su suerte, y de madres y padres solteros.
La pobreza y la extrema pobreza, se traduce en miseria y hambruna. Lo peor de todo, es que es un proceso de creciente descomposición y degradación social, prefabricado. Es decir, inducido.
Contra toda lógica natural, la extrema pobreza y, sobre todo, la miseria, es una de las principales fuentes de escandalosa riqueza de los súper ricos globales, Rockefeller, Roschilt, Soros y JPMorgan.
En México y Oaxaca ocurre lo mismo con la soberbia y desmedida ambición, sin llenadera alguna, de Carlos Slim Helú y su primo hermano Alfredo Harp Helú, Ricardo Benjamín Salinas Pliego, Germán Larrea y los ex presidentes y ex gobernadores.
Por tanto, quienes más deben preocuparse que el pueblo pierda el miedo a morir por hambre, son quienes más riqueza mal habida han acumulado, gobernantes, políticos y funcionarios.
A ellos se suman los especuladores financieros y los grandes empresarios de la industria alimentaria, quienes no han entendido que su mayor inversión debe ser construir la paz social.
Y esta última se construye con condiciones favorables para la creación de miles de empresas y millones de empleos, bien remunerados, con pleno respeto a la vida, libertad y dignidad humanas.
Por su mezquindad y soberbia, la mayoría de gobernantes de izquierda y derecha, no entienden que no entienden que la miseria y la injusticia terminan con la gobernabilidad y gobernanza.
Sonó la hora del llanto y el crujir de dientes como signo de los tiempos. Su significado no es otro que la angustia, desesperación, tragedia, y una desesperanza, por hambre y sed física y de justicia.
Es una terrible pérdida que afectará a millones en México y Oaxaca, un desmoronarse, un gran horror y terror por una perdida incalculable, al estar consciente de empezar a morir en vida.
No es la pérdida de un familiar, ni la perdida de nuestra casa. Es la perdida de nuestra vida, echada a perder por una mala decisión en la que pudimos meditar durante muchos años para evitarlo.
Llorar y crujir de dientes resalta una terrible pérdida inimaginable. El horror de perder la gran oportunidad de ser feliz eternamente. No tenemos una clara conciencia de la eternidad.
A quien lo dude por ignorancia, ingenuidad o complicidad, ahí están los saqueos en los centros comerciales en la zona metropolitana de la capital oaxaqueña. ¡Urge que abran sus graneros!
Antes que el jinete del Apocalipsis del hambre cabalgue sobre el territorio nacional. Los súper ricos y ricos deben seguir el ejemplo bíblico de José en Egipto y abrir los graneros para que haya pan.
No deja de llamar la atención, sin embargo, que el saqueo fue convocado dos días antes por las benditas redes sociales. ¿Y la Policía Cibernética de la Guardia Nacional y de Seguridad Pública?
A riesgo de escandalizar a las hipócritas buenas conciencias y a los políticamente correctos. La pobreza en sus diversos estadios es una diabólica maniobra de la oligarquía de los plutócratas.
Jenofonte, militar y filósofo de la Antigua Grecia, acuñó y usó, por primera, vez el término plutocracia, que no está fundamentada en ninguna teoría de filosofía política.
La plutocracia es un monstruo devora seres humanos más radical que otros sistemas políticos, económicos y sociales, como la democracia, el capitalismo, el socialismo-comunismo o el anarquismo.
En ese sentido, la plutocracia suele implicar: Los gobernantes retribuyen el apoyo de las élites económicas favoreciendo sus necesidades por encima de la voluntad general de la población.
Los plutócratas pueden revocar el mandato de los gobernantes electos. Éstos rinden cuentas a los plutócratas antes que al pueblo. Los poderes públicos están sometidos a instrucciones de la élite.
Si las democracias liberales como las conocemos aún funcionan en base a la convivencia y mutua regulación de los poderes públicos, a menudo son vulnerables al llamado poder económico.
Es decir, la influencia del capital y de los intereses de las clases más pudientes en el quehacer político socavan, primero, las democracias republicanas y, finalmente, terminan por destruirlas.
Estos poderes suelen ser más o menos invisibles en el debate político, por lo que a menudo juegan el rol del poder detrás del trono, a través de testaferros. Tiran de los hilos invisibles de la política.
En ese sentido, la plutocracia se presenta como una síntesis crítica a la democracia, al sufragio universal y al parlamentarismo, cuyo funcionamiento puede verse excesivamente distorsionado por los súper ricos.
@efektoaguila