Por: Roberto POLO
Es la fase dos de la pandemia de Covid-19. Y en Cuilapam de Guerrero, municipio de la región Valles Centrales de Oaxaca, inició con un entorno social normal: calles ataviadas de paseantes, un Ayuntamiento con actividad pausada y un baratillo, su principal atractivo comercial, impávido, alejado de la crisis sanitaria que mantiene en alerta al país.
En diversos municipios de la entidad, los gobiernos han establecido a su población restricciones rigurosas como: no realizar actos masivos, evitar la congregación y, en algunos casos, toques de queda y la prohibición de accesos a personas que no certifiquen no ser portadoras de Coronavirus.
Es mediodía y en Cuilapam se observa el vaivén de mototaxistas, una activa comercialización y el dinamismo de policías que a bordo de patrullas realizan recorridos de seguridad por el casco urbano.
A decir de Toñita, una mujer originaria de Santa Inés del Monte, que semana a semana vende variadas hortalizas en Cuilapam, la mejor forma de ganarle el paso a la crisis es trabajando, como la hace ella: cosechando y vendiendo a son del incesante calor del sol. Cualquier día, pese a la pandemia, es necesario salir a las calles para llevar el pan a su casa.
Frente a la emergencia que ha generado el COVID-19, el presidente municipal Diego Moisés Pérez comunicó que su municipio se unió a la campaña “Quédate en Casa”. Y para ello recomendó a la población no salir de casa si no tiene necesidad de hacerlo.
Para comerciantes de El Baratillo, uno de los mercados populares que más ha crecido en los últimos años en los Valles Centrales, restringir sus ventas en las próximas semanas sería una catástrofe, un duro golpe a su economía, sobre todo para quienes van al día tratando de vender sus productos.
A pesar del auxilio del gobierno municipal, que reforzó las medidas de contención otorgando cubre bocas de manera gratuita al sector comercial, a la vista se asoman decisiones drásticas que en municipios vecinos han establecido para cuidarse. Por ejemplo, en Zimatlán de Álvarez se acordaron medidas que van desde la detención de personas hasta la clausura de establecimientos que incumplan con el cierre temporal. Y la cancelación del tianguis, el cierre de bares, discotecas, balnearios, gimnasios y puntos que aglomere gente. Mientras que en Tlacolula, se suspendió el mercado tradicional de los domingos, así como sus baratillos.
Ante esa situación, se vislumbra un escenario que podría ser caótico para los pequeños comerciantes que en espacios como El Baratillo tienden a pellizcar la prosperidad. Lo cierto, es que a nivel nacional la destrucción de empleos ya es muy alta, sin saber aún cuán larga será la duración de la pandemia. El embate de la crisis económica que se avecina golpeará a todo el país, pero nuevamente serán los más pobres y la clase media los que sufrirán las peores consecuencias.