- Un hombre ante la historia
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: Los cosmetólogos del gobernador electo de Veracruz harían bien en agigantar su imagen, mínimo, para que deje verse menos achicado ante otros antecesores.
Y es que si en la campaña electoral y en los dos meses y medio luego de los comicios del primero de julio le han creado y recreado una imagen repetitiva de AMLO, el presidente electo, sin proyectar su identidad, su personalidad, su forma personal de concebir el poder y ejercer el poder, entonces, Cuitláhuac García queda totalmente reducido.
Incluso, en la cancha política hay quienes han deslizado que su padre, el maestro Atanasio García, ex diputado local en el tiempo de Fidel Herrera Beltrán, académico en la UPAV en el tiempo de Javier Duarte, el amigo, dicen de AMLO, es quien manda y mandará.
Y tan es así que ni hablar, el padre ha salido en defensa del hijo jurando y perjurando que el padre es el padre y el hijo es el hijo.
PASAMANOS: Ante otros exgobernadores, Cuitláhuac García se ve chiquito.
Por ejemplo, ante Fernando Gutiérrez Barrios, el llamado “Hombre-leyenda”, don Fernando se ve un gigante, casi casi a nivel de estadista, en tanto Cuitláhuac se mira un parvulito de kínder, y más si el ciudadano común y sencillo recuerda aquella máxima de la antigua Roma de “la mujer del César”.
Pequeño de estatura, pero más gigante en su dimensión histórica, Fernando López Arias se mira ante Cuitláhuac otro gigante.
López Arias, por ejemplo, electrizaba con la mirada y su gran capacidad retórica estremecía, a la par que su biografía pública como el Procurador de Justicia de la República del presidente Adolfo López Mateos, tiempo aquel cuando los grandes disidentes de la izquierda, Demetrio Vallejo, el líder ferrocarrilero, y el pintor David Alfaro Siqueiros, entre otros, terminaran presos en el penal de Lecumberri.
Muchos años después, nadie ha olvidado el discurso furibundo de López Arias en el Senado de la República cuando defendiera a López Mateos cuyos enemigos le endosaban que era guatemalteco.
CORREDORES: De los años 1936 a 1939, Miguel Alemán Valdés, gobernó Veracruz, y de los años 1944 a 1948, Adolfo Ruiz Cortines.
Uno y otro, luego de pasar por la secretaría de Gobernación y llegar a la presidencia de la república, fueron el par de políticos que cimbraron el país pues ambos alcanzaron el más alto nivel del crecimiento político.
Y Cuitláhuac ante Alemán Valdés y Ruiz Cortines, caray, resultaría reprobado antes del examen, pues ambos tenían estatura de gigantes, todavía ahora cuando setenta años después son referencia histórica.
Jorge Cerdán Lara gobernó Veracruz de 1940 a 1944. Y Xalapa sufrió un temblor político cuando más de diez mil ganaderos coordinados por Manuel Parra, el temido y temible cacique de “La mano negra” (cuarenta mil campesinos asesinados en la enconada lucha agraria) desfilaron montados a caballo en la capital para evitar su derrota política.
¡Qué referir, por ejemplo, de los exgobernadores Cándido Aguilar Vargas (el yerno de Venustiano Carranza) Adalberto Tejeda Olivares y Heriberto Jara Corona (quien también fue secretario de Marina)… ante la figura de Cuitláhuac!
De manera concreta y específica la analogía significa una blasfemia.
RODAPIÉ: Otra vez habría de cotejar a Cuitláhuac con Ruiz Cortines, cuya fama de hombre austero, honesto y republicano, en ningún momento necesitaba de estar cacareando el asunto en el discurso público ni tampoco en los medios porque la integridad le era consustancial, parte de su identidad.
Ruiz Cortines se habría escandalizado con el simple hecho de estar repite y repite y repite que “soy honesto”, pues desde la mirada del sicólogo recuerda al hombre aquel gritando que detengan al ladrón.
Es más:
Estar repitiendo como loro “la honestidad valiente” suena “a la vieja retórica del PRI, tan plagada de demagogia” (Guadalupe Loaeza).
Y más ante un país que ocupa el primer lugar en corrupción política en América Latina y uno de los primeros lugares en el mundo.
Pero, bueno, hay políticos necesitados y urgidos de que les crean, con todo y que así se vean, sientan y perciban muy reducidos.
BALAUSTRES: Nadie duda de los atributos de Cuitláhuac para, por ejemplo, AMLO lo aceptara en dos ocasiones, 2016 y 2018, como su candidato a gobernador.
Claro, la senadora de la república y futura secretaria de Energía, la zacatecana Rocío Nahle, también lo impresionó.
Pero sus cualidades han de resaltarse tal cual si, por ejemplo, se multiplica la analogía y ante Cuitláhuac se recuerda, entre otros gobernadores, los siguientes:
Guadalupe Victoria, el primero de Veracruz, 1824/1825.
Antonio López de Santana, gobernador en tres ocasiones, el primer mandato en 1829.
Ignacio de la Llave y Segura Zeballos, dos veces gobernador, la primera ocasión en 1855.
Juan de la Luz Enríquez, góber en dos mandatos, el primero en 1884.
Teodoro A. Dehesa Méndez, gobernador en cinco ocasiones, el primero en 1892, y quien entrara a la historia a partir de aquel telegramita de Porfirio Díaz de “¡Matar en caliente!” a los nueve jarochos sublevados a la reelección del dictador.
El peso histórico de sus antecesores ha de trascender en Cuitláhuac y en su primero y segundo círculo del poder para crear y recrear una figura a la altura de las expectativas, por ejemplo, de la llamada Cuarta Transformación del País.
De lo contrario, con todo y su triunfo en las urnas gracias a treparse en las valencianas de AMLO seguirá percibiéndose que el zapato le quedó demasiado grande.
Hay políticos a quienes hasta la vocecita le cambiaron sus cosmetólogos…