- Una señora lo felicita
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: El gobernador ha dado varios “pasos que pueden definir el resto de su mandato” (Marc Bassets). En nueve semanas y media, la ha pasado defendiendo a los suyos y tronando contra sus adversarios, declarados enemigos.
Defendió al secretario de Seguridad Pública… de la ola de violencia en Veracruz.
Defendió al secretario de Salud… por lo que llamó fotomontaje de “El besucón”.
Defendió a un cuarteto de secretarios del gabinete legal para quienes de manera tardía solicitó dispensa en la LXV Legislatura para ocupar el cargo público.
Defendió a los Colectivos de los atropellos a los derechos humanos asestados por el Fiscal.
Y en contraparte, ha lanzado a sus Niños Pípilas en contra del Fiscal.
Estilos, pues, de ejercer el poder.
PASAMANOS: La presión social de la calle, le vale.
Le valió, por ejemplo, la marcha de mujeres en Orizaba en contra del feminicidio, treinta y dos que ya van.
Le valió la protesta colectiva en Coatzacoalcos en contra de la inseguridad, y más, cuando también calló y solapó la indolencia del presidente municipal, morenista, encerrado en su búnker del palacio desoyendo el clamor social.
Le valió la protesta de los sureños ante AMLO en contra de la violencia desbordada.
Le valió que en Mariano Escobedo advirtieran que malandro que detenga… será linchado.
Le valió la iracundia de Chinameca y luego de su fracaso con el relleno sanitario cambió de política y filosofía social y anunció que el problema de la basura será resuelto por los alcaldes.
Le valió la protesta de las nueve alcaldesas del norte de Veracruz.
Y en contraparte, feliz, de que luego de la visita de AMLO el domingo 3 recibiera al actor laureado, Damián Alcázar, “La ley de Herodes”, “El Benny, el licenciado Vargas, Carmelo Vargas” (escribió el góber en sus redes sociales), anunciando, ahora, en su tuitorreada que “vienen más sorpresas buenas”, y como la población (claro, lógico, obvio) le cree a ciegas, entonces, todos fueron más felices.
CORREDORES: En 9.5 semanas sigue cacareando, igual que sus antecesores priistas, que con su arribo a la silla embrujada de palacio (embrujada, como decía Eufemio Zapata, el hermano de Emiliano, porque a todos enloquece) Veracruz será de nuevo el paraíso terrenal.
Su cantaleta de que “vendrán tiempos bonitos, muy bonitos” ya suena a chunga, como por ejemplo, el otro día un hombre dijo a una mujer que Cuitláhuac vendría a la ciudad y la señora le contestó así:
“Me lo saludas. Y dile que baila muy bonito”.
Es la imagen del góber en dos meses y días. El góber salsero. El góber fifí. El góber sabadaba.
Pronto serán los primeros cien días, tiempo del balance histórico, y el ánimo social será un combustóleo desencadenado.
El más grave pendiente en la tierra jarocha es la inseguridad y la zozobra.
BALCONES: Más allá de las callecitas reencarpetadas inauguradas como la gran obra pública, la vía política y la vía policiaca ante la incertidumbre cotidiana es la misma.
El primer sexenio de la izquierda en Veracruz no puede.
Peor tantito: les vale.
Ellos, igual que Javier Duarte, ya se crearon su mundo color de rosa y lo único que cuenta y trasciende en su ejercicio del poder es el incienso que entre ellos se tiran y desparraman.
Damián Alcázar, el festival de salsa, la purificación indígena, el tuitorreo, el apapacho al Solecito, como vaso comunicante en el ejercicio del poder.
En pocas palabras: la frivolidad como eje rector.
VENTANAS: El gobernador se siente y cree legitimado por su triunfo electoral, cuando, caray, ya lo dijo el senador Ricardo Monreal:
Que nadie se haga tonto. Si ganamos, dijo, en las urnas… se debe única y exclusivamente a AMLO.
Y por añadidura, cada secretario de Estado, cada legislador federal y local de la izquierda, cada gobernador, cada presidente municipal, ha de chambear para ganarse la confianza ciudadana.
Y la confianza se gana con hechos, más allá del triunfalismo discursivo en que, y por desgracia, igual que los panistas y los priistas, los morenistas han caído.
Incluso, hasta partiéndose la figura entre ellos mismos, como el caso del Ayuntamiento de Coatzacoalcos, alcalde y síndica en guerra sin cuartel, el caso más sonado.
PUERTAS: La vida cotidiana en Veracruz está llena de tensión. La inseguridad tiene a todos con los nervios destrozados. Los malandros, dueños de los días y las noches.
Y de continuar así, la historia duartiana se repetirá con la pérdida total y absoluta, primero, de la confianza ciudadana, y luego enseguida, y lo peor, la pérdida del respeto a la figura institucional del jefe del Poder Ejecutivo.
Ninguno de los 8 millones de habitantes de Veracruz quiere ni desea migajas del poder. Un alka seltzer para curar, digamos, la indigestión y los terribles dolores de cabeza, casi casi migraña social, con tantos desaparecidos, secuestros, asesinatos, cadáveres tirados en la vía pública y flotando en los ríos y lagunas, y la impunidad por añadidura.
CERRADURA: El ciudadano común que todos los días vive con sencillez, angustiado, además, de llegar a la quincena, pensaba, creía, incluso, habría estado seguro que con la izquierda en el palacio de gobierno de Xalapa habría, digamos, un antes y un después.
El antes, significado por el ex gobernador panista y los ex priistas, la inmensa mayoría.
Y el ahora y el después, con la izquierda en el poder.
¡Vaya fiasco!
Y fiasco, desde el momento en que la inseguridad ahoga y estrangula el ánimo social y aterroriza el diario vivir, en tanto el único objetivo del gobierno del Estado es destituir al Fiscal, más allá de tener razones o sinrazones, soñando con imponer a su Fiscal carnal.
PATIO: Si el góber creyó que era fácil distinguirse de sus antecesores, pero más aún, desde Veracruz trascender en la CONAGO y perfilarse como el mejor de los 32 del país, le falló por completo.
Y también, por extensión, a su equipo estelar.
Y ni se diga a su dirección de Comunicación Social, incapaz de crear y recrear y proyectar y perfilar la imagen de un Estadista en el palacio de gobierno de Xalapa.
Y más, por ejemplo, si fuera comparado con los primeros 40 días de Fernando Gutiérrez Barrios en que pacificó Veracruz con un manotazo concreto y específico.
Y más, si se compara con Fernando López Arias, cuya presencia, bajito de estatura, gordito, feo, electrizaba, además, con su gran capacidad discursiva y retórica, como cuando defendiera en la Cámara de Senadores a Adolfo López Mateos, de quien la oposición gritoneaba que era guatemalteco.
Y es que una señora, ama de casa, enviando felicitaciones al góber porque “baila muy bonito”, y a 9.5 semanas de iniciado el sexenio, es para multiplicar el desencanto social.