Luis Velázquez
11 de mayo de 2019
UNO. Cuitláhuac, con AMLO
Muchos años después, Javier Duarte descubrió que el deporte favorito en Veracruz es la especulación. Imaginar cosas y darlas como una realidad. Echar tijera y adivinar el futuro.
Es el caso, una vez más, con la apuesta en la ruleta rusa de que el gobernador será llamado al gabinete federal de AMLO, incluso, hasta enviado a embajador de México a Alemania donde cursara un doctorado y como tesis presentara la invención de un misil para bombardear los países del Medio Oriente.
Incluso, hay políticos que ya miraron en su bolita de cristal la cabeza pelona de un político con un bigotito tipo Adolf Hitler y aseguraron que el sucesor será el senador ex priista, Ricardo Ahued Bardahuil.
El trance esotérico, igual, igualito a cuando Francisco Ignacio Madero y Plutarco Elías Calles se conectaban con los médiums, también vislumbró que el secretario General de Gobierno será relevado “antes de que el gallo cante tres veces”, y el relevo será el diputado federal, Rafael Hernández Villalpando, ex subsecretario General de Gobierno, ex rector de la Universidad Veracruzana y ex presidente municipal de Xalapa.
DOS. Especular, deporte político
Es el deporte favorito en Xalapa.
Con todo y que el presidente de la república glorificara a Cuitláhuac y levantara la mano y declarara el político “más honesto, más limpio y más transparente” del país.
Pero el futurismo trasciende la visión apocalíptica de AMLO y aseguran que por eso mismo, el filósofo Enrique Ampudia Mello, funcionario de la jefatura jurídica de la presidencia de la república con el titular, Julio Scherer Ibarra, anduvo cabildeando en Xalapa el estado de cosas porque el cambio de Cuitláhuac García es inminente.
Ha de recordarse que en su momento, la sicosis por la destitución de Javier Duarte apenas comenzaron las desapariciones y el asesinato de personas, entre ellas, de reporteros y fotógrafos, también alcanzó “la plenitud del pinche poder”.
Y nunca procedió.
Procedió, claro, años después, en el último tramo del sexenio, cuando Miguel Ángel Yunes Linares ganara la silla embrujada del palacio de Xalapa y torpedeó al Peñismo hasta lograr el cambio de Duarte, quien debió huir de Xalapa trepado en un helicóptero del gobierno de Veracruz facilitado por el gobernador de 48 días, Flavino Ríos Alvarado.
TRES. Demasiado pronto para una renuncia
En la mesa del café, leyendo las señales de los residuos del café en el fondo de la taza algunos políticos profetizan que de continuar la ola de violencia así como va, el góber sería relevado, digamos, después del primer informe de gobierno, pues antes sería demasiado evidente y apresurado.
Es decir, hay quienes en nombre de la prudencia advierten que ningún jefe máximo renuncia a un colaborador cuando en la cancha pública y mediática apuestan a los cambios, sino por el contrario, siempre dejan pasar un ratito y cuando nadie lo espera suele ocurrir.
Con todo, está canijo que a 5 meses de iniciado el sexenio de MORENA en Veracruz, la especulación gire alrededor del cambio del góber y su secretario General de Gobierno, pues más allá del deporte favorito, significa que han sido incapaces de establecer una agenda pública y ganarse la voluntad ciudadana.
Y más porque los memes se dan vida exhibiéndolos en todo lo que alcanza, como los últimos, con motivo del desfile obrero en que como niños hambrientos de Somalia, el gabinete legal perdió la compostura institucional y le entró al desayuno frugal delante de los trabajadores y en donde el profe Zenyazen se llevó la mañana mostrando una lengua del tamaño de una corbata saboreando un bocadito.