Luis Velázquez
Veracruz, México.- UNO. Cuitláhuac desenterrará muertos
AMLO, el presidente electo, el primer presidente de la izquierda, están desenterrando cadáveres. Unos, conocidos, como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Pronto, exhumará a otros menos famosos como Carlos Pellicer y Tomás Garrido Canabal.
Quizá también, en el inter, desentierre el cadáver de Emiliano Zapata. Quizá los de Hidalgo y Morelos.
La liturgia reproduce el ritual priista cuyas elites se adueñaron de los héroes de la historia, pero al mismo tiempo, forma parte de la Cuarta Transformación del País.
Por eso, y considerando que AMLO es el jefe máximo de la revolución izquierdista convertida en gobierno, entonces, Cuitláhuac García Jiménez también se apurará a desenterrar los muertos ilustres de Veracruz.
Por ejemplo, bien podría comenzar por colocar en sus ruedas de prensa una foto gigantesca de Heberto Castillo Martínez, el héroe magisterial del movimiento estudiantil del 68, fundador del PMT con César del Ángel, ex preso en el penal de Pacho Viejo y en arraigo hospitalario.
Pero más, porque Heberto fue el primer candidato de la izquierda, con el PSUM, a gobernador de Veracruz.
En la misma hilera de fotos para sus conferencias de prensa y/o mítines, Cuitláhuac también colocaría la foto de la profe Gloria Sánchez, la segunda candidata de la izquierda al trono imperial y faraónico de Veracruz.
Otro héroe que Cuitláhuac podría desenterrar sería al Miguel Ángel “Ratón” Velasco Muñoz, el humilde y modesto panadero que cuando migrara a la Ciudad de México se volviera tan importante que fue hasta fundador de la CTM con Fidel Velázquez Sánchez, aun cuando luego se metió de izquierdoso.
Y desde luego, al pintor Alberto Beltrán, otro de los grandes luchadores de la izquierda para encarnar así al Veracruz artístico.
DOS. Muchos héroes socialistas
Otros héroes a desenterrar en Veracruz, siempre del lado de la izquierda, serían, entre otros, Herón Proal, el famoso líder del movimiento inquilinario, aquel que en un momento estelar de su lucha incorporó a las trabajadoras sexuales del puerto jarocho quienes tanta enjundia social tenían que un día sacaron a la calle los colchones de las casas donde vivían, todas en un patio de vecindad, y les prendieron fuego en protesta contra los casatenientes.
Incluso, cuando Herón Proal, un sastre comunista, fue encarcelado, las prostitutas se sublevaron y se plantaron frente al penal de Allende y a gritos clamaron y reclamaron su libertad hasta que el presidente municipal, Rafael García Auly, lo dejó libre.
Otro héroe de la izquierda sería Hilario Cruz, el líder campesino de Los Tuxtlas, quien desde Catemaco, su pueblo, se levantó en armas en el Porfiriato.
Y ni se diga, claro, desenterrar a los mártires de Río Blanco, todos obreros textiles, incluidas algunas de sus esposas, cuya matanza fue ordenada por el dictador Porfirio Díaz Mori, de tal manera que los militares levantaron los cadáveres, tiraron como bultos en vagones del ferrocarril, trasladaron al puerto jarocho, desembarcaron en el castillo de San Juan de Ulúa y desde ahí los tiraron al Golfo de México.
De paso, y si así conviniera a la liturgia cuitlamiña bien pudieran homenajear a “Chuco el roto”, el famoso ladrón que estuviera preso en las mazmorras de San Juan de Ulúa, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres (“Por bien de México, primero los pobres) y escapara de la cárcel particular de Porfirio Díaz.
Con tantos héroes, y en nombre de la Cuarta Transformación, ni modo que el góber electo quede atrás de AMLO.
TRES. Las memorias de los ex gobernadores
En el fervor tabasqueño, Cuitláhuac podría, digamos, asestar un golpe político de primera, considerando que los héroes héroes son.
Por ejemplo, en nombre de la república amorosa convocaría a sus antecesores, ex gobernadores todavía por fortuna con vida, para escribir cada uno sus memorias, antes, mucho antes de que algún historiador de la Universidad Veracruzana escribiera los claroscuros de cada uno y resultara contraproducente.
Claro, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox y Ernesto Zedillo tienen gran pendiente de sus memorias, en tanto Carlos Salinas y José López Portillo cumplieron en tiempo y forma.
Y en el caso de Veracruz, Cuitláhuac lograría un jonrón con casa llena si convenciera a Miguel Ángel Yunes Linares, Javier Duarte (serían las más interesantes), Fidel Herrera Beltrán, Miguel Alemán, Patricio Chirinos y Dante Delgado, que escribieran sus memorias.
Y sus memorias, claro, con el riguroso sentido crítico, apegado a la realidad, sin que de por medio se atravesara el incienso a sí mismo.
Sería un logro fuera de serie, pues, y como dice el chamán, el pueblo que ignora su historia corre el riesgo de cometer los mismos y peores errores.
Serían interesantes, por ejemplo, los capítulos que Javier Duarte dispusiera para contar en qué momento político, social, económico, sicológico, siquiátrico, neurológico, moral y ético cayó en la tentación de “ordeñar la vaca” tres veces al día como si fuera una vaca suiza con alta producción lechera y que lo convirtiera en el símbolo de la corrupción política nacional según el decir del ahora diputado federal, Enrique Ochoa Reza, entonces, presidente del CEN del PRI.
Total, que de cara la Cuarta Transformación, Cuitláhuac García tendría demasiada, excesiva chamba desenterrando a los héroes de Veracruz y logrando que sus antecesores escribieran sus memorias.
Los niños de las escuelas primarias se los agradecerían y también los presidentes de las Juntas de Mejoras pues tendrían héroes de sobra para enaltecer el fervor patrio.
Incluso, y en nombre del “Amor y Paz”, Cuitláhuac sentaría un precedente de alta política y moral pública si nombrara sus asesores a los ex gobernadores desde Yunes Linares hasta Dante Delgado y Patricio Chirinos, reproduciendo el modelo indígena de integrar a los viejitos en un Honorable Consejo de Ancianos.