Luis Velázquez
Veracruz.- Las minorías legislativas siempre son importantes dice el politólogo Ramón Benítez.
Se refiere así a lo que de entrada significarían vientos huracanados en contra del PRI, aun cuando también hay la posibilidad de que sean los próximos tres y seis años en el Congreso federal y los Congresos locales, unas pinzas, unos candados, unos filtros, como una oposición inteligente, superior, pensando, ¡vaya maravilla!, en el bienestar social
Por ejemplo:
De los 50 diputados locales en Veracruz, solo tres (y por la vía pluri) son del PRI y una, del PVEM.
Y el cuarteto bien puede lograr una gran presencia, claro, claro, claro, por Veracruz, si pacta acuerdos con los 29 diputados locales de MORENA.
Y/o con los 17 diputados del PAN, digamos, y entre otras cositas, como dice la canción de Agustín Lara, poniéndose más caros.
En la Cámara de Diputados, de los 500 legisladores, apenas, apenitas, 44 son del PRI, los 44 por la vía pluri, pues el primero de julio todo perdieron.
Y de los 128 Senadores, solo 14 son del PRI, y solo uno, ganó en las urnas. Y los catorce caben en una combi para trasladarse de un lugar a otro en la Ciudad de México.
Nunca ha de olvidarse, sin embargo, que las minorías legislativas son importantes.
Benito Juárez, por ejemplo, uno de los héroes de AMLO, solo llegó a tener tres diputados federales de un total de 220 en 1867.
Y aun así se reeligió durante quince años, su peor tentación imperial y faraónica de perpetuarse en el poder, aun cuando tuvo otras grandes debilidades, una de ellas, imponer en cargos públicos a sus tres yernos.
MOSTRAR EL PUÑO Y EL MÚSCULO
Los cuatro diputados locales de Veracruz en la LXV Legislatura son los siguientes:
Juan Carlos Molina Palacios, quien encarna a la CTM, uno de los pilares fundamentales del tricolor.
Érika Ayala representa a la CNOP, la otra fuerza priista.
Y Jorge Moreno Puga es el enviado del senador Héctor Yunes Landa, quien brincó a la Cámara de Diputados por la vía pluri, y quien desde ahora sueña con la candidatura tricolor a gobernador en el año 2024…, y que el Señor Todopoderoso lo bendiga con vida activa para entonces.
Y la diputada del PVEM, la doctora Andrea Yunes Yunes.
Si así les conviene, digamos, a su proyecto personal, el cuarteto irá con MORENA, o de lo contrario, con el PAN, para el contrapeso ante el peso avasallante de MORENA.
Los diputados locales de AMLO, por ejemplo, los necesitarán.
Ya para el juicio político tan anunciado al Fiscal Jorge Wínckler.
Ya para tumbar al Fiscal Anticorrupción, Marcos Even Torres Zamudio.
Ya para aprobar la reforma a la Ley Orgánica de la Universidad Veracruzana y ampliar el periodo rectoral de 4 a 6 años, desapareciendo la reelección.
Ya para aprobar el proyecto de presupuesto para el año 2019, el primero del gobernador electo.
Entre otras cositas.
Y es ahí donde la minoría legislativa del PRI mostrará el puño y el músculo… con el riesgo de que también negocien con sentido patrimonialista, más allá del bienestar común de los 6 millones de habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Es decir, beneficiándose primero ellos, y después ellos, y solo ellos.
Incluso, en el carril político aseguran que si por ahora, el senador Héctor Yunes y el líder de la CNC, Juan Carlos Molina, están distanciados, alejados, Yunes Landa lo ha dicho con sabiduría hija de la experiencia que al ratito se reconciliarán.
LAS MINORÍAS SIEMPRE SE ARREGLAN
La historia confirma que siempre, siempre, siempre las minorías y las mayorías se arreglan, incluso, en lo oscurito.
Es más:
Los pactos han sido tan insólitos que en la LXIV Legislatura se concitaron sorpresas mayúsculas.
Por ejemplo, la renuncia de un trío de diputados locales (Eva Felícitas Cadena, Míriam Judith González y Sebastián Reyes) a MORENA y su pase al PAN, en tanto el partido de AMLO entrará a Los Pinos y se adueñó de la mayoría en el Congreso federal y en el Congreso local.
Más aún:
Los diputados del PRI, Regina Vázquez Saut, Basilio Picazo y Renato Tronco, más el cacique norteño, Ricardo García Guzmán, renunciaron al tricolor y brincaron al PAN, y les fue mal.
Por eso, toda posibilidad existiría de que camino a Damasco, Molina, Ayala y hasta Jorge Moreno, se pasaran, digamos, a MORENA, el movimiento político que, vislumbra el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, se eternizará, mínimo, doce años en el poder político de Veracruz.
Es decir, dos sexenios.
Y si a Benito Juárez lo abandonaron por completo los grandes hombres de la Reforma “que parecían gigantes” (Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto, etcétera), con más razón Molina Palacios, Érika Ayala y Jorge Moreno partirían el Golfo de México (igual que el mar Rojo en el relato bíblico) soñando con el paraíso terrenal.
Y es que antes, mucho antes de que los 6 millones de jarochos jodidos, atrapados y sin salida en la miseria y la pobreza, están ellos y sus familias, y aquel tiempo de los principios y valores, caray, forma parte del anecdotario político de las derrotas de la utopía social.
Bastaría referir que un hijo de Emilio Gamboa Patrón quedó de diputado federal por la vía pluri.
Y una hija de Manlio Fabio Beltrones, de senadora pluri.
Y la esposa de Rafael Moreno Valle, de gobernadora en Puebla.
Primero, la torta en casa, y luego, si queda vida, tiempo y espacio, los pobres.
“Justicia y gracia para los amigos”, decía Benito Juárez. “Justicia a secas… para los otros”.
Y ni modo que ahora cuando sean minorías legislativas, los priistas se vuelvan redentores sociales.
