Luis Velázquez | El Piñero
13 de agosto de 2021
UNO. Profesora excepcional
La maestra Praxedis Lagunes Capistrán impartía la clase de Literatura en la escuela secundaria del pueblo.
Entonces, en el año escolar organizaba tertulias literarias y entre otras cositas, inducía a los alumnos a leer y aprender de memoria un poema de cada tiempo y época del país y cada compañero pasaba a recitarlo al frente del salón.
En un dos por tres, los estudiantes conocían a los poetas y novelistas y cuentistas insignes, pues, además, cada uno exponía un resumen biográfico.
DOS. Leer a los clásicos
La profe había adquirido una antología de poesía de unas dos mil páginas que iniciaba con Netzahualcóyotl y llegaba hasta Octavio Paz.
Eran aquellas tertulias un festín poético, pues para la maestra el mejor curso de literatura era leer a los clásicos.
Además, solidaria y generosa solía prestar libros de la biblioteca de la escuela y de su casa a los alumnos interesados.
Luego, en la misma biblioteca prolongada las tertulias sobre los libros prestados a los compitas y entonces, se vivía el ejercicio literario a plenitud.
TRES. Inducía la lectura
Cada jueves, la profe recibía en casa la suscripción de la revista Siempre!, dirigida por el mítico reportero, José Pagés Llergo, y que incluía una sección de Cultura, y en donde llevaban el recuento de los libros y discos publicados, además de poemas, cuentos, capítulos de novelas y ensayos.
En clase hablaba del contenido semanal de Siempre!, que era su revista preferida, y despertaba el interés y la curiosidad por leerla.
Y al mismo tiempo, y como ella leía Siempre! en un día completito, entonces, lo prestaba a los interesados, siempre y cuando lo leyeran en la sala de su casa donde la trabajadora doméstica ofrecía un cafecito de olla.
CUATRO. Gran vida cultural
En cada ciclo escolar organizaba el concurso anual de poesía y cuento y siempre nombraba un jurado externo para evitar tráfico de influencias.
El día de la entrega de los premios lanzaba una convocatoria en la comunidad para que los padres de familia y ciudadanos de a pie asistieran y escucharan el concierto de voces poéticas.
Gracias a ella, la vida cultural de aquel tiempo fue intensa.
Tanto que, por ejemplo, y entre otras cositas, desde la escuela secundaria promovió la integración de una biblioteca municipal y convocó a los alcaldes de su tiempo para formarla.
La primera biblioteca, modesta y sencilla, fue abierta en una oficina del palacio municipal, pero pronto llegaron más libros y con el tiempo hasta un cuerpo edilicio construyó un edificio ex profeso.
Pero el mal fario se atravesó y una alcaldesa, caray, le dio en la torre y la desapareció. Mejor dicho, la refundió por ahí en una casita alquilada.
CINCO. Todo se derrumbó
La maestra Lagunes Capistrán se jubiló y se retiró de la escuela secundaria y todo aquel movimiento literario vino abajo.
El sucesor en la materia tenía otra concepción de la obra educativa y “borrón y cuenta nueva”, a tono, digamos, con la mística de cada político en el poder que por aquí ocupa la silla embrujada del palacio desaparece los grandes logros de sus antecesores para imponer sus reglas.
SEIS. Maestra imborrable
Siempre ha vivido en el recuerdo y la nostalgia. Y la gratitud.
Gracias a ella, muchos jóvenes crearon y recrearon y pulieron y volvieron a pulir el hábito de la lectura y se volvieron lectores para el resto de la vida.
Leer poesía, cuentos y novelas y leer crónicas, reportajes y artículos periodísticos fue la más grande herencia educativa y cultural enseñada por la maestra.