Luis Velázquez Barandal
02 de mayo de 2018
ESCALERAS: Durante casi tres meses, los candidatos a gobernador de Veracruz permanecieron en el limbo. Tiempo suficiente para cargar y descargar energías. También, para enlatar ideas y programas sociales.
Pero bastó el discurso dominical de inicio de la campaña para el desencanto.
Les habría faltado, por ejemplo, un laboratorio del pensamiento para pulir y volver a pulir ideas. Acaso, el llamado “Cuarto de guerra” valió para nada. Quizá, apostaron a su inteligencia y talento y se creyeron y sintieron listos para trepar al ring electoral sin ningún entrenamiento.
Y es que si se leen y vuelven a leerse sus peroratas (se escribe, peroratas, en ningún momento, discursos), la pobreza total.
Y si la pobreza de afuera, ya se sabe, es la pobreza de adentro. Y adentro significa, entre otras cositas, escasez de ideas. Incluso, imaginación precaria.
Por eso, cayeron en el reality-show y en la chunga. En el rollo y el chorizo. En las palabras comunes diría el maestro de literatura. En un choque de letras contra letras, sin sentido, como si las palabras fueran un chivo en cristalería.
Y si así andan ahora, podrá vislumbrarse el futuro sexenal anunciado en la puerta.
PASAMANOS: Por ejemplo, y de acuerdo con el orden alfabético, la perorata del candidato de MORENA, PT y PES, bordeó alrededor de las siguientes palabras y conceptos manoseados, casi casi prostituidos de tanto repetirse:
Botargas, ataques yunistas, policías en mi contra, desesperación azul, denuncia penal, elección de Estado, tráfico de recursos públicos, juicio político en contra de Yunes, irregularidades, simuladores, teatro yunista, bienio oscuro, justicia y no venganza, pactos siniestros, priistas arrodillados.
El parafraseo del candidato del PAN, PRD y MC se caracterizó por las siguientes evocaciones y connotaciones:
“Vamos a arrasar”, triunfalismo, yo soy el cambio, “las cosas empiezan a mejorar”, el municipio exitoso, cultura del trabajo y la honestidad, la muerte de la corrupción y la impunidad, muchas vidas que cambiar, vidas que transformar, la gente será feliz conmigo, alto a la demagogia, falsas promesas y ocurrencias, campaña de ilusión y con alegría, vamos por el buen camino, la esperanza social, gobierno incluyente.
CORREDORES: El viaje literario del candidato del PRI y PVEM fue el siguiente:
Ni despensas ni dádivas para proscribir la pobreza, nadie nos robará el futuro, gobierno cercano a la gente, el porvenir será alentador, la buena política, ponerse los zapatos de la gente, aliados del pueblo, el poder al campo, en 17 meses Veracruz ha retrocedido, hay discursos vacíos, vivir en paz, seguridad social para todos, aulas maltrechas, Perote como el gran municipio exitoso de Veracruz, firmeza, convicción y lealtad, desigualdad.
La campaña de la candidata del Panal es una vacilada. En ningún momento, porque sea mujer. Y/o porque renunciara a MORENA luego de un pleito con Rocío Nahle y Amado Cruz Malpica, sino porque, todo indica, se prestó a una componenda del diputado duartista, Vicente Benítez, “El príncipe de Costa Rica”, con la yunicidad.
RODAPIÉ: La perorata de los candidatos con un vaso comunicante. El triunfalismo histórico. Yo soy la verdad. Yo ganaré.
Más aún: de principio a fin, puros enunciados, sin que ninguno profundizara en el cómo. Un programa concreto y específico, ya definido. Sopesado. Pulido y vuelto a pulir.
Tal cual sentirán y pensarán que sólo porque fueron nominados al Oscar de la política tropical en el Golfo de México entraron “al reino de los cielos” y la población electoral ha de creer en ellos por decreto. Incluso, “tirarse al piso”.
Peor tantito: la perorata denota la pobreza de ideas. Y en vez de argumentos hay quienes recurren, primero, a la violencia verbal y la denostación.
Segundo, a la amenaza.
Tercero, al pitorreo de los contrarios.
Cuarto, al mesianismo.
Y quinto, a mi palabra frente a la tuya.
Muchos años después de que Guadalupe Victoria fue el primer gobernador de Veracruz, bienio 1824/1825, el resultado es caótico, decepcionante, fatídico:
6 de los 8 millones de habitantes en la pobreza, la miseria, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios mezquinos y ofensivos, la baja calidad educativa, la peor calidad de salud pública y atrapados y sin salida en la inseguridad y su hermanita gemela, la impunidad.
BALAUSTRES: Nada significan los enunciados sin un soporte argumentativo. Así nomás expuesto se vuelve una lista de buenas intenciones. Y el camino al infierno está sembrado de mejores deseos.
Las palabras, las ideas, el discurso, los programas, las propuestas, han de estar llenos de significados.
En todos los tiempos, la retórica de la igualdad social y económica, educativa y de salud, de seguridad y de justicia, de desarrollo económico y de municipio libre, se vuelven nubes pasajeras. Palomitas volando sin dejar huella. Sofismas.
Y lo peor, a nadie alientan, pues ningún ciudadano inflama la esperanza y la fe con la palabra demagógica. Tampoco ningún habitante de Veracruz que escuchó y/o leyó el discurso al día siguiente se sintió mejor de lo que era.
Todavía peor: nadie se sintió atrás de Hamelin para secundarlo en el legítimo sueño social.
Peor tantito: luego de los discursos de los candidatos el sentir social fue que ya se vivía y padecía la espantosa cruda después de una fiesta democrática que pudo ser y terminó en el desencanto.
El primero de julio mejor quedar en casa comiendo palomitas y mirando una película en blanco y negro de Pedro Armendáriz y María Félix.