Luis Velázquez/ Expediente 2019
06 de septiembre de 2019
El reporte de la Comisión Nacional de Búsqueda exhibe a cuatro gobernadores. De Fidel Herrera Beltrán a Cuitláhuac García. El mínimo respeto, por ejemplo, a los derechos humanos.
Del año 2006 a la fecha, 194 fosas clandestinas han sido descubiertas. Localizados 252 cuerpos. Y de los cuales, sólo siete, sólo siete, sólo siete, identificados.
El desdén total y absoluto por las vidas ajenas. Y más, cuando fueron secuestrados, desaparecidos, quizá ultrajados, cercenados, asesinados y sepultados en fosas clandestinas.
Y más, cuando la mayoría de los cuerpos descubiertos fueron por los familiares de los desaparecidos. Rara, extraordinaria ocasión cuando la autoridad ha intervenido.
Por ejemplo, el procurador de Justicia y el Fiscal de Javier Duarte, Felipe Amadeo Flores Espinoza y Luis Ángel Bravo Contreras, y de Miguel Ángel Yunes Linares, Jorge Wínckler Ortiz, se caracterizaron por el desdén y el menosprecio.
Imborrable, por ejemplo, cuando Bravo Conteras, ex convicto del penal de Pacho Viejo, aseguró que en un fosa descubierta en el municipio de Veracruz únicamente habían encontrado excremento de perro.
Y cuando Wínckler fraguó y operó la ruptura entre los mismos Colectivos y puso a unos de su lado y exhibió a los otros, entre ellos, al Solecito de la maestra Lucy Díaz Genao.
La verdad, al desnudo.
Más cuando ni siquiera la Comisión Estatal de Derechos Humanos ha abanderado la causa y sólo se aparece con los Colectivos en la desventura para llorar, ajá, con ellos, pero sin mayores acciones concretas y específicas.
Insólito, se recuerda: de 252 cuerpos localizados únicamente siete identificados en diecisiete años.
Sobre todo, porque los desaparecidos son más de mil, dos mil, se ignora el número aproximado.
En Veracruz, por ejemplo, las elites políticas han declarado sus enemigos y adversarios incómodos e indeseables a los Colectivos.
Y cuando algún gobernador, como Yunes Linares, les entregó la medalla Adolfo Ruiz Cortines, y como Cuitláhuac quien los suele apapachar, significó pura faramalla, fuego pirotécnico, reality-show.
INDIFERENTES GOBERNADORES
En otras entidades federativas están igual o peor, pues el número de fosas clandestinas es mayor y el número de cuerpos localizados sin identificar de igual manera.
Es decir, estamos ante una crisis humanitaria nacional donde las elites políticas se calibran con el mismo trasero del menosprecio y el desdén.
En Nuevo León, por ejemplo, hay 545 cadáveres hallados en fosas clandestinas.
En Guerrero, 484. Jalisco y Sinaloa, 405 en cada uno.
Tamaulipas, 402. Chihuahua, 395. Y Durango, 389.
Pero, bueno, allá cada Estado con su gobernador en el tiempo incierto que se vive y padece y cuando estamos atrapados y sin salida en la catástrofe.
El caso más notorio, los 72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas, y aun cuando nunca fueron sepultados en fosas clandestinas, todos quedaron sin vida, hasta con el tiro de gracia, en un local donde los ejecutaron con alevosía, ventaja y premeditación, luego de varios días desaparecidos.
Una verdad universal se impone en materia de derechos humanos. La decía Winston Churchill de la siguiente manera luego de 52 años de andar en la administración pública:
“Los graves problemas se resuelven, si hay voluntad política y social, en veinte minutos”.
Vicente Fox Quezada, claro, aseguraba que en 15 minutos resolvería como presidente de la república el conflicto bélico en Chiapas entre el Ejército y los zapatistas, pero el panista era un agarrador profesional de pendejos.
Claro quedó, entonces, que los gobernadores de Veracruz (Fidel Herrera Beltrán, Duarte, Yunes y Cuitláhuac) ninguna voluntad tuvieron para enfrentar el gravísimo problema de los desaparecidos.
MUCHO SUFRIMIENTO EN VERACRUZ
Y de los desaparecidos, porque la mayoría fueron levantados como parte de la desaparición forzada que a la luz del Derecho significa la alianza sórdida y siniestra de las elites políticas, los jefes policías, los policías y los carteles y cartelitos y la delincuencia organizada.
Hubo desaparecidos con Fidel. Y con Duarte. Y con Yunes. Y ahora, con Cuitláhuac, los últimos, luego de la fatídica noche de Coatzacoalcos con su “Caballo blanco”, donde en la cancha pública está la desaparición de una bailarina y del propietario del bar, de quienes unos afirman que los malandros se lo llevaron y otros que fue trepado a una patrulla policiaca (real o disfrazada) y luego apareció hecho un cadáver, pero sin confirmarse.
Hay mucho, demasiado, excesivo dolor y sufrimiento en Veracruz por tantos desaparecidos. Cientos de familias privados de un pariente. Hijos huérfanos. Mujeres y hombres viudos.
Y la errática política de seguridad pública (Hugo Gutiérrez Maldonado) fermentada con la impunidad (Jorge Wínckler).
Y en el caso del gobernador, millón de veces ha dado prueba manifiesta de su incapacidad para separar los problemas personales de los graves pendientes políticos y sociales, convertido de cara a la historia en un político atrapado en su hígado, corazón e intestinos en el resentimiento, el odio y la venganza, así lo defienda una y otra y otra y otra ocasión el presidente de la república.
Veracruz está enlutado con los 252 cuerpos localizados en las 194 fosas clandestinas y solamente 7 cadáveres identificados según el reporte de la Comisión Nacional de Búsqueda.