Luis Velázquez | Barandal
17 de abril de 2021
ESCALERAS: 56 (cincuenta y seis) años después, el reportero Héctor Fuentes Valdés decidió escribir sobre la vida cotidiana y dejar atrás los años perdidos cronicando los días de las tribus políticas encaramadas en el poder.
Ningún caso tiene, se dijo.
De entrada, porque en tanto el periodista cuenta los hechos de acuerdo con la realidad real, entre otras cositas, y desde la miseria, el hambre, el desempleo, la inseguridad, la injusticia, la baja calidad educativa y de salud, el cero desarrollo humano y el desvío de recursos oficiales, en cada sexenio (gobernadores y presidentes de la república) y cada cuatrienio (alcaldes) y cada trienio (diputados) aparecen nuevos ricos, nuevas fortunas familiares, construidas a la sombra del poder público.
PASAMANOS: Alguna vez sintió y creyó que desde el periodismo la vida pública podría enderezarse para cumplir con el principio universal del bienestar social en un país donde 6 de cada diez personas “están atrapadas y sin salida” en la jodidez.
Pero se equivocó. A las elites políticas les vale. Para ellas, y por lo general, el objetivo central y único es el ejercicio del poder con sentido patrimonialista bajo el principio universal de la democracia de E’to pa’ti y E’to pa’mí.
CORREDORES: Ejercer el periodismo contando los hechos como son únicamente genera el rechazo, el odio, la intriga, la calumnia, la difamación y la venganza de las tribus políticas.
Y en donde, y por lo general, los llamados Carteles Mediáticos se ponen de sus lados y rafaguean a los reporteros incómodos.
Además, la mayoría de los magnates del periodismo ligan sus intereses a las tribus partidistas en el poder en reciprocidad al trato generoso en la distribución y dispendio de los recursos oficiales.
BALCONES: Héctor Fuentes miró hacia el pasado y el presente y estuvo consciente de que únicamente habría, en todo caso, trabajado para alimentar a la familia y vivir y sobrevivir por el sueldo limitado en los medios.
Y con frecuencia, sin las prestaciones económicas, sociales y médicas contempladas en la Ley Federal del Trabajo.
Lo peor: la miseria y la pobreza de la población con todo y los famosos programitas sociales de todos los tiempos pintarrajeados con los colores rojo (PRI), azul (PAN), amarillo (PRD) y guinda (MORENA).
PASILLOS: Entonces, el viejo reportero miró a los lados y miró a la vida cotidiana y supo del tremendo error cometido en los 56 años de su vida periodística.
Y es que nada más alentador como reportear la dicha y la desdicha humana, el amor y el odio, la felicidad y la infelicidad, la tristeza y la alegría, el dolor y el sufrimiento, los sueños y las frustraciones, la esperanza y el desencanto.
Las historias de vida de la gente sencilla y modesta que todos los días vive con sencillez y que están repletas de grandes sentimientos y emociones.
Incluso, reportear a la imaginación individual y social y reportear los sueños de las personas, tan interesantes y contrariados que son.
VENTANAS: Por eso, cada vez más lejos su pluma de las tribus políticas, pues, y en todo caso, cada año se repiten las mismas historias truculentas de corrupción, pillerías, abusos y excesos del poder, traiciones de los grupos, nepotismo, tráfico de influencias, conflicto de intereses, “aviadores”, asignaciones por dedazo de la obra pública, empresas fantasmas y negocios lícitos e ilícitos.
Y desde hace más de 5 décadas cuando iniciara en el periodismo, la misma historia repitiéndose.
Ahora, reportea la vida y la imaginación y los sueños y cada vez se siente más contento consigo mismo. En paz.