- El agujero negro
Luis Velázquez/ Barandal
Veracruz.- ESCALERAS: 50 días después de iniciada la Cuitlamanía, el mal fario cae como el primer sexenio de izquierda en Veracruz. Del primero de julio, triunfo en las urnas, al primero de diciembre, toma de posesión, transcurrieron 5 meses en el limbo. El góber y los suyos, festinando en sabadabas la victoria de AMLO. Y ahora, el resbalón político y social.
Así, el estilo personal de ejercer el poder puede calibrarse a partir de los siguientes hechos.
Uno. La descalificación a los antecesores y que van desde Miguel Ángel Yunes Linares a Javier Duarte y Fidel Herrera. Todos ellos, corruptos. Todos nosotros, ángeles de la pureza. José Stalin satanizando a Lenin y León Trostky. La Cuitlamanía, predicando la honradez desde la homilía política.
Dos. Una feroz campaña contra la yunicidad. La guillotina más afilada en contra del Fiscal Jorge Wínckler. Incluso, luego de tres meses del rafagueo fracasado de la LXV Legislatura, se ignora si el bombardeo es contra Wínckler o contra la Fiscalía, responsable de procurar la justicia. Una unidad, en todo caso.
PASAMANOS: Tres. El mesianismo político. El antes y el ahora. Yo soy la verdad. La Cuitlamanía destrozando a la yunicidad.
Cuatro. La sumisión de los diputados locales y federales y senadores de MORENA, el PES y el PT. Y de parte importante de los medios apostando a un convenio. Y de parte de la iniciativa privada para lograr obra pública. Y de parte de las elites políticas opositoras. El Veracruz “de un solo hombre”. El jefe máximo, Yo, Cuitláhuac.
Cinco. El incienso de los medios, igual que siempre. Javier Duarte, denunció Miguel Ángel Yunes Linares y su vocero, Elías Assad Danini, invirtieron trece mil millones de pesos en los medios durante el sexenio fatídico.
Seis. El riesgo del autoritarismo familiar. Un hermano de Cuitláhuac, músico, imponiendo su ley en el Instituto de Música. Otro hermano, doctor, cabildeando para imponer a los suyos en la secretaría de Salud. Zenyazen Escobar, secretario de Salud, el cuate número uno de Cuitláhuac, defendiendo al músico. La palabra de Dios… bendiciendo al hermano músico.
CORREDORES: Siete. El intelectual Timothy Snyder dice que “el sentido común alerta de que (un político) suele usar el gobierno para enriquecerse”, caso Donald Trump. (Jan Martínez Ahrens) Y con todo y “la honestidad valiente”, pueden meterse “las manos al fuego” por AMLO, pero mucho se duda sobre el resto del gabinete legal y ampliado y sobre los 5 gobernadores de MORENA, entre ellos, Veracruz, y los diputados locales y federales y senadores de la izquierda.
Ocho. “El fascismo necesita que se abrace con entusiasmo una ficción” (Ibídem). En el caso, la Cuitlamanía exhibida en su incompetencia y desgastada con su operativo para tumbar al Fiscal, a quien de tanto satanizar ha victimizado y crecido al castigo. Más, con la soberbia y petulancia de Jorge Wínckler.
Nueve. “Las benditas y poderosas redes sociales” han sido clave para polarizar Veracruz. Los buenos, la Cuitlamanía, y los malos, el yunazgo y el duartazgo. Por aquí hay una crítica de los medios, por ejemplo, a la izquierda en el poder sexenal, “los chairos” rafaguean. Peor aún, están fomentado el odio hacia los adversarios y enemigos.
RODAPIÉ: Diez. 50 días después, la Cuitlamanía está aislada de la realidad avasallante. La peor ruleta rusa, la inseguridad. Incluso, los ciudadanos han decidido movilizarse ejerciendo sus legítimos derechos. Por ejemplo, en Coatzacoalcos, con la sublevación cívica. Caminatas en la ciudad y plantones ante el palacio municipal. Y ni modo de culpar a la yunicidad de la incertidumbre y la zozobra cuando el alcalde Víctor Carranza, de MORENA, lleva casi catorce meses en el trono.
Once. Además de la inseguridad, la nueva elite gobernante ha abierto un agujero negro con la procuración de justicia. Un Fiscal, ocupado solo en defenderse de la artillería del palacio de enfrente.
Doce. El fracaso de la euforia oficial para construir la paz pública. Simple y llanamente, no pueden. No quieren. Les vale. Han sido rebasados por la realidad real. Peor aún: los carteles han arrodillado a la Cuitlamanía y cuyas neuronas solo alcanzan para rezar a la llegada pronta, eficaz y eficiente de la Guardia Nacional. Los 8 millones de habitantes de Veracruz siguen perdiendo.
Trece. El aire político que se respira en Veracruz está llena de elementos tóxicos entre el populismo y la exageración y el chorizo del pastorcito oaxaqueño cuidando a las ovejas. Por ejemplo, la amenaza del gobernador de una consulta popular para tumbar al Fiscal y de otra consulta popular para ver si los trabajadores de la información están de acuerdo con el Premio Regina Martínez luego de que unos cinco reporteros se le plantaran con unas cartulincitas en el palacio de gobierno.
BALAUSTRES: Catorce. Las pifias de algunos morenistas, señal inequívoca del adagio ranchero de “no me ayudes, compadre”. Por ejemplo, la diputada local, ex panista, obradorista, Ana Míriam Ferráez, de que la única forma de evitar los feminicidios es que las mujeres se concentren en sus casas a partir de las diez de la noche, cuando, caray, la mayor parte de mujeres han sido asesinadas en el día o en la tarde. Por ejemplo, el diputado José Manuel Pozos Castro, ex priista, ex panista, ex perredista, ahora morenista, alardeando el orgullo de su nepotismo. Por ejemplo, los malos consejeros que llevaron a Cuitláhuac García al infierno en Chinameca. El caso Actopan, con graves contradicciones entre los secretarios de Gobierno y Seguridad Pública. El caso de Isla y Rodríguez Clara con la emboscada y asesinato de una migrante guatemalteca, y en donde Éric Patrocinio Cisneros quedó evidenciado por el alcalde de Isla. El rafagueo al fiscal, inculpándolo de la inseguridad, cuyo primer filtro es la secretaría de Seguridad Pública. La exhibida anunciando que quitarían las casetas de cobro de La Antigua y Plan del Río y luego, la marcha atrás. El chorizo de Éric Cisneros de que Wínckler caería en navidad o en día de reyes.
Con la Cuitlamanía, el prestigio de la política política y la política social se halla por los suelos.
Nadie dudaría de que en 50 días, AMLO, el presidente, mira a Veracruz con un microscopio, pues ni modo de exponer su descrédito y el descrédito de MORENA en el Golfo de México.
Claro, el senador Ricardo Ahued Bardahuil levantó la mano para desmentir el anonimato de las redes sociales y que equivale a desmentir los chismes en el pueblo chico con infierno grande. Yo, dijo, respeto al señor gobernador. Yo, insistió, soy institucional. Yo, precisó, soy senador.
Tiró la piedra “curándose en salud”, cuando en Xalapa, la única ciudad donde lo conocen, sus fans y seguidores lo aclaman como gobernador.
Con todo, dice un morenista, “es un marchante”, que desertó del PRI cuando le negaron la candidatura al Senado.
Del bienestar social de los 6 de los 8 millones de habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza y la jodidez, nadie se acuerda. Por eso hay programas sociales para vender esperanzas.