Luis Velázquez | Barandal
19 de abril de 2021
ESCALERAS: El estado de los derechos laborales, con todo y Ley Federal del Trabajo y los obreros asesinados en Río Blanco y Cananea en el porfirismo, está por los suelos.
Uno de cada 3 trabajadores, sin acceso a ninguna prestación social, económica ni médico según el INEGI.
Todavía peor: sin vacaciones, sin reparto de utilidades, sin vacaciones, sin incapacidad, sin cuenta de ahorro para el retiro y sin crédito para una vivienda.
El recuento de daños del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) es demoledor.
Avasalla y arrasa con “los golpes de pecho” de las centrales obreras y de la secretaría de Trabajo y Previsión Social.
PASAMANOS: Peor todavía: solo 4 de cada 10 trabajadores reciben el reparto anual de utilidades, y en la mayoría de los casos, una piscacha.
La mitad usufructúa el crédito para la vivienda.
La mitad, el derecho a la pensión.
Y solo cuatro recibe el aguinaldo cada fin de año.
Lo más grave es que, por ejemplo, el Congreso de la Unión festina que aprobaron reformas a la ley para la igualdad salarial entre mujeres y hombres desempeñando el mismo trabajo, el mismo cargo gerencial, la misma jefatura.
Una cosita, pues, aprobar las leyes, y otra su observación y vigilancia.
El INEGI, exhibiendo en el tendedero la desvergüenza, el cinismo y la desfachatez patronal.
CORREDORES: Mucho más jodidos 9 de cada diez trabajadores que cada año quedan sin reparto de utilidad y acceso a créditos para una vivienda.
Ahí, publica la reportera Dora Villanueva basada en el informe del INEGI, está el mayor rezago de los derechos laborales.
En el discurso público, los candidatos a diputados federales y locales y presidentes municipales alardeando de un país justo, cuando todos saben, sin excepción, que se trata de una ofensa, una injuria, una bofetada social.
BALCONES: Tal cual están los derechos de los trabajadores en las ciudades urbanas y suburbanas.
Y si vamos a los derechos humanos de los indígenas y campesinos, entonces, mucho peor.
Por ejemplo, el Congreso federal aprobó un aumento en el salario mínimo, en tanto, en la montaña negra de Zongolica, los indígenas siguen ganando de 70 a 80 pesos por jornal, antes de que salga el sol y cuando la luna alumbra el surco.
Y en todo los casos, sin las prestaciones médicas, sociales y económicas, mientras el aguinaldo y el reparto de utilidades y el legítimo derecho a cotizar en el Seguro Social para una pensión constituye una vacilada.
PASILLOS: En términos generales, el recuento de daños del INEGI sobre las prestaciones de los trabajadores significa un informe atroz, terrible y espantoso y que, claro, arrasa con la mayoría de las trabajadoras domésticas con todo y que el Congreso de la Unión legisló para una reconsideración salarial.
Además, para merecer el Seguro Social, el ISSSTE y el legítimo derecho a la jubilación para recibir la pensión.
De poco sirvió la organización sindical de las asistentes domésticas en varias entidades federativas del país, empezando por la Ciudad de México.
VENTANAS: Es el México real. El México injusto. Más, mucho más, si se considera que un alto porcentaje de empresas de todo tipo evaden impuestos.
Y de ñapa, y como sucedía en tiempo priista y panista, los magnates recibían condonación de impuestos gracias a sus buenas relaciones con las tribus partidistas en el poder.
Están vigentes las mismas razones que en el siglo pasado llevaron a los trabajadores a la sublevación social, incluso, a la lucha obrera en el campo de batalla, y hasta con muertos.