Luis Velázquez Escenarios
Veracruz.-Uno. El destino alcanzó al PRIEn el curso intensivo que los priistas de Veracruz reciben para aprender a ser oposición hay dos asignaturas canijas.
La primera, aprender que con todo, los únicos que pueden rescatarlos de la hecatombe electoral son los llamados dinosaurios, pues ellos están llenos de experiencias y vivencias, pero más aún, de mañas para ganar en las urnas.
Y la segunda, si desde 1929, cuando la fundación del partido político abuelito del PRI aprendieron a hacer política con el billete por delante, ahora, oposición al fin, sólo les queda la saliva y la promesa.
Y desde luego, la biografía social que cada uno tuviera con liderazgo suficiente para levantar expectativas.
A partir de ahí el futuro, que está a la vuelta de la esquina con la elección de diputados locales y federales, senadores, el presidente de la república y el gobernador de 6 años el año entrante, les sería, quizá, favorable.
Por eso han de estar abiertos a la realidad adversa. El dinerito oficial para hacer política… se acabó.
Y de aquí para adelante, buscan un mecenas que todavía crea en el PRI y tenga fe en la resurrección de los muertos, o de plano, entrarán en un precipicio sin final, y en el fondo, se toparán con que el mundo está oscuro, siniestro y sórdido para ellos.
A primera vista, y tendrán razón, estarán ciertos de que los dinosaurios son un mal karma.
Desde luego.
Pero como dijera el politólogo Ramón Benítez, “son un mal necesario”, pues ellos se la saben de todas todas, pues por eso mismo durante 89 años se mantuvieron “en la cresta de la ola”.
Dos. Sin dinero, priistas están perdidos
En política todos lo saben: el presidente municipal en funciones, el gobernador y el presidente de la república financian a su partido político. Uno y otro son hermanos gemelos. La secretaría de Finanzas y Planeación de cada gobierno está al servicio de la secretaría de Finanzas del partido político en el trono imperial y faraónico.
Y si alguna duda existiera bastaría recordar una de las últimas denuncias en contra de Javier Duarte de que a través de su tesorero en Sefiplan, el hermano de Karime Macías, Tarek Abdalá, diputado federal, le entregaron mil millones de pesos al CEN del PRI cuando el titular era César Camacho Quiroz, ex gobernador del estado de México.
La misma historia se repitió cuando en el año 2000, Petróleos Mexicanos entregó 500 millones pesos al sindicato petrolero (Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, los jefes máximos) para entregarlos a su vez al candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida Ochoa.
Incluso, en aquel entonces, Miguel Ángel Yunes era director jurídico del CEN del PRI de Roberto Madrazo Pintado y a él le correspondió llevar la defensa jurídica de Romero Deschamps y compañía y que ganaran.
Todo mundo conoce que desde la silla embrujada de palacio el gobernante en turno suele canalizar recursos frescos a su partido político, cualesquiera sea su naturaleza ideológica.
Por eso, ahora cuando en Veracruz, el tricolor perdió la gubernatura y la mayoría en el Palacio Legislativo el año anterior y este año, el 4 de junio, la mayoría de las presidencias municipales y solo quedó con 35 (solo una con un Ayuntamiento fuerte, Cosoleacaque), el PRI enfrenta la peor sequía financiera, económica y administrativa de su vida.
Y sólo tendrá fluidez administrativa (y apretada, apretadísima) con las prerrogativas otorgadas por el OPLE, insuficientes a todas luces dado el derroche a que estaban habituados.
Lo peor del asunto es que mucho se duda que los empresarios “le metan dinero bueno al malo”.
Así, “la verdad dicha a su tiempo” alcanza la plenitud estelar cuando se asegura que sin dinero, dinero constante y sonante sin rendir cuentas a nadie, los priistas no saben hacer política.
Lo ha repetido como un loro el diputado federal, Érick Lagos Hernández, copiando a Fidel Herrera Beltrán copiando, a su vez, a Carlos Hank González:
“Todo lo que en política se compra con billete…sale barato”.
Y como ahora la llave del dinero público fue cerrada, solo les quedarían, dicen las malas entrañas, el narco/billete.
Tres. Cada candidato financiará su campaña
Un primer apunte para una solución inmediata y rápida es que cada candidato con una vocación política y social “a prueba de bomba” a un cargo de elección popular ha de financiar su campaña electoral.
Claro, si el susodicho tiene por ahí a un mecenas, un cacique, un jefe de narco/plaza, y/o si él mismo tiene lana y desea utilizarla para su jornada cívica, digamos, como una inversión a corto y largo plazo, allá él si dispone de sus fondos y/o abre la puerta y pacta con los otros.
Y si acepta o rechaza a los dinosaurios… será “su santa voluntad”, consciente y seguro de mejor depositar el destino de su campaña a los jóvenes imberbes con maestrías y doctorados, pero sin la mínima experiencia y práctica política y electoral.
El tiempo apremia, de hecho y derecho está encima, y ya se verá si los priistas se aplican para ser oposición.