- Las famosas “horas-pico”
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.-
Uno. Avenidas, pistas de carreras
Entre las 6:55 y las 7:10 de la mañana, la vialidad urbana es una locura. El fin del mundo de lunes a viernes. Los padres, a quienes se les han pegado las sábanas, corren desaforados en sus automóviles y camionetas para llegar a tiempo a la escuela con los hijos.
Entonces, muchos se pasan los altos. Se cruzan y entrecruzan con riesgo de un accidente. Mínimo, un embotellamiento atroz.
Y más porque, claro, ningún agente de Tránsito está en la calle.
Muchos, la mayoría, todos quizá, manejan en las avenidas y las calles a casi cien por hora. O a más. ¡Y ay del conductor descuidado porque se lo llevan!
Se trata, claro, y como dicen los expertos, de las llamadas “horas-pico”.
Por fortun, nunca se ha leído en la página roja del periódico de un accidente automovilístico terrible.
Da miedo manejar a esos quince minutos audaces, intrépidos y temerarios.
Uno, por ejemplo, sale a buscar el periódico con el voceador de la esquina y ha de conducir con extremo cuidado, pues en la carrera contra el tiempo se pasan la luz amarilla y les vale.
Y, de ñapa, hay padres de familia o choferes al servicio de…que todavía le mientan la madre a quien consideran un intruso.
Y es que las clases inician a las 7 en punto de la mañana y dan unos diez minutos de tolerancia, de lo contrario, así sea en escuela de paga, el estudiante queda fuera si llega tarde.
Y si continúan los retardos, entonces, aplican otras medidas.
Quizá en vez de un reloj despertador les hará falta uno o dos gallitos que anuncien el nuevo día a tiempo y en forma.
Acaso han de mejorar la disciplina para acostarse más temprano.
El caso es que la ciudad es una locura vial.
Dos. “Todos juntos y a tiempo”
La locura vial es tanto de hombres como de mujeres.
Por fortuna, la prisa es tanta que ninguno tuitea o fuma al mismo tiempo que conduce, pues la prioridad es, como decía el poeta León Felipe, “llegar todos juntos y a tiempo”.
Y como los padres o choferes están conscientes de la voraz lucha de “todos contra todos”, entonces, manejan, digamos, con precaución.
Pero el escenario se antoja inverosímil. Y más, porque es tanta la violencia en Veracruz con desaparecidos, secuestrados, asesinados, cadáveres flotando en los ríos y tirados entre los cañales y a orilla del camino y en las ciudades, que resulta, digamos, innecesario, manejar como un salvaje, todo, por levantarse tarde.
Y decir, como todos los humanos del planeta, “otros 5 minutitos más”.
En el duartazgo, por ejemplo, tomaron la medida, hacia el final del sexenio de instalar unas cámaras en las avenidas para vigilar la velocidad tolerada, parece, a unos 60 kilómetros por hora, quizá menos.
Y durante mucho tiempo fue efectiva, pues de pronto, zas, la multa llegaba a casa indicando como epígrafe el día y la hora y las calles o avenidas, incluso, la ciudad, donde se había cometido la infracción.
Después, las retiraron.
Se pensaría, por ejemplo, que algunas calles y avenidas fueran vigiladas a esa hora por los agentes de Tránsito, pero su hora de entrada al servicio está fijada para las 8, 9 horas, parece.
Mientras tanto, que el Dios de cada quien proteja a los padres de familia y/o sus choferes, porque de veras, la ciudad es una locura vial cada día de la semana con clases.
Los niños, en contraparte, estarán aprendiendo que la vida es así (intensa, frenética, avasallante), y ni modo, así serán quizá cuando tengan su coche y manejen.
Tres. Jugar carreritas
En algunas escuelas (se ignora si contraten el servicio de agentes de Tránsito) hay vigilancia, pero en las inmediaciones, mejor dicho, casi casi frente al edificio escolar, pero para vigilar la salida de los niños y adolescentes.
En ningún momento, para vigilar en la mañana, cuando la locura vial se multiplica, pues al mediodía es más descansadito, tanto que, por ejemplo, cerca de muchas escuelas han abierto cafés donde las madres se reúnen una hora o media hora antes a la tertulia con un lecherito y un pastelillo.
Pero el foco rojo está en otros lados. En las avenidas y en las calles, digamos, laterales o adyacentes a la escuela.
Y en donde, en todo caso, la vigilancia de la dirección de Tránsito pudiera concentrarse, antes, mucho antes, del día del Juicio Final.
Alguna salida ha de existir. Y más, por lo siguiente: hacia el fin de semana, jueves en la noche, los jóvenes suelen agarrar la avenida como autopista de carreras y en la madrugada y en el amanecer sólo se escuchan el rechinido de las llantas en el pavimento y los gritos desaforados de los chicos, mujeres y hombres.
Incluso, con frecuencia, les amanece jugando carreritas, y les vale, porque saben de igual manera que ningún agente de Tránsito andará por ahí molestándolos.
En fin, se trata de simples cosas de la vida cotidiana que mucho inciden en la vida de un pueblo.