- El becerro de oro
Luis Velázquez
Veracruz.- DOMINGO
Plumífero en desgracia
Soy un plumífero en desgracia. Nunca pensé que el destino tecnológico me arrasaría. Tampoco que los nuevos vientos políticos de “ni un quinto para los medios incómodos” me pondrían en caída libre.
Durante muchos años de mi vida he soñado con el periodismo. Pero aun cuando ningún reportero ha de jubilarse en la vida, y por el contrario, un segundo antes de morir ha de seguir contando historias, las redes sociales, twitters, facebooks, whatsaap, anexos y conexos, son categóricos:
En vez de escribir notas, pues los tuiteros son las nuevas estrellas de la información periodística, ha llegado el momento de dedicarse a escribir novelas y cuentos pornográficos.
Así, cuando menos, tendré derecho a los 15 minutos de fama de que habla Wharol.
Paz y amor, entonces, y más, en el tiempo de la república amorosa.
Amigos y amigas de la vieja guardia del periodismo, nos hemos quedado solos.
Ni siquiera, vaya, un perro hay para que nos ladre, pues junto con los gatos fueron exterminados.
El día del Juicio Final para los plumíferos ha sonado.
Lloremos todos si deja consuelo. Pero ni modo de seguir maiceando a toda la prensa con tan jodido que Javier Duarte dejó a Veracruz.
LUNES
El becerro de oro
Festinemos, sin embargo. Como parte de la vieja guardia, todos asistimos al reparto de las mieles en el tiempo del becerro de oro.
La máquina de escribir siempre estuvo aceitada.
Embutes, convenios jugosos, viajes al extranjero, becas para los hijos, créditos a fondo perdido, cargos públicos por dedazo, obra pública para la compañía constructora del amigo, regalito de oficinas y de edificios y de casas, maquila de libros y propaganda oficial en la imprenta del periódico, etcétera, todo formó parte del tiempo de esplendor y resplandor para los medios amigos.
Y ante las moneditas de oro, las nuevas elites políticas también han ingresado al negocio de la vanidad y la egolatría.
Y por eso mismo en un carril merodean como políticos y en otro actúan como magnates periodísticos.
Y muchos tienen ya sus portales.
Es el caso, entre otros, y de los más visibles, de los panistas Pepe Mancha, Julen Rementería del Puerto, Juan Manuel Unanue y Sergio Melo, y de la perredista Jazmín Copete.
Por eso, visionario y profético, Javier Duarte siempre dijo que en Veracruz había 500 medios escritos, hablados y digitales y ocho mil reporteros.
Fue, claro, el tiempo de la jauja. Trece mil millones de pesos para medios… a cambio de tirarle incienso a su paso.
MARTES
Un reportero en cada hijo…
He sido un reportero “sin pelos en la lengua” como reza el clásico jubilado. Pero si antes nunca, jamás, mis artículos ocuparon ni preocuparon a nadie, ni tampoco provocaron pasiones ni incendiaron estados de ánimo, ahora menos en el vértigo tecnológico, donde sólo cuentan, oh redes sociales, el chismorreo, la noticia falsa y el pirateo noticioso.
Con todo, incluso, que siempre las escribí desde las entrañas más profundas del hígado, pues las neuronas de nada o poco sirven en la lucha por el itacate y la torta y la compra de pañales y mamilas para los niños.
Antes, cuando menos copiaban mi estilo. Y ahora, ni en cuenta.
Además, la competencia es tanta que si el himno nacional dio al país a un soldado en cada hijo, también en cada hijo de familia late un reportero de Internet.
Y si seis de cada 10 mexicanos son jóvenes y si pronto el país será una nación de viejitos, entonces sólo resta copiar a los elefantes que ya seniles solitos se retiran a lo más profundo de la montaña y buscan una cueva para refundirse y esperar la muerte.
MIÉRCOLES
Vivir del presupuesto
Nada más terrible en la vida que quedarse fuera del presupuesto como bien lo demostrara César “El tlacuache” Garizurieta, quien toda su vida vivió del erario y el sexenio cuando sus enemigos y adversarios lo dejaron fuera mejor se suicidó.
Está claro, cada elite gobernante tiene sus plumíferos. Y si son amigos, con más razón. Y si están dispuestos a servir, “pan comido”.
La vida es así y lo peor es andar de berrinchudo.
Y ni modo de agarrarse con Sansón a las patadas, pues cada político encumbrado tiene el látigo por la mano y la ley escrita en el decálogo popular dice que el jefe máximo nunca, jamás, se equivoca.
Además, está claro, porque la vida es así: cada presidente de la república y cada gobernador y cada alcalde suelen tener sus tundeclas afines, dispuestos hasta la ignominia en todo y con todo…, de ser necesario.
¡Ay, entonces, si nunca en la vida de cada trabajador de la información existió un ángel de la guarda, aunque sea por un ratito!
JUEVES
El signo de los tiempos
Es hora de buscar otros caminos. Otras señales son las siguientes:
A: El gobernador Yunes lo anunció desde un principio. “Ni un quinto para los medios”. Y muchos medios tradicionales han cerrado y otros están quebrados. Y achicados en contenidos.
B: El desdén de los candidatos a gobernador y a diputados federales y locales y senadores a la prensa convencional, apostando a las redes sociales.
C: El martes 5 de junio, AMLO estuvo en Xalapa. Y habló, entre otras cositas, de la prensa vendida. Y desbordada, la gente aplaudió.
Claro, por mera cortesía el tabasqueño habló de lo que calificó buena prensa.
D: Nunca como hoy parte de la prensa tradicional se ha doblegado, incluso arrodillado, a los dadores.
E: El tiempo del duartazgo, cuando los medios tenían la puerta abierta para cargos públicos, está limitado. Cierto, hay alcaldes en funciones provenientes de los medios. Pero son aislados.
VIERNES
“Escriban lo que vean”
Cuando apareció el noticiero radiofónico y el cinematográfico y el televisivo fue pronosticado el fin del periodismo escrito.
Y los profetas se equivocaron.
Ahora, con la locura de las redes sociales pareciera, cierto, que el destino está rebasando al periodismo convencional.
Y más, porque es ultra contra súper mucho más barato, y más, dado tanto ciudadano reportero.
Pero más todavía, por la insólita inmediatez.
Tan es así que los emporios periodísticos del mundo están derivando al periodismo digital y/o en la transición alternando el diario impreso y el digital.
Curioso, el periodismo empezó con los jilgueros que caminaban de un pueblo a otro cuando las buenas nuevas. Fue una ampliación del chismerío de todas las mañanas en el mercado popular y el molino de nixtamal.
Ahora es lo mismito y le llaman la aldea global. El mundo quedó tan chiquito que el Internet ha empequeñecido al planeta y el estallido de un volcán en el otro extremo del mundo es conocido en automático en la otra parte del cosmos.
Simple y llanamente, las agencias de viaje están ofreciendo luna de miel en el sistema solar cuando antes las parejas se conformaban con susurrarse palabras sabrosas a la luz de la luna.
Pronto, el periodismo escrito será una nostalgia y sólo sobrevivirán los que sepan escuchar el latido social.
Lo dice el Eclesiastés: “Escriban lo que vean”.
Simple y llanamente lo que cada reportero vea y lea en el corazón de un pueblo, más, mucho más allá de arrodillarse ante el político en turno.