Luis Velázquez
21 de septiembre de 2019
DOMINGO
La vida de Carlos Denegri
Circula una novela, mitad ficción, mitad realidad, fascinante. Se llama “El vendedor de silencio”, la vida del reportero Carlos Denegri, en el siglo pasado. Julio Scherer García lo retrataba de la siguiente manera: “El más capaz, pero el más vil”.
El más vil, quizá por lo siguiente con sus títulos de nobleza ganados en el campo de batalla:
El más corrupto. El más chantajista. El más extorsionador. Golpeador de mujeres. Misógino. Borracho empedernido. Enloquecido con los tragos. Su última esposa (tuvo 6, parece, además de un número insólito de aventuras y amantes) lo mató un primero de enero en la madrugada.
En asuntos de mujeres, por ejemplo, sus biógrafos aseguraban que se parecía a Agustín Lara pues los dos “se enamoraban de putas” escribe el novelista Enrique Serna (“El seductor de la patria”, la vida novelizada de Antonio López de Santa Anna).
Son 485 páginas fascinantes que se empiezan a leer y solo se dejan cuando los ojos están llenos de lagañas. En 3 días, todo el día, se lee. Tan alucinante con que está escrita.
LUNES
25 años en las grandes ligas
Era también el más capaz. Por ejemplo:
Hablaba inglés, francés, alemán y español, claro. Hijastro de un político y diplomático vivió su infancia, adolescencia y juventud en el extranjero, su padre, desde cónsul hasta embajador, y en América Latina y Europa.
Estudió en escuelas particulares de otros países, pero dada la movilidad diplomática de su padre nunca terminó en una escuela. Tuvo, entonces, estudios inconclusos.
Pero al mismo tiempo, desde niño aprendió el hábito de la lectura y la lectura lo volvió un gran reportero culto.
En cada país dejó amigos y cuando era periodista de Excélsior muchos de sus amigos metidos a políticos fueron sus enlaces y contactos en aquellas naciones, estableciendo una red impresionante de relaciones.
Así, logró grandes exclusivas.
Pero uno era el reportero a la cacería de noticias. Y otro, el reportero vil que extorsionaba a políticos y empresarios.
Durante unos 25 años fue el centro del mundo. Su fuerza periodística era tanta que lo consideraban tan importante como el presidente de la república. Miguel Alemán Valdés fue quien más lo encumbró, aun cuando su ascenso meteórico fue desde Gustavo Díaz Ordaz.
MARTES
Contemporáneos de Denegri
Carlos Denegri fue contemporáneo de periodistas estelares y sin embargo, alcanzó el estrellato. Entre otros, los siguientes:
Manuel Buendía: con su columna “Red Privada”, asesinado por la espalda en el sexenio de Miguel de la Madrid.
Jorge Piñó Sandoval: director de la revista Presente, crítica de Miguel Alemán Valdés.
Carlos Septién García: el reportero estrella de El Universal y director de la revista “La Nación”, órgano oficial del PAN.
Julio Scherer García. Director general de Excélsior y fundador del semanario Proceso.
Agustín Barrios Gómez: columnista político y de sociales en Novedades y El Heraldo.
Luis Spota: el reportero que durante 45 días ininterrumpidos ganara las 8 columnas de portada de Excélsior.
Rafael Freyre: “La ranita”, caricaturista del semanario Siempre! de José Pagés Llergo.
Roberto Blanco Moheno: articulista, cronista, escritor y político.
Jacobo Zabludovsky: conductor del noticiero estelar de Televisa, “24 horas”.
Alejandro Gómez Arias: el gran líder estudiantil de la autonomía de la U.N.A.M. y articulista de Siempre!
Rodrigo de Llano, director general de Excélsior, le encomendó la dirección de Revista de Revistas y convenció a Alfonso Reyes y a José Vasconcelos de escribir un artículo semanal.
Renato Leduc: el famoso telegrafista de Pancho Villa, autor de “La dicha inicua de perder el tiempo”.
Marcué Pardiñas: el famoso y polémico director del semanario “Política”.
Y don Francisco Martínez de la Vega: el periodista que defendiera a Julio Scherer de José López Portillo cuando su frase celebérrima de “No pago para que me pegues”.
Entre sus discípulos estuvieron Manuel Mejido, Enrique Loubet junior y Olga MORENA, entre otros.
MIÉRCOLES
Su tiempo con Agustín Lara
“La bandida”, Gloria Olmos, tuvo la casa de citas más famosas de la Ciudad de México hacia mediados del siglo anterior.
Allí tocaba el piano Agustín Lara. Allí se conoció con Carlos Denegri, cliente asiduo. Allí Denegri aprendió de Lara el amor prostibulario. Juntos, ebrios, solían declamar poemas de Baudelaire.
Fue amiguito de Ana Luisa Peluffo, la primera actriz que posara desnuda en el cine en la película “La fuerza del deseo”, antes, mucho antes que Nahui Ollín, la primera mujer que posara desnuda para un fotógrafo, Edward Weston.
Ebrio, cantaba con Cuco Sánchez, mientras Gloria Marín los escuchaba y aplaudía.
JUEVES
El alcohol lo enloquecía
El alcohol lo enloquecía. En la novela de Enrique Serna se escribe que varias ocasiones intentó dejarlo. Nunca pudo.
En estado etílico golpeaba a todas sus mujeres. Una vez llegó ebrio a casa en la madrugada cuando de pronto un tipo bajaba por la pared y lo persiguió creyendo que era un amante de su esposa. Era, sin embargo, el galán de su trabajadora doméstica.
El par de escoltas lo siguió y detuvo. Y confesó sus amores y deseos prohibidos. Y lo dejó ir. Entonces, entró a la casa, sacó a la chacha a madrazo limpio, la amarró con una reata y ordenó a su caporal le trajera uno de sus caballos y la arrastró en las calles y avenidas de la Ciudad de México, nomás, decía, para que aprendiera a ser fiel.
Otra madrugada, a patadas tumbó la puerta de su recámara porque la esposa en turno la había cerrado con llave. Y la golpeó. Y violó.
En otra ocasión, en una cena con tres parejas, celoso porque su esposa a la que llevaba quince años se había puesto un vestido escotado, la agarró a madrazos delante de todos y le rompió el vestido y sus bubis quedaron al aire. Denegri gritó:
“¡Estas son las mejores tetas de México! ¡Salud!”.
VIERNES
Julio Scherer lo congeló
Rodrigo de Llano y Manuel Becerra Acosa fueron directores de Excélsior en el tiempo de Carlos Denegrí.
Julio Scherer era office boy cuando Denegrí y Jorge Piñó Sandoval eran la plana mayor del periodismo y lo enviaban a cada rato por las tortas.
Pero Scherer ganó el brinco a los dos y fue nombrado director general. Y los vientos huracanados comenzaron para Denegri.
Por ejemplo, lo envió al Medio Oriente en una misión reporteril que durara varios meses, igual, igualito que cuando los políticos de la época congelaban a un político incómodo e indeseable.
Así, lo mantenía, primero, lejos del periódico, y segundo, lejos del país, y tercero, digamos, lejos de la corrupción.
Otros compañeros y amigos se encumbraron al lado de Scherer, entre ellos, Ángel Trinidad Ferreira y Francisco Cárdenas Cruz, Miguel Ángel Granados Chapa y Vicente Leñero. Y Guillermo Ochoa y Fausto Fernández Ponte, quienes lo desplazaron cuando fueran enviados al lanzamiento espacial del Apolo XI.
En el segundo semestre de 1969, Scherer lo excluyó de Excélsior y así terminaron sus días oscuros, grises y relucientes de su vida reporteril en aquel sistema político corrupto, abusivo, autoritario y represor. En la madrugada del primero de enero de 1970 su última esposa lo mató de un tiro en la frente cuando tenía 66 años de edad.
Comenzaban los días de Luis Echeverría Álvarez.