- Infierno en la tierra
Luis Velázquez
Veracruz.- DOMINGO
El éxodo de Veracruz
Frente al Océano Pacífico, hay un pueblo conocido como el Valle de San Quintín.
Fundado en 1887 su calidad pesquera está fuera de duda, pues exportan al otro extremo del mundo.
Pero también, su producción agrícola.
Pueblo costero de Ensenada, hacia el año anterior tenía más de cien mil habitantes, además de los 90 mil jornaleros que provenientes de varias entidades de la república allí se concentran huyendo del fracaso de la política económica en otras latitudes geográficas del país, entre ellas, Veracruz.
De acuerdo con la secretaría de Trabajo y Previsión Social, en el Valle de San Quintín hay unos diez mil campesinos, indígenas, jornaleros todos, del estado de Veracruz, que en vez de caminar hacia Estados Unidos (el Estados Unidos de Donald Trump) prefirieron quedarse en el otro extremo del país.
Del Golfo de México al Océano Pacífico.
Ellos pertenecen al millón de indígenas y a los dos millones de campesinos de Veracruz, quienes desde tiempo inmemorial siguen migrando para garantizar el itacate y la torta en la rústica mesa de la casa para alimentar a la esposa, los hijos y con frecuencia, a los padres ancianos.
LUNES
El Valle de la Muerte
Nunca, jamás, ellos, han importado a la secretaría de Desarrollo Económico, ni tampoco a la secretaría de Desarrollo Social, ni menos, mucho menos, a la secretaría de Trabajo y Previsión Social.
De pronto, con tantas “cornadas que da el hambre”, agarraron sus chivas y con la esperanza por delante partieron a la tierra prometida.
Y más, cuando como en Veracruz, y por ejemplo, a los indígenas les pagan 70 pesos diarios de jornal y que significan el pago semanal de 420 que sirven para nada.
Hace tres años, los jornaleros del Valle de San Quintín ocuparon las primeras planas de la prensa local y nacional sublevados contra lo que pudiera considerarse más que un Valle de San Quintín el valle de la muerte, campo ruso y alemán de concentración.
Y no obstante que llamaron la atención del gobierno de Enrique Peña Nieto, nunca, jamás, hubo justicia social para ellos.
La Federación sucumbió ante la fuerza política, económica y social de los grandes empresarios norteños.
Los jornales, entre ellos, los originarios de Veracruz, fueron arrodillados.
El hambre, la miseria, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios de hambre que les llamaba Ricardo Flores Magón en 1910, salarios mezquinos describía Carlos Marx.
MARTES
Infierno en la tierra
Un recuento de la vida diaria de los 90 mil jornaleros arroja el siguiente resultado:
Salarios a destajo, sin ninguna prestación social, económica ni médica.
Viven “en galerones en los que además les cobran la renta y sin servicios sanitarios adecuadas.
Con jornadas extendidas más allá de las diez o doce horas.
Sujetos a enganchadores que les cobran incluso por colocarlos.
Mucho trabajo infantil en los campos agrícolas”. (La Jornada, Patricia Muñoz, 20, 3, 18)
Además, las mujeres jornaleras sometidas a excesos y abusos de poder de los mayordomos y patrones y que por lo regular terminan en agresiones sexuales, digamos, como en el Porfiriato los dueños y capataces de las haciendas solían ejercer el derecho de pernada, y cuya dimensión estelar está retratada en la novela “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, el cacique que cada noche elegía a la mujer que le acompañara en el tálamo.
En aquel entonces, la huelga en demandas de mejores salarios y de condiciones laborales de una vida digna, como establece la Ley Federal del Trabajo, de nada valió.
Fue el 17 de marzo del año 2015.
Tres años ya.
MIÉRCOLES
Indiferencia de Peña Nieto
En aquel entonces, los campesinos formaron el Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas.
Entre otras cositas, además, pedían, caray, insólito en el México de Enrique Peña Nieto, que los patrones les otorgaran, además de salarios dignos (la misma demanda de la revolución en 1910), las prestaciones de ley, pero más, mucho más, la inscripción al Seguro Social, el mismito que a cada rato en la publicidad oficial se proclama la institución pública más generosa.
El líder del sindicato fue contundente:
“El gobierno federal ha hecho caso omiso de los mismos compromisos que ellos signaron” para que los jornaleros levantaran su huelga y que llegó, incluso, a enfrentamientos con disparos.
“Las autoridades no tienen palabra” dijo el sindicato.
Insólito: también pedían que los mayordomos les pagaran su salario en el lugar de trabajo, pues han de viajar a las oficinas centrales, lo que significa una pérdida de horas trabajo y horas reposo y horas familia.
Lo peor del asunto es que tanto la Federación como el gobierno estatal de Baja California se coaligaron con los patrones, a tal grado que, por ejemplo, de pronto cayeron “halcones” a los jornaleros para formar un sindicato blanco, y el colmo, inverosímil, haciéndoles firmar documentos en blanco.
JUEVES
El campesino nylon
Nunca en seis años, a Javier Duarte le ocuparon ni preocuparon los jornaleros de Veracruz en el Valle de San Quintín.
Tampoco ahora el titular, secretario de Desarrollo Agropecuario, el campesino nylon y cacique de Tantoyuca Joaquín Guzmán Avilés, quien tiene a sus hijos, hermanos y sobrinos en cargos públicos.
Es más, mucho se aseguraría que ni siquiera, vaya, “El chapito” tiene idea del lugar donde está sentado.
Bastaría referir que cada año, los indígenas y campesinos de Veracruz migran, con la esposa y los hijos, al corte de la caña de azúcar y del café y de los cítricos, y arrastran a la familia porque significan mano de obra y una posibilidad para mejorar el ingreso.
Otros, sin embargo, parten al Valle de San Quintín, donde viven el peor infierno del mundo que infierno también constituye la migración interior.
Y más, cuando al momento, la secretaría de Desarrollo Económico ha sido incapaz, principio de Peter en dimensión estelar, de alentar la creación de empleos y empleos dignos pagados con justicia laboral en las regiones rurales de Veracruz.
“El gobierno del cambio” está lejos, años luz de distancia, de sentirse en el campo y cuya vida económica ha sido rebasada por las remesas enviadas por el millón de paisanos en Estados Unidos.
VIERNES
Vivir del changarro
El informe “Empleo en México y sus perspectivas para 2018” asienta que en los estados de Veracruz, Tlaxcala, Tabasco y Morelos, y de acuerdo con el INEGI, entre 6.5 y 7 trabajadores de cada diez no tienen empleo formal, y por tanto, una parte de ellos sigue apostando al changarro en la vía pública.
Tampoco cuentan con prestaciones.
Ni aguinaldo.
Ni seguridad social.
Bastaría referir que en Veracruz hay un aproximado de 800 mil personas de 60 años de edad en adelante, de los cuales un 80 por ciento, aprox. carecen de seguridad social, y el resto, perciben una pensión para llorar y que llega en el mejor de los casos a tres mil pesos mensuales.
Es el retrato social de Veracruz. donde sólo tres de cada diez trabajadores tienen un empleo formal con prestaciones.
En el resto, están incluidos los indígenas y los campesinos, una parte de los cuales son jornaleros en el Valle de San Quintín.
Es el Veracruz que nos ha tocado vivir.