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“Días tenebrosos” en Veracruz; “Queremos vivir en paz”

El Piñero


Luis Velázquez /Barandal
31 de enero de 2018

ESCALERAS: Pepe Yunes Zorrilla “ha puesto el índice en la llaga purulenta”, como ningún priista. Se padecen en Veracruz dijo en Rodríguez Clara, “días tenebrosos”.
Días tenebrosos… por la inseguridad galopante, fuera de control.
Días tenebrosos, porque “no tenemos trabajo”.
Días tenebrosos, “porque los espacios públicos no son seguros para nuestros hijos”.
Días tenebrosos, porque “no podemos formarnos y realizarnos como personas”.
Días tenebrosos, porque “no alcanza lo que ganamos” para vivir.
Días tenebrosos “porque los días en Veracruz no han sido ni son de alegría”.
La alegría que merece cualquier pueblo feliz del mundo.
Días tenebrosos con el Yunes azul.
“Y eso, precisó sin rodeos, no lo podemos tolerar”.
Tal es el inminente candidato del PRI y PVEM a la gubernatura jarocha.
Los puntos sobre las íes.
La palabra del ex presidente municipal de Perote, ex diputado local y federal, ex senador de la república, ex presidente del CDE del PRI, encarnando la más alta preocupación de los 8 millones de habitantes de Veracruz que antes, mucho antes, fue un paraíso y ha mudado, más que en una sucursal del infierno, en el infierno mismo.
En las palabras del precandidato la crónica de los días y las noches de los últimos catorce meses del año.
Pero también, de los años de Javier Duarte.
Y los años de Fidel Herrera Beltrán.
Y los años de Miguel Alemán Velasco.
Y los años de Patricio Chirinos Calero, cuando el capo José Albino Quintero Meraz, ex convicto del penal de Almoloya por delitos contra la salud, iniciara su imperio y su emporio de droga en Veracruz.
Mucho, demasiado, ha padecido la población con los “días tenebrosos”.

PASAMANOS: El poeta Andrés Gide decía que todo está dicho, pero como nadie hace caso, entonces, necesita repetirse una y otra y otra y otra y otra ocasión.
El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, y los obispos de Córdoba, Orizaba, Veracruz y Coatzacoalcos lo han dicho.
“Todos los días, expresan en la homilía, hay ejecuciones en Veracuz”.
Las ONG de los hijos desaparecidos, integradas en Colectivos, lo han preconizado “a los cuatro vientos”.
Las cúpulas empresariales han clamado seguridad en sus vidas, pero también en las inversiones.
Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, Veracruz es una tea inagotable donde con Acayucan tiene el municipio con más violencia en el país, pues en el año anterior los homicidios aumentaron en un tres mil cien por ciento.
Etcétera.
Ahora, Pepe Yunes una vez más se ocupa del asunto y lo resume en dos palabras.
“Días tenebrosos”.
Todos, aseguró en el discurso de Rodríguez Clara con las huestes priistas, “queremos vivir sin violencia dentro y fuera de casa”.
¡Ay Señor de Señores!
En Xalapa, luego de la masacre en el centro nocturno, “La Madame”, la matanza en el bar “La Bartola”, en el corazón político, educativo y cultura de Veracruz, Xalapa, el símbolo asiento de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Y de la Universidad Veracruzano, uno de cuyos alumnos que estudiaba para músico y se ganaba la vida tocando ya, asesinado.
Sin deberla ni temerla.
Así nomás, porque de pronto, caray, llegaron unos delincuentes y rafaguearon a todos.
Queremos dice Pepe, “vivir sin violencia dentro y fuera de casa”.
¡Basta ya!
Y en ningún momento, el discurso del Yunes rojo ha de tomarse como parte de una precampaña electoral en que los trapitos sucios son tendidos al sol.
Es una realidad que trasciende cualquier disputa por el poder.
Es la voz de un ciudadano de Veracruz clamando y reclamando el Estado de Derecho, donde la obligación número uno constituye garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.

CASCAJO: Durante veinte años ininterrumpidos, Pepe Yunes ha caminado en política.
Y nunca como ahora, “igual o peor” que en el duartazgo, la incapacidad manifiesta del gobierno de Veracruz para que la población viva días y noches sin sobresalto, con la incertidumbre y la zozobra prendida con alfileres.
“Un gobierno, dice, ha de generar las condiciones de vida pensando en el sentir que mueve a las comunidades y a los municipios”.
Y en el caso, catorce meses después de la yunicidad azul está probado y comprobado que la inseguridad está desbordada.
Y desbordada, porque simple y llanamente, y no obstante las reuniones semanales con el equipo policiaco, estarían utilizando una estrategia errónea.
Cierto, el resto del país está igual o peor.
Cierto, el panista Felipe Calderón Hinojosa dejó Los Pinos con más de ciento 150 mil muertos.
Cierto, el priista Enrique Peña Nieto tampoco ha podido no obstante que sigue teniendo a los soldados y marinos en la calle.
Y por eso mismo, se impone el cambio de estrategia.
Y allá cada gobernador en su entidad federativa que descubra la solución y se apresure antes de que la población se incendie y siga apostando, por ejemplo, a las guardias comunitarias que tanto enfurecen a los políticos en el poder.
Pero en el caso, Veracruz late en el corazón de Pepe Yunes y late con la misma intensidad que en la población soñando con un Veracruz donde simple y llanamente se viva en paz.
La paz perdida.

RODAPIE: En el discurso de Rodríguez Clara, el precandidato priista dijo:
“Hoy vivimos con miedo como consecuencia de la inseguridad.
Vivimos, a través de muchas experiencias, pobreza y vulnerabilidad, que hace que lo mejor de Veracruz se pierda en la migración para buscar lo que no hemos podido encontrar en nuestro territorio.
Hoy estamos viendo una imposibilidad para convivir en paz”.
La realidad avasallante de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Uno. Inseguridad.
Dos. Pobreza y miseria.
Tres. Vulnerabilidad económica.
Cuatro. Migración, ante el gran fracaso de la política económica de la Secretaría de Desarrollo Económico.
Cinco. La paz perdida, extraviada, difusa, titubeante, fragmentada, rota.
“Los días en Veracruz (en los últimos catorce meses, tampoco en los seis años del duartazgo) han sido de alegría”.
Y más cuando en el otro lado de la cancha preconizan el municipio exitoso donde todos, ajá, fueron felices.

POSTES: La sonrisa y la alegría en la población jarocha son históricas. Responde a las caritas sonrientes de la cultura azteca. Las inmortalizó Octavio Paz en su libro. Ningún otro pueblo tan sonriente como el de Veracruz. La felicidad de estar vivos y de estar juntos.
Pero en gran parte de la población con hijos desaparecidos, madres y padres y hermanos y tíos dolidos y heridos por la ausencia del hijo ausente, levantado de un día para otro sin dejar huella, ha quitado por completo la sonrisa y la alegría de vivir.
Y lo peor:
Una cosita es la inseguridad fuera de control, y otra la impunidad multiplicada en una Fiscalía que sólo tiene, parece tener, como objetivo único el resentimiento, el odio y la venganza para encarcelar, cierto, a los políticos pillos y ladrones.
Pero al mismo tiempo, para desatender el clamor de las familias que siguen buscando a los suyos vivos o muertos.
Son “los días tenebrosos” en que la incapacidad para frenar el tsunami violento se mezcla y entremezcla con la indolencia y la negligencia para impartir justicia.

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