- Campesinos, jornales, estudiantes, ganaderos y policías, el saldo de la violencia en el sur de Veracruz
- Una pelea territorial de los carteles recrudecida en las fronteras de Veracruz
- La droga, cierto; pero también, el control de los migrantes y el robo de hidrocarburos a PEMEX
- Luego de sepultar a los tres uniformados, los elementos se amotinaron, hartos de estar descobijados
Laura Rojas/blog.expediente.mx para el Piñero de la Cuenca
Veracruz.- Las últimas ejecuciones en el sur de Veracruz han encendido las alarmas entre las autoridades, un nuevo gobierno ha llegado, pero las bandas de la delincuencia organizada, no se fijan en ello y persisten los ajustes de cuentas y las violaciones a los derechos humanos.
Esta semana, es la frontera de Veracruz con los estados de Chiapas y Tabasco las zonas que están generando más reacciones violentas por asesinatos y privaciones ilegales de la libertad.
Fuentes oficiales en el gobierno federal y estatal indican que se trata de una disputa entre los grupos delictivos que en los últimos meses se han venido disputando la plaza de Las Choapas a sangre y fuego.
Esta semana que terminó, autoridades ministeriales recogieron los cadáveres de campesinos, jornaleros, jóvenes estudiantes, ganaderos y hasta tres policías que se suman al saldo.
Es la frontera entre Tabasco y Veracruz, en el municipio de Huimanguillo, donde estas bandas se han asentado para disputarse los espacios por la venda de droga al menudeo, el control de las rutas de paso de migrantes, y el nuevo gran negocio, el robo de hidrocarburos a los ductos de Petróleos Mexicanos.
Y es que Las Choapas, además de ser uno de los municipios de mayor extensión territorial en el estado, es frontera con Tabasco, Chiapas y parte de Oaxaca, por ello la dificultad para vigilarlo; la policía municipal cuenta con menos de 50 elementos que, de plano, y se amotinaron porque ante la guerra que libran los grupos de la delincuencia, quedan en medio, y no cuentan ni con el equipo, las patrullas ni la capacitación para hacerles frente.
POLIS EN PARO
Ante el alcalde Marco Estrada Montiel, los oficiales municipales se amotinaron la mañana del domingo, luego de asistir a los funerales de sus compañeros asesinados y decapitados el sábado pasado.
Los oficiales encararon al alcalde al que acusaron de indolente con su situación, pues no les da las garantías necesarias ni el equipo para efectuar su trabajo.
Los elementos acusan que no cuentan con armas, patrullas ni combustible suficiente para salir a recorrer las comunidades y calles de Las Choapas.
El edil escuchó a los gendarmes y prometió pagar las pensiones correspondientes a los caídos del sábado, Anita Contreras López, Benjamín Montejo Ávalos y Álvaro Navarrete Alducín, y en trabajar en los pendientes.
Pero en tanto no se resuelvan lo mínimo de sus demandas, los policías municipales estarán de brazos caídos. Irán a la comandancia, pero bajo protesta, no patrullarán.
La vigilancia, en este tenor, fue delegada a personal de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y del ejército mexicano.
Durante los siguientes días, mientras no se resuelvan las demandas de los municipales, serán oficiales estatales y soldados quienes respondan a los llamados de emergencia.
En las Choapas, en lo que va del año, han sido asesinadas ocho personas. En 2016, hubo 45 ajusticiados y en 2015, 60, en los dos años se dieron incluso ejecuciones de menores de edad, pero la ejecución de los tres policías municipales, es, hasta hoy, uno de los hechos más violentos de los cuales se tenga registro en este municipio.
Las Choapas es enclave importante para la producción de ganado, paso de migrantes y de ductos de Pemex que vienen de Tabasco, Chiapas y Agua Dulce a las terminales de Coatzacoalcos y a Minatitlán, ante eso, es ampliamente codiciado por las bandas delictivas.
En 2015, al menos 20 ejecuciones de personas de Las Choapas, se dieron en los límites con Tabasco, en el trasfondo del hurto a los ductos de hidrocarburos.
Antes de dejar el cargo, el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, dijo que en Las Choapas, y en parte de Tabasco, los responsables de la violencia eran Zetas y Zetitas, células de delincuentes que por lo regular se escondían en Tabasco cuando cometían fechorías en Veracruz. Siempre prometió Bermúdez establecer retenes cerca del río Tonalá y en las fronteras con Veracruz para reducir la porosidad de la zona y que delincuentes de Tabasco se vinieran a delinquir a Veracruz, pero lo dejó pendiente.