Luis Velázquez | El Piñero
10 de agosto de 2021
UNO. Un albañil en el frente de batalla
Don Eusebio es un albañil de unos 60 años de edad. Achacoso, y con los riesgos del COVID, todos los días está en el frente de batalla. Dando la pelea igual, igualito, que un albañil de treinta años.
Es analfabeta. Nunca fue a la escuela ni tampoco necesitó aprender a leer y escribir para la vida.
Apenas, apenitas, ahora, escribe su nombre como Pancho Villa, copiándolo, como si hiciera dibujitos.
Y el celular de trescientos pesos que le obsequiara un hijo, el mayor, únicamente lo utiliza para contestar llamadas cuando la familia le habla para preguntar si está bien.
DOS. 50 años de albañil
Sin saber leer ni escribir inició como ayudante de albañil en el pueblo a los diez años de edad. Y ahí, digamos, fue ascendiendo y desde hace mucho rato es “el maestro” de la cuchara, la cal, el cemento y los ladrillos.
Y tiene sus fans, compañeros albañiles que jefatura. Y a la hora de cobrar cada semana lo hace porque aprendió a conocer los billetes por los colores y los dibujitos, mejor dicho, las fotografías de los héroes patrios.
TRES. Una buena persona
En el barrio todos lo quieren y respetan. Es una extraordinaria buena persona.
Comedido, generoso, solidario. A los 60 años, es un hombre sereno y reposado que ya lo era, cuentan los albañiles, sus empleados, cuando tenía 40 y 50 años.
Cada sabadito, terminada la faena, siempre invita una comelitona con la señora de los tacos y de las picadas y las gordas y sabroso mondongo.
Don Eusebio siempre acompañado de un perrito bravo, fiel y leal, que lo cuida día y noche, pues duerme a un lado de la cama, pendiente del ruido nocturno más insignificante.
La esposa, también de 60 años, se duele de que don Eusebio quiere más al perro que a ella.
CUATRO. Los días nublados
El hijo mayor, de 30 años, es soltero. Y la hija menor, de 28 años, casada y con par de hijos.
La hija es ama de casa. El hijo trabaja de chofer en una cervecera y distribuye la cerveza de pueblo en pueblo.
Y aun cuando en repetidas ocasiones lo han asaltado y hasta expuesto la vida, tiene diez años de antigüedad en la chamba y en el tiempo del COVID y la recesión, ni modo renunciar así nomás, dado el creciente desempleo.
CINCO. Empujar la carreta
Nunca quiso el hijo aprender el oficio y tampoco pudo estudiar una carrera universitaria dada las limitaciones económicas del padre.
Pero ni modo, “la vida es así y así es la vida”, y solo queda seguir empujando la carreta aunque la carretita esté destartalada… que a un destino llegará.
Lo importante, dice don Eusebio, es que la familia está junta y contenta y se conforma con lo que tiene.
SEIS. Agradecido con la vida
El albañil del barrio trabaja de lunes a sábado y nunca, aunque esté enfermo, ha dejado de estar a la hora laboral señalada.
Con gripas, dolores musculares, achaques de la edad, vive agradecido con la vida con tener chamba.
Los domingos, con la esposa van a misa en la iglesia del barrio y siempre deja cien pesos de limosnita en el tenate. “Dios da y yo doy” dice don Eusebio.
Algunas tardes, la esposa le lee el periódico en las noticias policiacas y de paso checa las esquelas para ver si por ahí algún conocido o vecino ya se fue al otro lado del charco.