Redacción El Piñero
Doña Antonia Velasco Olivera, la matriarca de la dinastía Velasco, cumple este 17 de enero de 2023 100 años de habitar en este mundo y de dar amor, conocimientos y un hogar a todos los que han estado cerca de ella.
Doña Antonio es hija de Juan Velasco González y Jacinta Olivera Tapia, nació en Flor Batavia, municipio de Ojitlán, de su vida en esta comunidad recuerda un día que se desgajo un cerro durante una fuerte lluvia, ocasionando que ellos casi quedaran atrapadas en el lodo, pero su papá los salvó.
Vivió su infancia, y parte de su adolescencia en distintas comunidades de la zona, ya que don Juan era caballerango, entonces iban donde hubiera trabajo.
Conforme crecía ayudaba a su mamá con sus hermanos, Chico, Chano, Bartolo, Pancho, Juan, Manuel, Adrián y María Luisa, todos ellos tuvieron en doña Tana una segunda mamá.
En ese tiempo era hasta normal que las mujeres de la familia salieran del pueblo para emplearse en las grandes ciudades como trabajadores de las casas, ese fue el caso de doña Tana, que a pie o caballo salió de esa zona y logró llegar a Veracruz, donde trabajo hasta aproximadamente los 18 años, en ese tiempo toda su familia se trasladó a Loma Bonita, donde ella los alcanzó y continúo su labor de ayudar a su mamá, en el cuidado de sus hermanos.
Aquí en Loma Bonita rentaron por varios años, al pasó de los años su papá obtuvo del ejido el solar, donde ahora está su casa, recordando que cuando ella llegó a Loma Bonita, esa zona era usada de ‘water’ como se le decía antes comúnmente a los sanitarios.
Doña Tana nos dice “no me casé, porque yo tenía obligación de lavarle a mis hermanos, a mi papá y mamá” no tuvo hijos, agrega “no me gustó esa vida de que tenía uno chamacos”.
Recuerda que “no me dejaban ir al baile, iba yo un ratito al baile” y continuaba a lado de su papá, mamá y hermanos.
La ropa se lavaba en el arroyo, justo en arroyo pancho, donde iba acompañada por uno de sus hermanos, ahí se encontraba con otras mujeres que también acudían a lavar, ella tenía una enorme piedra donde pasó días lavando, ellos pantalones de sus hermanos que llegaban llenos de lodo cuando les tocaba tarpalear.
Cerca de los 30 años entró a trabajar a la empacadora, trabajando en la ejidal, Tropical, se acuerda que fue dos días a la Loma pero que no regresó a trabajar, había días que dobleteaba el turno, para sacar un poquito más, aunque fueran jornadas largas, ahí sus hermanos o sobrinos le llevaban lonche, y así pasó por muchos de los procesos de la empacadora, el primer era deshojar, y terminó en la mesa, ahí hizo varias amigas
Se acuerda que antes comían hierbamora, quelite blanco, y lo que ganaban en el campo solo daba para comer carne, a veces cada 8 días comían caldo de hueso, pocas veces iban a cazar.
En su vida en Loma también pasó de la religión católica al Evangelio, siendo su familia la fundadora de tal vez el primer templo en el municipal, Iglesia Evangélica Salem, localizada en la calle Morelos.
A los 100 años y tener casi 80 años doña Tana no olvida sus raíces, porque dice que ella es de Bathavia, aunque le gusta mucho Loma.
En el marco de siglo de vida, doña Tana dice “pos yo me siento bien”, no le duele nada, recordando “que ya no lava ajeno” y que trabajo mucho en las casas, a veces bromea que el secreto de llegar a los 100 años es que no se casó… sin embargo, ella cuidó cuando lo requería a los hijos de sus hermanos y hermana, quienes hoy ven por ella.
Al finalizar la plática, dice así fue la vida, así es la vida.
Ante su siglo de vida y a iniciativa de sus sobrinas Elsa Reyes Velasco y Agueda Velasco Vera, en coordinación con el resto de la familia Velasco decidieron documentar parte de las enseñanzas de su tía y festejar con ella su vida, y el amor que les ha dado a lo largo de su vida, ya que todos ellos han pasado todos los días de su existencia con la presencia de la tía Tana, que hoy vive en compañía de una de sus sobrinas en el solar que compró su papá hace muchos ayeres.