•Seguridad Público levantó a cinco varones en dos días
•Gritaron “Somos del Cartel de Jalisco” al secuestrar a dos de las cinco víctimas
•Al tercer día los presentan a sus superiores por presuntamente tripular auto robado en Estado de México
Por Arantxa Arcos blog.expediente.mx Para El Piñero de la Cuenca
Veracruz.- Un comando armado, encapuchado y gritando “somos del Cartel de Jalisco” levantaron a cinco varones entre el 24 y 25 de febrero del 2016, seis meses antes de renunciar el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Arturo Bermúdez Zurita.
Las víctimas sustraídas de forme ilegal de sus casas, por elementos uniformados de la SSP, permanecen recluidos en el Centro de Reinserción Social “Morelos”, ubicado en el municipio de Cosamaloapan, en la Cuenca del Papaloapan.
El delito lo desconocen. Solo recuerdan la última noche o tarde que disfrutaron en compañía de sus esposas o hijos que vieron cómo fueron arrastrados entre armas largas, chalecos antibalas y tres camionetas rotuladas de la SSP.
Héctor y su hijo Ernesto son dos de los cinco secuestrados e inculpados por la autoridad que debió protegerlos mientras dormía. Eran las 3:30 de la madrugada del jueves 25 de febrero del 2016, cuando los cristales de ventanas se rompieron.
El ruido despertó a la familia de ambos varones. Héctor salió a preguntar el motivo de la “visita inesperada”, el argumento no llegó pero si una orden para abrir la puerta lo antes posible o serían lastimados.
Los golpes a la chapa continuaron. Héctor no pudo abrir la puerta, un elemento de SSP se avalanzó sobre él. Los demás elementos esperaban que el fierro de división quitara una cadena con candado.
La nuera de Héctor, esposa de Ernesto, volvió a preguntar motivos para el violento despertar en la madrugada. Solo recibió un “Cállate perra, abre la puerta de una vez”. La intimidación no la detuvo, insistió por tercera ocasión.
Un hombre encapuchado, con uniforme azul, se volteó y apuntándole con el arma larga que emitió ruido (cortó cartucho) le señaló “Somos del Cartel de Jalisco” a la vez que le dio una patada en la pierna derecha y le volvió a decir “métete o me llevo a tu hijo”.
Temorosa, guardó distancia del violento acto, cargó a su hijo y rezó por el bienestar de su esposo y suegro.
La cuadra escuchó todo el escándalo. Los vecinos salieron a sus puertas pero no pudieron detener el comando de tres patrullas con al menos 20 elementos que levantaron a dos varones ese jueves 25 de febrero.
LA TORTURA
La oscuridad y hombres encapuchados duró algunas horas, Héctor fue sustraído de su vivienda con los ojos vendados, como las ocupadas al curar una lesión en extremidades. La delgadez de estas permitió que viera a dónde lo llevaron.
“Nos trasladaron a una especie de corralón, ya que la venda se había aflojado, y me permitió ver un poco, pude ver que había carros chocados, llovía en ese momento, y en ese lugar me colocaron como una capucha en la cabeza, no sé de qué material era, creo que era una bolsa de plástico, esa de la basura, me refiero que con esa bolsa me trataron de ahogarme pues me sumergieron la cabeza en la misma pero con agua”.
El primer acto de tortura que sufrió era hablar a base de asfixia. Mientras lo presionaban con una bolsa plástica que cubría totalmente su cabeza, en la sala le gritaban a un uniformado “lobito”.
Las agresiones continuaron con Héctor de rodillas. Patadas, manazos, cocotazos y un golpe en el ojo derecho que provocó una lesión severa.
“Me dieron toques en los testículos y me amenazaron con matar a mi hijo (Ernesto), que le iban a cortar la mano y que les dijera la verdad, a lo que les pregunté ¡cuál verdad!, me puse a llorar y les pedí que no lastimaran a mi hijo, les dije que les firmaba lo que me pidieran, pero que no los lastimaran. Les dije que no sabía leer ni escribir pero que haría lo que me pidieran”.
Las horas avanzaron. Héctor fue obligado a abordar otra patrulla con dirección al monto, lo recordó por escuchar aves y ruidos característicos de la zona. Su andar era descalzo, el pastizal le lastimó los dedos.
La siguiente tortura inició con arrancarle tres mechones de cabello, golpear sus pezones con dedos y uñas. La venda seguía cubriendo los ojos del varón que padece diabetes. Las esposas que unían sus manos le apretaban, pidió que las aflojaran para ir al baño. Los policías estatales se negaron, lo obligaron a orinar en una posición difícil.
“En ese lugar me hicieron poner las huellas de todos mis dedos en papeles que desconozco su contenido. Después de esa casa nos fueron cambiando de vehículo, como tres veces, y fuimos a dar a una especie de rancho porque escuché el mugido de vacas o becerros”.
La noción del tiempo la analizó Héctor escuchando qué fueron por comida, llegó y degustaron los alimentos. “El bofe está muy bueno” pronunció uno de sus secuestradores uniformados.
La comida se acabó. Lo subieron a la quinta unidad en menos de 24 horas de levantón. Escuchó el ruido de un tráiler, sospechando que la siguiente ruta era más lejos, que iban en carretera. Su deducción se consumó al sentir los vibradores de la caseta.
“Fuimos a parar a otro lugar donde permanecimos como una hora, de ahí a otro lugar desconocido y por último fui a dar a las instalaciones del Ministerio Público que está junto al Ce. Re. So. Morelos (donde actualmente permanece recluido)”.
Más de 48 horas pasaron de su levantón y tortura. Era sábado 27 de febrero del 2016 cuando escuchó la venta de atoles y una orden que le indicó poner sus huellas dactilares en documentos oficiales.
No le permitieron consultar las hojas, tampoco una persona que las leyera por él ya que no sabe leer y escribir.
“Después de este lugar me llevaron a las instalaciones de la Marina y Armada de México, los cuales me quitaron la venda y me trataron muy bien en sus instalaciones. Me colocaron las esposas al frente, me dieron medicamento para mi enfermedad (…) Y así termine en el CE.RE.SO., donde me tratan mi herida y administran mis medicamentos para mi enfermedad”, detalló don Héctor a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), bajo el expediente CEDH/1VG/COA-0084/2016, con la recomendación 37/2017.
LA FÁBRICA DE DELITOS
Con su testimonio quedó comprobada la detención ilegal al interior de su domicilio, actos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes por elementos de la Policía Estatal, adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), que en el lapso de su agresión eran dirigidos por Arturo Bermúdez Zurita.
Citada recomendación contempla como comprobado que cinco varones de identidad resguardada fueron detenidos ilegalmente al interior de sus domicilios los días 24 y 25 de febrero de 2016, por elementos de la Policía Estatal.
Siendo arbitrariamente retenidos hasta el día 26 de febrero de 2016, fecha en la que los pusieron a disposición del Fiscal de la Agencia del Ministerio Público Investigador en Cosamaloapan, Veracruz.
Al comparar los testimonios con partes oficiales que entregó la SSP a la CEDH, los policías notificaron en informes que detuvieron a cinco personas el día 26 de febrero de 2016, aproximadamente a las 04:15 horas cuando circulaban por la carretera que conduce hacia el Municipio de Chacaltianguis, Ver.
La detención ocurrió por observar un vehículo transitando de manera “sospechosa”, por lo que le dieron alcance y solicitaron a los individuos a bordo que descendieran de la unidad para una revisión física, no encontrando nada.
Sin localizar portación de droga, armas u otro elemento para su detención, los policías estatales solicitaron informes sobre la unidad, detectado que presuntamente tenía reporte de robo, generando que los cinco varones fueran detenidos y trasladados a las instalaciones de la Delegación de la Policía Estatal Región XVIII.
A través del oficio No. EEI/119/2016, signado por la Encargada de Enlace e Informática de la Fiscalía General de Justicia Zona Cosamaloapan, ella informó que la serie del vehículo si contaba con reporte de robo, generado el 21 de octubre de 2014 en la Agencia del Ministerio Público de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México.
En el cotejo de datos alusivos al número de serie, modelo y reporte de robo, la CEDH detectó que no coincidía ni el tipo, modelo, color y número de placas; es decir, que no coincidió con los datos del vehículo puesto a disposición por la autoridad estatal, dando como resultado que la unidad conducida por los cinco varones presentados ante el Fiscal de la Agencia del Ministerio Público Investigador en Cosamaloapan no tiene reporte de robo.
Además, los únicos que estuvieron juntos desde su levantón, secuestro, tortura y presentación ante instancias correspondientes fueron Ernesto y su padre Héctor, los otros tres varones fueron sustraídos en condiciones diferentes a sus compañeros de reclusión.