Luis Velázquez /Escenarios
12 de marzo de 2019
UNO. Más linchamientos en Veracruz
Dos pueblos más se han sublevado en Veracruz en contra del gobierno de Veracruz. La cólera social por la inseguridad y la impunidad se multiplica.
En Maltrata. Los vecinos quedaron con las ganas de linchar a dos presuntos ladrones.
Ellos saquearon la escuela primaria Eva Sámano. La policía, que los detuvo, les confiscó cuatro computadoras, dos impresas y dinero en efectivo.
Pero algún jefe genio de la policía decidió liberarlos… porque no fueron detenidos en flagrancia.
Entonces, la población se encorajinó. Montó en cólera. Y se plantaron frente a la comandancia reclamando justicia.
Incluso, advirtiendo a la policía que los lincharían… si los dejaban en libertad. Y si, bueno, tampoco procedían de acuerdo con la ley.
Eran más de cien habitantes de Maltrata.
Caray, en Soledad Atzompa, 6 malandros acusados de intentar secuestrar a un par de maestros, fueron linchados. Y quemados vivo.
En la ciudad de Veracruz, los vecinos de la unidad habitacional Geo Villas detuvieron a un par de raterillos y los desnudaron y los amarraron y los abandonaron en una calle y llamaron a la policía.
Pero en la unidad Geo Los Pinos fueron contundentes:
“Malandros que detengamos… las manos les serán cortadas”.
La misma advertencia en Mariano Escobedo:
“Malosos que detengamos… serán linchados”.
En Coatzacoalcos, crece la revolución pacífica en contra de la inseguridad y en Orizaba marchan por segunda, tercera ocasión contra los feminicidios.
Solo en el palacio de gobierno de Xalapa están sordos. Indiferentes a la realidad. Desoyendo el clamor popular, deseoso de hacer justicia por mano propia.
DOS. Crece la cólera social
La otra sublevación popular fue en un pueblo rural de Minatitlán.
Un hombre baleó a su esposa por la espalda. Entonces, los guardias comunitarios lo cazaron. Y lo detuvieron. Y lo lincharon.
Y cuando la policía quiso llevarse el cadáver para el Instituto de Medicina Forense se opusieron.
Un caso, claro, de violencia intrafamiliar.
Pero al mismo tiempo, trascendido en la comunidad.
Basta ya de machismo, expresó el pueblo con su rebelión. Casi casi como la ley en los penales con los violadores, “ojo por ojo y diente por diente”.
Así, tanto en demarcaciones rurales, indígenas y urbanas, la población está indignada y con justa razón cuando hacia el día 99 del sexenio de la izquierda iban 443 asesinatos, entre los cuales, 43 feminicidios.
En Maltrata quedaron con las ganas de linchar a los malosos, pero la desesperación en el diario vivir con tanta incertidumbre y zozobra alcanza límites insospechados, y cada vez crece el número de poblados apostando a hacerse justicia por mano propia.
TRES. El gobierno, entre la espada y la espada
La población, solita, está descubriendo el camino.
La única forma para ver si pudiera frenarse el tsunami de violencia es linchar a los malandros, cortarles las manos, quemarlos vivos, encuerarlos y amarrarlos y abandonarlos en la vía pública en el caso más decente.
La ciudadanía organizada ha dejado de creer en la policía y sienten que los plantones como en Coatzacoalcos, Minatitlán y Orizaba son insuficientes.
Estamos llegando, ya llegamos quizá, a la anarquía, y nada fácil sería que el secuestro, tortura, asesinato y el cadáver tirado en la autopista de María Esther Martínez Cabrera, 37 años, empleada de una taquería, ocurrido el mismo jueves 7 de marzo en Nogales, se repita cuando la población siga linchando malosos.
El gobierno de Veracruz, entre la espada y la espada.