Daniel Delgado
La película producida por Netflix y dirigida por Takashi Yamazaki está basada en el popular videojuego de rol de Square Enix.Los viajes en tren son las pantallas de carga de la vida; un momento que se prolonga sin un amplio rango de acción y que une las partes divertidas (jugables, que dirían algunos) de nuestra historia.
Cuando, el otro día, me dispuse a ver la película de anime CGI Dragon Quest: Your Story en un trayecto sobre las vías lo hice con el único objetivo de pasar el rato, tener algo ante delante capaz de ocupar mi mente y hacer que el tiempo pasase más rápido como esos minijuegos simplones que algunos títulos ofrecen en sus pantallas de carga. Que cada quien visualice la sorpresa que me llevé cuando, tras una hora y cuarenta minutos de película, no era capaz de ocultar una sonrisa de satisfacción en mi rostro. Acababa de vivir una aventura mayor de lo que imaginaba.
A partir de este momento, y aunque lo evitaremos en la medida de lo posible, el artículo contiene spoilers tanto de Dragon Quest: Your Story como de Dragon Quest V.
Hay algo en el aire de las productoras de cine que les impide, generalmente, hacer buenas películas basadas en videojuegos. Unas no consiguen pillarle el tono correcto y otras ni siquiera se acercan a comprender la esencia del título que están adaptando, teniendo en común algunos nombres o escenarios y poco más. Existen excepciones (contadas con los dedos de la mano) de esta regla no escrita y a continuación pretendo desentrañar los misterios de una película que yo incluiría entre esos casos raros sin dudar.
Una historia de jugadores para jugadores
Empecemos aclarando que NO soy un gran seguidor de la saga Dragon Quest. Aunque disfruto el estilo RPG medieval y los diseños dragonballianos de Akira Toriyama, apenas he jugado a un título y medio de todos los que carga a sus espaldas la franquicia japonesa y nunca había probado la quinta entrega, esa en la que está basada la película. Esto hizo que tanto los personajes como los acontecimientos fueran nuevos para mí y que hubiera muchas referencias y guiños a los jugadores más veteranos que se me pasaron por alto, pero no por ello la experiencia perdió calidad.
La trama es, probablemente, la más universal que se pueda encontrar en cualquier composición narrativa: el viaje del héroe, esa lucha del individuo contra los elementos y el mundo para cumplir el objetivo al que estaba predestinado. En Dragon Quest: Your Story nuestro héroe se llama Luca y su misión es encontrar a su madre desaparecida (haciendo honor al último deseo de su padre) y detener al obispo Ladja antes de que logre liberar a Nimzo, señor de todo mal, con la ayuda de una espada legendaria. Durante ese periplo, al viaje exterior de los protagonistas les acompañará un viaje interior que, aunque no tan profundo como podría desearse, resulta satisfactorio y coherente con la historia y lo que sabemos de ellos.
La película tiene un buen ritmo, ágil y con una correcta estructura narrativa que acelera en los momentos menos importantes y se recrea lo justo para conseguir emocionar al espectador. Estos altibajos pueden resultar un poco bruscos y, especialmente al principio, sirven para liquidar una parte considerable de la historia del protagonista y comprimirla en apenas un par de minutos de introducción en los que el espectador se sentirá desorientado o tendrá que hilar por su cuenta personajes y conceptos. Estos primeros momentos están dirigidos al mismísimo corazón de los seguidores de la saga al calcar directamente del título original las escenas y mecánicas (que luego serán sustituidas por animación 3D) de esa primera parte de la historia. Quitando este primer tropezón, la película sabe cuándo debe ser épica, cuándo tierna y cuándo divertida consiguiendo mantener el interés del espectador. La banda sonora sale directamente de los videojuegos y hace que se te erice el pelo con esos crescendos en los momentos adecuados.
Como parte negativa, los más puristas y fieles seguidores de los videojuegos encontrarán diferencias en la trama que tal vez no entusiasmen o en el diseño de los personajes (que se distancia del estilo de Akira Toriyama), pero que no deberían suponer un problema insalvable si se comprende que la película es una adaptación y no un calco. En la otra cara de la moneda, quienes no estén familiarizados con los Dragon Quest se sentirán un poco perdidos o desorientados en determinadas escenas tanto por la resumida presentación que se hace de personajes y conceptos como por la abundante (casi apabullante) variedad de personajillos, monstruos y villanos, haciendo que más de uno se salga de la historia e incluso pueda perder el interés en seguir viéndola; aunque lo ideal es hacer un pequeño esfuerzo y volver a meterse en la película.
El girito final
Conforme va avanzando la trama, hasta el espectador que esté rascándose la barriga y quitándose las legañas notará que hay determinados detalles que parecen desentonar. Puede que pasen desapercibidos o que algunos los justifiquen pensando que se trata de referencias al propio videojuego en el que se basa la historia, pero es mucho más. Como si de una reinterpretación de esa escena en la que Charlton Heston maldice las guerras y a la especie humana frente a una semiderruida Estatua de la Libertad, el espectador descubre que no está viendo una película basada en un videojuego, sino que se trata de una película sobre ese videojuego. Se da cuenta de que todo lo que ha visto hasta entonces no es el mundo en el que tiene lugar la trama, sino la experiencia que un joven jugador (Luca) está viviendo en un simulador de realidad virtual.
En lugar del siniestro Nimzo como enemigo final al que enfrentarse en el clímax de la película tenemos a un virus informático cuyo único fin es ridiculizar al protagonista y evidenciar que nada de lo que pasa en ese mundo de fantasía es real. Y llegamos a la verdadera esencia de la película; ese poderoso mensaje que se sobrepone a todo lo que ya se ha aprendido sobre la importancia de la familia, el sacrificio y el amor: lo que ocurre en el videojuego no es real, pero lo que siente el jugador cuando lo vive sí.
Son esos recuerdos (bien sazonadito todo con nostalgia) de la infancia, de las tardes jugando, de las victorias y las derrotas y de las decisiones tomadas las que consiguen que Luca plante cara a este virus y pueda completar la historia, su historia. Y no puedo hablar del final sin mencionar ese momento en el que, para hacer frente al enemigo final, aparece el antivirus del videojuego en auxilio del protagonista. ¿Y quién podría ser este guardián sino un limo, el monstruito más representativo e icónico de la saga Dragon Quest? Sorprende ver cómo un detalle tan sencillo como este puede sentirse como un homenaje tan potente y respetuoso para una saga que en Japón (país donde se ha producido la película) es un auténtico fenómeno de masas y forma parte de la cultura popular desde su primera entrega.
Películas, series, libros, cómics, obras de teatro, canciones, óperas, esculturas, musicales, viñetas, cuadros… Casi cualquier producto creativo busca cautivar a su público y, a través de las herramientas de las que disponga, sacarle de su mundo durante un breve periodo de tiempo y abstraerlo para que experimente todo tipo de nuevas sensaciones sin moverse del sitio. Un videojuego, le pese a quien le pese, también es un producto cultural y también es capaz de hacer esto y esta película rompe una lanza para que se reconozca el lugar que los videojuegos merecen.
Dragon Quest: Your Story trata con respeto y mimo la saga en la que se basa, conoce la importancia que tiene para sus seguidores y consigue trasladar esa emoción a la pantalla tanto si uno es fan de la franquicia como si no. La película es un viaje y, como todo viaje, también una aventura. Fuente : https://www.muyinteresante.es/muy-gamer/articulo/dragon-quest-your-story-una-pelicula-con-corazon-de-gamer-631582110732