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Droga en las universidades

El Piñero

Convenio ANUIES y SEGOB 
Programa contra las adicciones
Barandal Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS:
El reciente convenio entre la ANUIES (que integra a las 190 instituciones de educación superior más importantes del país) y la Secretaría de Gobernación (SEGOB) se ha prestado a una gran confusión sobre sus alcances para unir capacidades y esfuerzos en el combate al narcomenudeo en instalaciones educativas.
Todo, a partir de que la autoridad descubrió que alrededor de la máxima casa de estudios de la nación hay venta de droga a los estudiantes, y lo que, claro, es un asunto viejo, pues desde el movimiento estudiantil del 68, o desde antes, había trascendido, y como puede ubicarse, por ejemplo, en aquel festín de rock conocido como “Avándaro”.
Incluso, en la universidad de Nanterre, en 1968, los alumnos inscribieron en las paredes la siguiente leyenda:
“Entre más hago el amor… más gana tengo de hacer la revolución.
Y entre más hago la revolución… más ganas tengo de hacer el amor”.
Y siempre, en muchos, muchísimos casos, con un pase de mota, pues en todo caso era la moda de la época.
Para algún sector, este convenio era el aval otorgado por la ANUIES para la libre entrada de las fuerzas de seguridad a las instalaciones universitarias en su lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, advierte el doctor en Economía, ex rector de la Universidad Veracruzana y secretario Académico de la Universidad Autónoma de Guanajuato, Raúl Arias Lovillo, esta confusión alcanzó niveles de alarma porque en algunos casos, de manera circunstancial, se difundieron fotos de fuerzas policiacas en instalaciones universitarias en el país, la Veracruzana entre otras.
Por fortuna, al buscar información sobre este asunto, todo parece indicar que nunca, jamás, existió ni existe tal aval.
El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, al participar en la firma del acuerdo fue explícito:
“Estamos dispuestos a colaborar… dentro de un marco de respeto a nuestras instituciones, que no desean ser escenarios de violencia y buscan llevar a cabo su misión y objetivos en ambientes seguros y en paz”.
Graue aseveró que no se puede permitir el narcomenudeo ni cualquier tipo de violencia en las instituciones de educación superior, pues cada casa de estudios es parte esencial del tejido social del país.
Son el reservorio de su inteligencia, la cuna de los nuevos saberes y la esperanza de un México más justo y mejor.

ROMPEOLAS: El rector de la UNAM, tomando como base los datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017, aceptaba que en el último lustro el consumo de estupefacientes entre la población en general aumentó en 1.2 por ciento, y el de mariguana 2.6 por ciento.
Y alertaba que “este incremento es mayor entre los jóvenes:
En el último año, el consumo ilegal de algún tipo de droga entre personas de 12 a 17 años pasó del 1.5 por ciento al 2.9 por ciento, y el de mariguana de 2.4 por ciento a 5.3 por ciento en este mismo grupo”.
En otras palabras, el rector advirtió como señal de alerta del enorme peligro que involucra tener una demanda creciente de drogas en las universidades y que, desde luego, expresa el actuar en todas partes, de norte a sur y de este a oeste del país, y como es, además, el crecimiento de los carteles y cartelitos y que como en el caso de Veracruz, de cuatro carteles en el duartazgo, ahora en la yunicidad han subido a 7.
Es decir, un crecimiento de casi el 80, 85 por ciento en menos de un año.
En su oportunidad, el titular de la SEGOB, Alfonso Navarrete Prida, indicó que el convenio con la UNAM para combatir el narcomenudeo beneficia a las 190 instituciones que conforman la ANUIES, con las que habrá intercambio de información técnica y coordinación que permita enfrentar la violencia y la delincuencia, en pleno respeto a su autonomía.
El acuerdo tiene metas evaluables en el corto, mediano y largo plazo.
Pero tampoco fue más allá el titular de la SEGOB.
En estas circunstancias, hubiese sido un grave error trasladar la lucha contra el narcotráfico a las instalaciones universitarias de manera abierta y contundente.
No sólo por la clara violación a la autonomía universitaria, sino por el peligro de un aumento en la escalada de violencia e inseguridad en el país.
Las universidades deben dar la lucha contra la demanda de drogas de los miembros de sus comunidades, no por el lado de la oferta.
Efectivamente, los esfuerzos universitarios deben encaminarse a la construcción de un programa integral contra las adicciones, dice el respetado y respetable maestro Raúl Arias.

ASTILLEROS: El narcomenudeo se ha filtrado como la humedad y las cucarachas en todos lados.
Antes, mucho antes, sólo se concitaba, por ejemplo, en los antros y con el auge de los tabledances se multiplicó.
Pero de pronto, en las zonas urbanas de las ciudades apareció con tanta intensidad que llegó a las colonias populares, y en donde los vecinos saben a ciencia cierta la tiendita o la casita donde las ofertan.
Un turista, por ejemplo, que de pronto llega al aeropuerto “Heriberto Jara” del puerto de Veracruz y pide al taxista lo llevó al mejor prostíbulo lo lleva.
Y si el turista pide que lo llevó a una tiendita donde vendan droga, de igual manera.
Un día, al despertar, el dinosaurio del narcomenudeo ya estaba girando alrededor de los campus universitarios de todos los órdenes, tanto oficiales como privados.
Por eso, incluso, y además de para combatir la violencia, en la secretaría de Educación Pública y en las secretarías de Educación de los estados, crearon el famoso programa de “Las mochilas” para checar las mochilas de cada estudiante y detectar desde armas de fuego punzocortante hasta un cigarrillo de droga.
En la UNAM el programa estalló cuando a la rectoría se le había ido de las manos y del control.

ARRECIFES: El maestro Raúl Arias Lovillo dice que las universidades nunca, jamás, deben participar en la lucha contra la oferta de droga y menos en los espacios universitarios porque se escala la violencia en detrimento de la seguridad de los estudiantes, los maestros y el personal burocrático.
Las casas de estudios superiores, y también, las medianas como bachilleratos, por ejemplo, incluso, desde las secundarias, han de participar contra la demanda de drogas a través de un programa integral contra las adicciones, y que constituye el único camino efectivo para disminuir la tendencia tan proclive en los jóvenes, y más en el caso de los muchachos que están despertando a la vida.
Y es que de lo contrario, con las fuerzas armadas, sean soldados, marinos, policías federales, Gendarmería, y/o policías estatales y municipales, anuncia malos tiempos, porque con hombres armados en el recinto universitario una casa de estudios se expone al peligro y que, en otros niveles, han sido documentados en la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
El riesgo en las universidades, mejor dicho, en todos los espacios donde existan jóvenes concentrados, con las drogas está vigente, pues con todo y la formación familiar y los principios y valores y la vigilancia de la autoridad escolar, el acoso, el hostigamiento y las tentaciones “son flor de un día”.
Bastaría referir que el consumo de droga va en aumento.

POSTES: Si el narcomenudeo ha sido puesto en el carril de la UNAM es hora de lanzar un plan contra las adicciones en las universidades públicas y privadas, digamos, y en todo caso, como una medida profiláctica, en caso de que algún rector quisquilloso rechazara que en su casa de estudios los jóvenes han caído en la tentación.
Y desde luego, rechazando a toda costa el narcomenudeo que, como está visto, los carteles y los malandros nunca, jamás, perdonan.
Y con frecuencia, suelen utilizar a los mismos jóvenes como distribuidores y vendedores.
Hombres y mujeres.
El problema es latente y está ahí.

 

 

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