- Llegan más carteles
Luis Velázquez/ Carta Abierta
Veracruz.- DESTINATARIO: Javier Duarte entró a la historia como el político más odiado del país. Y el daño que creó y recreó crece en tierra fértil.
Las finanzas públicas, sin recuperarse.
Los familiares de los desaparecidos, sin restañar heridas.
Más carteles llegando a Veracruz.
Su ex partido político, el PRI, de donde fuera expulsado, en la lona. Noqueado.
Y sus colaboradores, cercanos y lejanos, manchados o íntegros, con las puertas laborales cerradas.
Y en todos lados, tanto en el aparato gubernamental como en la iniciativa privada.
REMITENTE: El descrédito de Javier Duarte persigue como sombra fatídica a los suyos.
Ninguna operación de limpieza ha servido.
Los desmanes fueron y han sido catastróficos. Incalculables.
Enrique Peña Nieto, quien lo blindó y luego renegó de sus relación amical; incluso, se diría, de la alianza política.
Y más, cuando lo puso como el modelo de la nueva clase política priista, al mismo tiempo que a Roberto Borge Angulo, el ex gobernador de Quintana Roo, también preso, y a César Duarte, el ex mandatario de Chihuahua, prófugo de la justicia.
ENTREGA INMEDIATA: Pero el descrédito sigue.
Ningún ciudadano, quizá ni los mismos priistas, dan una pizca por el partido tricolor.
Y lo peor apenas, apenitas se está asomando en el horizonte político.
Por ejemplo:
La mecha quedó prendida con el caso de Joaquín Guzmán Loera, en Estados Unidos, donde un malandro manchara a Enrique Peña Nieto con millones de dólares aportados para su campaña electoral y que, bueno, todo indica, la autoridad seguirá por oficio.
En el Congreso de la Unión el rafagueo en contra de los ex secretarios de Desarrollo Social del Peñismo, Rosario Robles y Luis Miranda, ha levantado ámpula.
AMLO, el presidente, insistiendo en que por su parte, “borrón y cuenta nueva” en contra de sus antecesores Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox Quesada, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas.
Pero si la población electoral decide lo contrario en una consulta popular, ni hablar, “el pueblo manda”.
ACUSE DE RECIBO: Un priista lo expresa con claridad:
El ejercicio del poder lastima intereses políticos, económicos y sociales. Y desgasta.
Y más, cuando la tarea de gobernar se ejerce “ordeñando la vaca” y “metiendo las manos y los pies al cajón”.
Las elites priistas, los mandos superiores, medianos y medios se excedieron… hasta que la población se fue encabritando y la primera gubernatura en perder fue Baja California, Carlos Salinas presidente y Luis Donaldo Colosio Murrieta líder nacional del PRI.
El primero de julio del año anterior, el tricolor perdió todo.
Lo peor: solo una diputación federal ganaron en el país y ninguna senaduría.
Javier Duarte aportó su granote de arena.
CARTA EXTRAVIADA: Los estragos políticos y sociales heredados por Javier Duarte son incalculables.
Todos los días, en las mañanas y a mediodía, lo rumian en los cafés los políticos de todos los niveles que trabajaron a su lado.
Casi dos años y medio después de que saliera huyendo de Xalapa, la yunicidad encima lista para tomar posesión de la gubernatura, Duarte es el peor fantasma para Veracruz.