Por: Ignacio Carvajal/ Blog Expediente/ para El Piñero de la Cuenca
Veracruz, México.-Marcos Conde Hernández pide a uno de sus escoltas que le traiga un refresco de dos litros. En un pestañeo aparece una Pepsi Cola que destapa y comienza a repartir entre sus cuatro subordinados y el reportero.
“Quiero hablar ahora, antes no lo hice porque tenía terror y lo que sigue”, dice, y afirma:
“No tuve anda que ver en el caso de los desaparecidos de Playa Vicente, mis escoltas tampoco”.
De hablar pausado, voz delgada, remacha:
“A mí el gobierno de Javier Duarte de Ochoa me uso, me usaron a mí y a mis hombres para tapar y proteger a otros por la cercanía de las elecciones”.
Dice que entiende el dolor de las familias de Playa Vicente:
“Lo sé, sé de ese dolor de perder a un hijo, a mí me han quitado a dos, y de verdad que los comprendo”.
Rodeado de cuatro ex elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) que están presos junto a él por la desaparición forzada de cinco jóvenes originarios de Playa Vicente, en enero del 2016, cuando Conde era delegado de la SSP en Tierra Blanca, comienza a armar las piezas de un rompecabezas que, jura, los mantiene encarcelados injustamente.
De Arturo Bermúdez, su ex jefe, también preso, dice:
“No voy hablar ni bien ni mal de él porque lo que diga malo va ser con rencor, sólo te digo que cuando salga de acá, quiero salir con el corazón sin odio. Aprendiendo a perdonar”.
LA DETENCIÓN
La conversación con uno de los hombres más temidos del pasado régimen priísta se desarrolla en un rincón del penal de Cosamaloapan, donde es una figura notoria. Los presos que pasan cerca se le cuadran. Su largucha figura que antes portó armas de grueso calibre, chaleco y placa contrasta con el uniforme obligatorio color naranja, sin embargo, para sus escoltas, también internos y acusados de lo mismo, sigue siendo el jefe y están pendientes de sus peticiones.
Después de la desaparición de los jóvenes José Benítez de la O, Bernardo Benítez Arróniz, Alfredo González Díaz, Mario Arturo Orozco Sánchez y Susana Tapia Garibo, el gobierno del estado de Javier Duarte de Ochoa, dice, se enfocó “en buscar a un culpable, a ver a quien se la echaban para dar a entender que sí estaban trabajando porque tenían encima a la prensa por todos lados, y pienso que porque también estaba el tema de las elecciones a gobernador, y no querían perder el poder, por eso prefirieron entregarnos a nosotros, culparnos para ver de que manera cuadraban todo esto y tener algo que presentar. Siempre fue eso. Tener que decir algo ante las presiones”.
Se dice blanco de una investigación amañada y llena de vicios legales por parte del ex fiscal general, Luis Ángel Bravo Contreras, la ex directora de Investigaciones Ministeriales y otro personaje que no ha tenido muchos reflectores después de la caída de Bermúdez, pero pieza clave en el entramado de abusos policiales, Roberto González Meza.
“La detención nuestra, y las golpizas a mis elementos, todo fue orquestado por la Fuerza Civil, ahora me entero acá dentro que incluso, a la Fuerza Civil le habían dado una orden, un plazo para resolver nuestro tema y tener esto resuelto”.
Cuando comenzó la polémica por la desaparición, que alcanzó niveles internacionales gracias al activismo de los papás de las víctimas, que llegaron hasta Los Pinos, Conde fue llamado a Xalapa, en una reunión en la que había mandos y la directora de investigaciones ministeriales, Rosario Zamora, quien dijo, palabras más, palabras menos, “pues ya, hay que resolver esto, hay que poner a los policías que tuvieron contacto y al delegado. Entonces, yo estaba ahí, presente, ella no me conocía, y le dije, “yo soy el delegado”, y ella se quedó callada y ya ahí me di cuenta de todo”.
Para esas alturas, cuenta, ya no podía dar marcha atrás, se encontraba en manos del sistema para el cual trabajaba y para complicar más su situación, convaleciente de una operación del apéndice.
Antes de la presentación formal como presuntos responsables materiales de desaparición forzada, él y algunos de sus escoltas pasaron casi tres días incomunicados en la academia de Lencero.
“A mí nunca me golpearon, sólo fue una tortura sicológica porque me tocó escuchar como los torturaban, oía sus gritos y las golpizas, así fueron tres días”.
De pronto, mientras estaba incomunicado y aislado, entraba personal de Asuntos Internos (que estuvo encabezada por Silvestre Medina Gasca, otro incondicional de Bermúdez), y “me decían, “ya comandante, te quieres ir, ya señala a los escoltas como responsables, ya ponlos a ellos para que esto termine, sino, ellos si lo harán”, yo les decía que dejaran de pegarles, que no iban a sacar así algo, que no era lo legal, ni el procedimiento, pero no me hicieron caso, yo no podía hacer mucho, todo ese tiempo me tuvieron en un cuarto encerrado, con una sola colchoneta, ahí me la pasé tirado, con la herida de mi operación sangrante, sin manera de curarme porque se me comenzó a abrir y a salir liquido verde, alguien me consiguió unas toallas femeninas y fue con lo que medio me estuve limpiando, el que me vino a salvar y evitar que perdiera la vida por esa herida fue el médico de acá del penal, porque hasta al médico que yo tenía me quitaron y me lo negaron”.
NOS TORTURARON
Extracto de la declaración firmada por el elemento Rubén Pérez Andrade dentro del proceso por el caso de los chicos de Playa Vicente:
“Los entregamos a seis personas del sexo masculino, no rebasan los 25 años de edad. Los estuvieron madreando. A uno por uno los metieron a un cuartito de torturas. Después de un rato se los llevaron a la parte baja del terreno arenoso, cerca de un arroyo. Mi compañero y yo nos paramos desde un lugar donde se podía ver todo.
“Vimos cuando acostaron a los jóvenes boca abajo, incluyendo a la muchacha. Recargaron sus cabezas sobre una piedra filosa. Un sujeto agarró una hacha grande, como de 50 centímetros de largo. Y con la parte que no tiene filo les dio de golpes en la nuca y los mató. A la última que desnucó fue a la muchacha.
“Cerca de donde estaban, allá abajo, habían dos tambos metálicos con capacidad de 200 litros. Entonces escuché cuando gritaron: Traigan el diésel. Pienso que los quemaron. Yo mejor le dije a mi compañero que nos fuéramos.
“Alcanzamos a los demás compañeros policías, que habían ido a perder el carro de los jóvenes. Eran como 22:00 horas del 11 de enero. De regreso pasamos por la cena y llegamos a la delegación de Tierra Blanca. Ya después nos pusimos a platicar.
“-Que diga el declarante si sabe quién o quiénes participaron en la privación de las personas José Benítez de la O, Bernardo Benítez Arróniz, Alfredo González Díaz, Mario Arturo Orozco Sánchez y Susana Tapia Garibo.
“-Sí. Todos, los siete escoltas de Marcos Conde.
Bajito, de cara redonda, Rubén Pérez Andrade afirma que todo lo anotado arriba no lo dijo, “tuve que firmarlo por la tortura durante tres días.
Llora al recordarlo:
“Los de la Fuerza Civil me ponían una bolsa en la cara, me ahogaban y ya cuando quería decirles algo les decía que yo no había sido, ¡¿en dónde están los muchachos? dilo, ¿qué les hicieron?” me preguntaban. Me decían que les dijera eso y qué les habíamos hecho, y que con eso ya nos dejarían, pero yo les decía que no sabía nada y me volvían a golpear y a ahogar”.
El oficial se levanta la playera color naranja muestra en el cuerpo las señales de la tortura. Varias cortadas en forma de “V”, “me las hicieron los de la Fuerza Civil con un exacto, de esos para cortar papel, me rebanaron la piel para que aceptara”.
Nadie aguanta tres días de madriza, al final, “tuve que firmar la declaración que me trajo un fiscal, me tomaron fotos y video cuando lo hacía. Nunca supe que cosa fue lo que firmé”.
Édgar Ramón Reyes Hermida, otro de los oficiales preso en Cosamaloapan:
“A mí me llevaron a las instalaciones de la Ganadera de Tierra Blanca, en la taquilla me tuvieron encerrado tres días con malos tratos.
“Me tenían esposado dentro y me daban toda clase de tortura sicológica para que firmara declaraciones.
“De repente estaba encerrado y llega la FC y me subían a la patrulla y me llevan a sus recorridos. Ahí me iban diciendo de cosas. Me enseñaban fotos de personas que si los conocía y siempre les decía que no.
“Me hicieron declarar, y como no les gustaba lo que decía o no les cuadraba, las rompían delante de mí y otra vez me volvían a hacer declarar buscando que incriminara a mis compañeros y al jefe”.
Recuerda que en uno de esos recorridos, lo trasladaron al rancho El Limón, en donde se consignó que habían dado muerte a los chicos de Playa Vicente, y en el cual encontraron cientos de restos de otras víctimas que habían sido despedazadas en un molino agrícola y rociadas con combustible y fuego.
“Me decían, a ver, señala allá, donde está ese río, y esos montones de basura. Y me tomaban fotos y video”.
Othoniel Cruz Linares, otro implicado, recuerda que “la huella dactilar que encuentran mía en el coche de los chicos, la sacaron de un teléfono celular que me dieron para que lo manipulara mientras me tenían detenido. Me hicieron poner huellas en documentos para comparar y en una de esas, sobre un teléfono, pienso que esa fue la forma en que la sacaron y la pusieron en el coche”.
“Para justificar nuestra privación de la libertad, nos hicieron firmar un documento donde según constaba que nos tenían en curso, y por eso la incomunicación, todo eso para cuadrar sus tiempos”, dice el ex oficial.
ME QUERÍAN MUERTO
Conde recuerda su llegada al penal: “Me acribillaron en la prensa, me culparon de todo y hasta me sacaron una ruta de desapariciones y en donde estuve. Todo eso salió en las noticias, y me dije a mí mismo que todo era publicidad para tapar por lo de las elecciones.
“En principio, a veces intentaba dormir, me tiraba en la celda y me dormía pero luego oía unos perros que ladraban y ladraban y se oían pasos. Decía yo a mis adentros que ya venían por mí, ahora si me van a matar o a chigar, y no pasaba nada. Todo se silenciaba y me volvía a dormir y volvía a pasar lo mismo. Los perros y los pasos de muchas personas. Así fueron muchas noches sin poder dormir.
“Yo pienso que estaban haciendo todo lo posible para que yo me colgara, que me quitara la vida acá dentro y echarme la culpa de todo para cerrar el caso. Pero no, aunque a veces hay días en que uno no tiene ganas de levantarse, estamos juntos y echándonos ánimos de que de un momento a otro se verá que somos inocentes y saldremos”.
Dentro de la cárcel, cuenta, han tomado la lectura de libros de auto ayuda y la Biblia para buscar fortaleza.
Conde está seguro que saldrá. Incluso piensa en la vida después de la cárcel.
“Si salimos, la verdad, no sé qué vamos hacer, porque si se consigue la libertad, ¿quién nos va dar trabajo?, si nosotros hubiéramos estado en algo, hasta placas de taxis y unidades nos hubieran dado, como pasó con los compañeros del caso Gibrán Martiz, pero nada. Si salimos no sé qué va pasar con nuestra situación”.
-¿Y Arturo Bermúdez, qué tuvo que ver en todo esto, ¿quién cree que dio las órdenes para que les involucraran?
-No voy hablar mal ni bien de Arturo, hablaré lo que es, no sé quién dio las órdenes.
-¿Sientes que Arturo Bermúdez te abandonó?
-Nunca me apoyó pero yo no era su favorito, como decían, él día de mi operación, ni una llamada, también cuando pasó esto, no tuve llamadas o mensajes de él.
-¿Y qué piensas ahora de que Arturo, Javier Duarte y otros estén en la cárcel?
“Puedo decirte que me da gusto que estén, pero si lo digo es porque siento enojo y no quiero sonar así, quiero salir de esto aprendiendo a perdonar. Me estoy ocupando de eso.
Insiste que su detención se dio por acallar las críticas al gobierno estatal en el contexto electoral y que la administración de Javier Duarte de Ochoa prefirió entregar a gente de su gobierno para tapar a los culpables.
“En medio de este proceso, a nosotros nos han hecho muchas cosas para bloquearnos la defensa. Primero, nos mandan a penales distintos para entramparnos y dificultar la defensa. Hemos logrado poco a poco juntarnos todos acá en Cosamaloapan, aún hay otros que están en otros y esperamos pronto estén acá para ser más organizados.
“Luego, pruebas importantes para nosotros, se han perdido, como las bitácoras de día de los hechos, ya declaró una radioperadora quien dice que efectivamente se pidió información sobre el coche de los muchachos y eso se asentó en dos bitácoras, una de relevancia y otra de asuntos del día, las dos las pidieron los de Asuntos Internos y se perdieron. No aparecen y son pruebas a nuestro favor, más otras.
“La verdad que con este nuevo gobierno, tenemos la esperanza de que las cosas se esclarezcan porque sabemos que no tienen nada contra nosotros como el pasado, a mí me daba miedo hablar, miedo y lo que sigue porque siempre pensé que me querían muerto.
-Con su detención, colectivos de padres que buscan a sus hijos buscan implicarlo en otros casos, ¿qué piensa?
-Pues que esos padres están en todo su derecho de actuar, y de encontrar la verdad, a mí hasta ahora sólo me han llamado por uno, el los chicos de Cardel (caso de diciembre de 2012, canchas de Tamarindo, en Cardel, ocho desaparecidos).
“Dije al que me vino a tomar la declaración, lo que sé, que ese día una persona vino a la comandancia a denunciar los hechos pero no señalándonos a nosotros, a la policía estatal, sino a una patrulla de la federal, eso son los números que dio, y quedó registrado en documentos.
“La señora vino a la comandancia, se le atendió y se mandó a verificar, no tuve nada que ver.
“De otros más no me han dicho nada, si hasta vi que me sacaron una ruta en donde supuestamente operé y desaparecieron personas.
-En esos reportajes se consignaron declaraciones de alcaldes en donde estuviste, se quejaban de tu actuar, que eras arbitrario, violento.
-Lo sé, pero lo que pasa es que yo llegaba a trabajar, a meter orden, eso pasó en Playa Vicente, había taxis piratas, gente tirando droga, chupa ductos, y todo eso se comenzó a perseguir y creo que causé malestar y por eso las quejas y los cambios.
-Incluso, un alcalde te señaló de haber rapado y vejado a unos chicos y que se los tiraste en el palacio de Playa Vicente.
-Con 23 años de servicio yo sé muy bien que ese no es una actuar de policía y merece una recomendación de Derechos humanos, no es así.
-¿Qué le quiere decir a los padres de Playa Vicente que perdieron a sus hijos?
-… Que yo no fui, no tengo nada en contra de ellos, que sigan buscando su verdad porque los engañaron, y a mí y mis policías nos usaron para tapar algo. Yo sé del dolor de perder un hijo, a mí me quitaron dos.
-¿Qué pasó con tú hija, de dónde vino eso?
Conde se estira. Alza los brazos y echa la cabeza hacía atrás. Comienza a respirar con dificultad. Se nota la atrofia en la laringe y los ojos llorosos.
“Disculpa, no es que no quiera hablar de eso, simplemente, no puedo, se me atoran las palabras. No me salen por el dolor” finaliza.
A finales de enero del 2016, el ex delegado de la SSP, Marcos Conde recibió auto de formal prisión por la desaparición forzada de los cinco jóvenes de Playa Vicente, y siete miembros de su escolta, señalados de haberlos intervenido ilegalmente, y posteriormente entregarlos a una célula de la delincuencia organizada, cuyos miembros le dieron muerte en el rancho el Limón. Pasados seis meses de su reclusión, Conde sufrió la pérdida de su hija, Lorena Conde Herrera, de 18 años, quien tuvo una muerte violenta, al igual que su otro hijo, en 2015, Marcos Conde Herrera.